Facundo Hormazábal
Estuve tentado en que esta fuera mi primera recomendación, pero el pudor me consumió. Sencillamente porque “Sostiene Pereira” es una de mis novelas favoritas de la vida; en ella la sentencia de Ricardo Piglia retumba de manera más poderosa que en otras obras de ficción: «Narrar, decía mi padre, es como jugar al póquer, todo el secreto consiste en parecer mentiroso cuando se está diciendo la verdad», y es lo que sucede en esta obra de Tabucchi, quien en una historia planteada lineal y cronológicamente y de manera sencilla, pero profunda, parece que creara una ficción cualquiera (todo lo es), sin embargo, nos cuenta la verdad de un país que sucumbió en las fauces del fascismo y, a la vez, la historia de un hombre timorato y solitario que las circunstancias lo llevan a dejar de ser un personaje secundario de su propia vida.
La trama se desarrolla en el Portugal del dictador Antonio de Oliveira Salazar, en agosto de 1938, y relata una declaración, de ahí el título. El libro comienza así: “Sostiene Pereira que le conoció un día de verano. Una magnifica jornada veraniega, soleada y aireada, y Lisboa resplandecía.” Pereira es un hombre que siente que está en el final de su vida, es viudo, gordo, solitario y le perturba la muerte, particularmente la posibilidad de resucitar con el mismo cuerpo pesado y sudoroso, es decir, la resurrección de la carne. Su vida, que no es más que la viudez sin hijos y la página de cultura de un gris periódico “apolítico” (es decir, pro dictadura), es absolutamente anodina, vive ajeno a las condiciones objetivas en las que se encuentra (con)sumido.
Todo cambia cuando lee una tesis sobre la muerte de un tal Monteiro Rossi, un joven con ínfulas de filósofo, y le solicita que escriba la necrológica de escritores en la página cultural que administra. Monteiro nunca cumple, incluso es un poco torpe y pareciera que vive pensando en otra cosa, pero Pereira, por alguna razón, lo aguanta, a él y a su novia Marta, que perturba al gordo, sobre todo cuando descubre que ambos pertenecen a grupos relacionados con la resistencia. Pereira comenzará a transitar un camino sin retorno, abandonando el mundo aséptico e irreal en que ha estado sumido y comienza a comprometerse con la dignidad humana y el compromiso hacia quienes lo rodean. En cada página sus miedos se acrecientan, pero es ahí donde nace la convicción de luchar en contra de ideas preconcebidas y de una dictadura que vive protegida bajo las sotanas negras del catolicismo más conservador (cómo si hubiese de otro).
Esta novela es realmente esperanzadora, con un narrador certero y que emociona en su labor, como relata, por ejemplo, las veces en que Pereira le habla al retrato de su mujer fallecida, es pura maestría. Es esperanzadora porque nos señala que todos podemos cambiar, que todos podemos decir basta y sacudirnos de la comodidad de lo cotidiano para rozar, aunque sea sutilmente, con la épica que todos merecemos alguna vez en nuestras vidas. Algo así sostiene Pereira.
Léala y me cuenta.