Silvia Beatriz Adoue
El otro día conversaba con una compa, a la que voy a llamar Zulema, asentada de la reforma agraria, que se organiza con otras mujeres del asentamiento para plantar alimentos sin agrotóxicos (para la familia y para vender en el municipio). Ella me contaba que 90% de los lotes del asentamiento están plantados con caña de azúcar. Algunos plantan directamente y hay quien da en arriendo para otros, con más recursos. Toda esa caña es comprada por la Raízen, empresa que fue creada a partir de una fusión entre la Shell Brasil y la Cosan, empresa brasileña productora de azúcar en el estado de San Pablo. La estrategia de la transnacional Shell es entrar en la cadena de los biocombustibles.
Destinar el lote de reforma agraria para otra cosa que no sea alimento, o dar en arrendamiento el lote está prohibido. Por ese motivo, muchos asentados quieren el título de propiedad, para salir de la ilegalidad. Gran parte de los incendios que afectaron cañaverales y los cultivos vecinos en nuestro municipio fueron causados por el manejo de la caña de azúcar en unidades económicas de todos los tamaños. Un compañero, al que vengo llamando Marco, para no deschavarlo, propuso que defendiéramos una ley que exigiese una faja de tierra cortafuego de 100 metros de ancho en torno a los plantíos de caña. En el caso del asentamiento, donde los lotes son de 8 hectáreas, una normativa como esa inviabilizaría el cañaveral. En un cálculo rápido, cada lote no podría plantar más de una hectárea con caña, lo que no resultaría rentable. Sin embargo, le preguntamos a Marco, ¿por qué se cumpliría una normativa como esa, si ni siquiera se cumplen las leyes de sólo plantar alimentos y no dar en arrendamiento áreas de reforma agraria? La presión de la demanda de la cadena del etanol se impone para esquivar toda y cualquier legislación. Y, si, por alguna razón milagrosa, al Estado se le ocurriera hacer cumplir la ley, las grandes operadoras de la cadena, como la Raízen, que controlan el uso de esas tierras en la esfera de la comercialización, quedan a salvo de cualquier sanción. Los riesgos de punición quedan con los que tienen la pose de la tierra (pequeña, media o grande).
Bueno, así viene funcionando la cadena del etanol en el estado de San Pablo1. Pero no sólo la del etanol: hace muchos años que la integración de agricultores familiares a la cadena del tabaco en los estados del sur de Brasil afecta la autonomía y la salud de gran parte de los productores rurales de la región2, que se endeudan con la operadora Souza Cruz, ahora llamada British American Tobacco (BAT) Brasil, en la compra del paquete tecnológico. Ese paquete incluye venenos poderosos, que inviabilizan la producción de alimentos saludables en el lote y sus aledaños y enferman severamente a la familia.
Entre los Kaigáng de los mismos estados del sur, los A’uwē en Mato Grossoy los Guaraní y Kaiowá del estado de Mato Grosso do Sul, la cadena de la soja y también la caña de azúcar para etanol presionan y seducen parte de las comunidades para arrendar sus tierras. Aunque está prohibido por ley el arrendamiento de tierras indígenas, han encontrado figuras legales como la parceria para disfrazar contratos de arrendamiento. La presión divide a las comunidades y resulta en violencias y muertes. En la mayoría de los casos, son las mujeres y las autoridades espirituales (mujeres y hombres) que se oponen al arrendamiento y al plantío de commodities en sus tierras. En el caso de los Guaraní y Kaiowá, los hacendados vienen patrocinando la expansión de iglesias evangélicas en los tekoha3, como punta de lanza del combate al ñanderekó4, defendido por las autoridades tradicionales. Las acusaciones de hechicería han generado persecuciones que cobraron la vida de por lo menos cuatro rezadoras y rezadores en los últimos años5.
La integración de los de abajo a las cadenas de commodities viene creciendo en las últimas décadas. Cosa parecida ocurre con la cadena de la leche y de la carne de aves y porcina, en que pequeños productores venden los insumos para la gran agroindustria. Se seduce a los pequeños agricultores para la integración, reproduciendo “en pequeño”, como “agronegocito”, la lógica del gran agronegocio. Sólo que son el eslabón más débil de la cadena, descartables, cuando la tierra está agotada; o cuando los fondos de inversión, al vaivén de las fluctuaciones financieras, deciden invertir en otras geografías, en otras actividades económicas.
