Claudia Fuentes, sociología UdeC
En la Universidad de Concepción, los protocolos diseñados para proteger a las víctimas de violencia sexual están fallando. No solo por su ineficacia, sino por cómo terminan perpetuando la revictimización y la impunidad de los agresores. Esta institución, que debiese velar por el bienestar y la seguridad de toda su comunidad, ha demostrado con sus acciones —o más bien con su inacción— que no está del lado de quienes denuncian abusos, sino que protege a quienes los cometen.
Como mujeres y disidencias organizadas desde el feminismo autónomo, hemos alzado la voz. Lo hemos hecho a través de tomas, ocupaciones y declaraciones públicas, porque ya no podemos seguir tolerando la violencia sistemática disfrazada de protocolo. La DeGyD y la fiscalía universitaria, lejos de ser instancias de apoyo, se han convertido en laberintos burocráticos que desgastan a quienes buscan justicia, mientras los agresores se titulan sin consecuencias.
Esta situación no es anecdótica ni aislada. Es parte de una estructura mayor que normaliza el abuso y protege a los violentadores, reproduciendo una lógica patriarcal que se sostiene en el silencio, la burocracia y la falta de voluntad política. Nos preocupa profundamente esta realidad, y creemos urgente repensar desde sus bases el modelo educativo que nos forma. Necesitamos una transformación radical: curricular, institucional, estructural.
Proponemos construir un nuevo modelo desde el feminismo autónomo, comunitario, de clase y popular. Un modelo que contemple un acompañamiento real para las víctimas, que escuche y actúe, que deje de poner en duda nuestras voces y comience a responsabilizar a los agresores. Un modelo que parta por reconocer que somos más de la mitad de la población en la universidad y que, aun así, seguimos siendo sistemáticamente marginadas/es y violentadas/es.
Nos violentan los protocolos, nos violenta la burocracia, nos violenta el abandono institucional. Nos violenta una universidad que se dice democrática y plural, pero que sigue siendo cómplice del patriarcado. Si esto no es injusticia, ¿qué lo es?.