Bienvenidos al último estreno en el teatro de la política chilena: una comedia de enredos donde los ministros de Boric, en vez de caminar por la alfombra roja de la justicia social, prefieren cenar con los voceros de los magnates Luksic, Matte y Angelini. En una escena que podría rivalizar con cualquier obra de Shakespeare, el gobierno ‘del pueblo’ se sienta a la mesa con la trinidad empresarial, dejando al descubierto un guion donde los diálogos de transparencia y equidad parecen ser solo monólogos de fondo.
Bajo las luces tenues de una mansión del lobista de alta sociedad, los ministros de Boric se codearon con la ‘Santísima Trinidad Empresarial’ chilena. ¿Quién hubiera dicho que el gobierno que se llenaba la boca sobre la cocina se encontraría tan a gusto en el salón de baile de los más poderosos? Ahí, entre risas y canapés, se escribe una nueva partitura política, donde los compases de la transparencia parecen perderse entre los acordes del poder económico.
En un acto que parece sacado de una obra de teatro absurdo, el gobierno de Boric invita a la mesa a los mismos empresarios que representan lo opuesto a sus promesas electorales. ¿Qué tipo de negociaciones se cuecen cuando los ministros brindan con la elite económica? ¿Es este el nuevo club de fanáticos de Boric, o simplemente un encuentro de viejos amigos que nunca se mencionó en la campaña?
Los ministros se codean con una lista de invitados que parece el ‘Quién es Quién’ de la élite empresarial chilena. ¿El menú de la noche? Política al gusto de los magnates, servida en una bandeja de plata por el mismo gobierno que prometió defender al pueblo.
Un Encuentro Clandestino en la Mansión del Lobby»:
En un giro de guion digno de Hollywood, se revela que el gobierno de Boric, el mismo que prometió ser la voz del pueblo, se ha estado reuniendo secretamente con los titanes de la industria chilena. ¡Qué sorpresa! Miembros de los grupos económicos de las familias Luksic, Matte y Angelini, los mismísimos magnates, se convirtieron en los anfitriones de facto de una serie de bailes políticos, cortesía del lobbista de turno.
Entre los distinguidos comensales, estaban además nombres como los de Juan Sutil, Bernardo Larraín, Alfonso Swett y Ricardo Ariztía se destacan, demostrando que cuando se trata de influencia y poder, no hay mejor lugar para discutir los asuntos del país que en una cena privada. ¿Será que las decisiones políticas ahora se sazonan con las preferencias de estos influyentes empresarios?
La Cena Secreta: Un Menú de Influencias y Poder
En la residencia de Zalaquett, más conocida ahora como el comedor VIP de la política chilena, los ministros de Boric disfrutaron de un banquete servido con los ingredientes de influencia y poder. Los grandes grupos económicos, los chefs de este festín, parecen haber encontrado en el gobierno una nueva receta para maridar sus intereses económicos con los condimentos políticos del momento.
La Ley del Lobby: ¿Más Elástica que una Banda de Goma?
Resulta que estas reuniones, tan llenas de sonrisas y apretones de manos, nunca encontraron su camino hacia el registro público. «Olvidos» convenientes, dirán algunos; maniobras estratégicas, dirán otros. Al parecer, la Ley del Lobby es tan flexible para algunos como una banda de goma estirada al máximo, capaz de contorsionarse para acomodar estos encuentros tan «informales».
La Transparencia: Un Plato que se Enfría en la Mesa del Gobierno
La Ley del Lobby, ese plato principal en el menú de la transparencia gubernamental, parece haberse quedado en la cocina. Las excusas del gobierno, que sostienen que estas reuniones eran demasiado ‘generales’ para ser registradas, suenan a un intento desesperado de convencer al público de que no hay nada raro en cenar a escondidas con quienes manejan los hilos económicos del país.
Entre el Discurso y la Práctica: Una Brecha del Tamaño de una Cuenta Bancaria
El gobierno de Boric, que llegó al poder en un carruaje tirado por promesas que incumple desde el día 1, parece haber encontrado un nuevo vehículo de transporte: una limusina conducida por los poderes fácticos de Chile. Luksic, Matte y Angelini, con su influencia y chequeras, parecen ser los nuevos copilotos en este viaje político.
Este último acto en el teatro de la política chilena deja al público preguntándose si alguna vez verán una obra donde los protagonistas realmente representen sus intereses. Entre risas, vinos y platos exquisitos, los ministros de Boric parecen haber olvidado que fueron elegidos para servir al pueblo, no para ser servidos en las mesas del poder empresarial. Mientras tanto, el público espera en las butacas, preguntándose si esta función tendrá algún giro inesperado o si el final ya está escrito.»