Pero esto no está ocurriendo sólo en Brasil. En Chile, durante el gobierno de Michelle Bachelet, los subsidios de 75% para el plantío de pino y eucalipto que Augusto Pinochet había implementado para las grandes operadoras de la pasta de celulosa fueron extendidas a los medios y pequeños agricultores, inclusive aquellos que no poseen más de 10 hectáreas. El resultado fue desastroso durante los incendios de enero de 20176. Aun las numerosas retomadas de tierra realizadas por los Mapuche (tierra que había sido usurpada desde las últimas décadas del siglo XIX y a partir Pinochet destinada para esos cultivos) resultan en penoso trabajo de retirar las raíces de pino y eucalipto, que retoñan tercamente, para recuperar la vegetación nativa y los cultivos tradicionales de su territorio. La tentación de continuar vendiendo la madera para las grandes operadoras “sólo por esta vez” merodea el difícil cotidiano de las familias. Esas grandes operadoras tienden a retirarse de los tramos más riesgosos y menos lucrativos de la cadena, controlando el uso de la tierra por medio de la esfera de la comercialización.
En Colombia ya funcionaban así los “cultivos ilícitos”, plantados por pequeños productores, y que enriquecían a las cadenas del narcotráfico. Pero, en las otras cadenas, predomina aún la tendencia al acaparamiento de tierras. Ahora, la propuesta de “reforma agraria” del presidente Gustavo Petro pretende que los pequeños campesinos se dediquen a la pecuaria para integrarse a la cadena exportadora de carne, comandada por la Federación de Ganaderos (Fedegan). Son los mismos ganaderos que expulsaron con violencia a los campesinos ahora demandantes de tierra, los desplazados por los paramilitares para que esos ganaderos se quedasen con 8 millones de hectáreas de tierra mal habida. Petro quiere comprar 3 millones de esas tierras a los ganaderos para esa “reforma agraria”, y que los campesinos críen ganado bajo asesoría de los mismos que los expulsaron7.
Algunos territorios comunitarios son integrados a los mercados de carbono, inviabilizando sus prácticas tradicionales8.
Son ejemplos que no se limitan a las cadenas agropecuarias. En los últimos tiempos, los otrora irreductibles Munduruku están siendo divididos por la presión de la cadena aurífera. Muchos miembros del pueblo se han convertido en mineros ilegales en su propia tierra indígena9.
Es decir, los segmentos superiores de las cadenas extractivo-productivas tienden a reducir sus riesgos y no quieren inmovilizar capital en tierras que, por sus prácticas predadoras, se agotan en poco tiempo. Prefieren controlar el uso de la tierra por medio de la esfera de la comercialización, y actuar de manera velozmente flexible. Al mismo tiempo, desarrollan estrategias de convencimiento de los segmentos más débiles, especialmente aquellos de los territorios de extracción. La economía del terror y las amenazas violentas que predominan durante el avance de la frontera de las “manchas” de commodities, se internalizan de tal manera en el alma de las gentes, que la amenaza no precisa siquiera ser enunciada. Y se combina con seducciones económicas inmediatas. Muchas operadoras vienen desarrollando tecnologías de “permisiología”, para esquivar “amigablemente” las resistencias de la población10. Colonizan las subjetividades de muchos de los nuestros. Como dicen en Argentina: “les comen la cabeza”. Al perder las bases materiales para una vida humana, son reducidos en su condición de sujetos, y se tornan enemigos de sí mismos.
Recuerdo un detalle de la película de ciencia ficción Matrix11: en un mundo distópico, cualquiera podría convertirse en el villano Smith, personificación de la gran máquina que domina el mundo.
Pregunta no retórica para las y los lectores de esta columna: ¿cómo se para eso?
![](https://desinformemonos.org/wp-content/uploads/2024/12/smith.jpg)
Imagen: personaje Smith de la película Matrix.
1 Ver la disertación de maestría de Rodolfo Pelegrin “Agroindústria canavieira no interior de São Paulo: o caso de Lençóis Paulista”. Accesible en: https://repositorio.unesp.br/server/api/core/bitstreams/b87e2484-46c0-4136-aeed-c6d4bfefa012/content
2 Ver: https://www.scielo.br/j/csp/a/RhFwsYSn5cKVgKLCkDZKYjq/
3 Literalmente, “lugar donde se es”, denominación de los territorios por los pueblos Guaraní.
4 “Modo de vida” guaraní.
5 Ver, por ejemplo: https://contrapoder.net/colunas/quem-mandou-matar-a-rezadora-estela-vera-guarani/
6 Ver: https://revista.fct.unesp.br/index.php/nera/article/view/5256/4375
7 Ver: https://congresodelospueblos.org/convencion-nacional-campesina-reforma-agraria-o-integracion-de-los-territorios-a-las-cadenas-de-exportacion-de-alimentos/
8 Ver: https://desinformemonos.org/fe-en-la-fotosintesis-compensaciones-y-el-mercado-de-carbono/
9 Ver: https://noticias.uol.com.br/ultimas-noticias/reuters/2024/12/02/na-terra-munduruku-indigenas-exploram-ouro-ilegal-e-tornam-complexa-missao-de-desintrusao.htm
10 Como viene estudiando el Colectivo El Kintral, de Chile.
11 Matrix, de Lana Wachowski y Lilly Wachowski, Estados Unidos, 1999, 136 minutos.
Fuente: https://desinformemonos.org/como-evitar-que-nos-coman-la-cabeza/