Compañero Pato.
Controversia ha causado el llamado que han realizado militantes del Partido Comunista (PC) para ejercer “presión social” o de manera más moderada “participación ciudadana” para dar salida a las reformas impulsadas por el gobierno, dichos que han sido respaldados por diversos miembros de la coalición oficialista y ministros de gobierno, que de una u otra forma han salido a dar apoyo a estos enunciados.
Como antecedentes tenemos que, la Coordinadora No Más AFP convocó a una movilización en julio del año 2023, cuyo resultado, en cuanto a participación en la propia movilización y el efecto en la discusión en la ley de pensiones fue nulo, con la nueva reforma, las AFPs van a aumentar su recaudación, de reparto solidario ni hablar. Algo similar ocurrió en agosto del mismo año, cuando pobladores se acercaron a La Moneda para denunciar la problemática de la vivienda, y el presidente en una performance al estilo de su época de dirigente estudiantil, toma el megáfono y se dirige a la multitud, destacando la importancia de que el pueblo está movilizado, meses después mediante la ley de usurpaciones muchos campamentos corren el riesgo de ser desalojados, ley que pudo ser vetada por el presidente.
Considerando las derrotas en el parlamento, desde la coalición oficialista convocan a los movimientos sociales a manifestarse y así pretenden generar presión a la derecha para aprobar las reformas impulsadas por el gobierno, o que por último estas no terminen tan alejadas a lo que se ofrecía en el programa electoral.
Pero qué queda de las organizaciones que dieron vida durante 20 años al movimiento social, organizaciones socioambientales, estudiantiles, de salud y pensiones, feministas y de trabajadores, colectivos diversos que al calor de sus propias luchas fueron constituyendo organización y programa político cuyo punto cúlmine fue la revuelta popular de octubre de 2019. ¿responderán al llamado del gobierno a la presión social?. La evidencia indica que no, el llamado de la Coordinadora No Más AFP cuya convocatoria fue marginal, el último paro del 11 de abril convocado por la CUT que sólo tuvo la participación de una parte del sector público, que por tradición y coerción se moviliza (si no lo hacen pagan una multa), es la muestra de que no sólo estamos ante la presencia de un reflujo del movimiento social, sino que peor aún, vivimos el desmantelamiento de las organizaciones sociales donde el PC, el Frente Amplio (FA) y los diversos grupos políticos incluyendo las mismas organizaciones sociales son responsables.
¿Cuál es el origen de la debacle? Para dar salida a la crisis de octubre, el parlamento en su conjunto, con la venia del gran empresariado, y desde la UDI al entonces diputado Gabriel Boric, firmaron el Acuerdo por la Paz y la Nueva constitución, que en primera instancia fue repudiado por las diferentes organizaciones sociales, pero que al cabo de un tiempo se fueron sumando. Cabe recordar que el diputado Boric por cuenta propia, pasando por encima de su partido, se sentó a negociar, tal actitud fue repudiada por las organizaciones sociales y asambleas que en esos momentos se reúnen activamente a discutir el devenir político. En algunos casos los militantes del FA fueron expulsados de esas reuniones y en cuya defensa sostenían que Boric pasaría al tribunal de disciplina de Convergencia Social (CS) para recibir una sanción, de manera activa también militantes del PC condenaban al FA por haber firmado el acuerdo, luego de un par de semanas serían socios y aliados en las elecciones, y al diputado antes repudiado lo hicieron presidente.
Organizaciones como la Coordinadora No Más AFP, el Movimiento por el Agua y los Territorios (MAT), la Coordinadora Feminista 8M, el PC y FA, y grupúsculos políticos más pequeños como Solidaridad, la Convergencia 2 de Abril, Izquierda Libertaria, entre otros, paulatinamente se fueron sumando a este acuerdo, decisión política que afectó negativamente a las propias organizaciones, esto sin duda debilitó el movimiento social, que nuevamente fue encajonado en la dinámica de la democracia representativa y dió tiempo a la clase dominante para atrincherarse y buscar su recomposición. El resultado de esa aventura ya es conocido, la derrota electoral de la convención y el desmantelamiento del movimiento social.
El llamado del PC, a revivir muertos, sólo pondrá nerviosa a la derecha más estúpida, comandada por Diego Shalper, Camila Flores y otros, el llamado no tendrá efecto, muy bien lo sabe el gobierno, y muy bien lo sabe el gran empresariado y la derecha más audaz, que lee a Eugenio Tironi, al Guatón Correa y Alberto Mayol. Para el pueblo, las organizaciones y las militancias populares, pasará un tiempo considerable para que nuevamente se vuelva a constituir un movimiento social robusto, con una mirada programática a largo plazo y con una capacidad de organización y lucha que marque la pauta del acontecer político y que supere lo realizado en las décadas pasadas. Para el gobierno, el progresismo y la socialdemocracia neoliberal, tal cual lo hacían en las federaciones estudiantiles en la segunda parte del año, luego de pasar por las fiestas mechonas y la movilización del primer semestre, sólo les queda esperar el final del periodo, y continuar bailando al ritmo de la derecha y el gran empresariado, cada día es un día menos.
