(2009) de Leonardo Padura
La ficción es muy rara, pareciera que, a pesar de inventar cosas, siempre termina contando verdades que muchas veces son insuperables. Terry Eagleton, en su obra “Una introducción a la literatura” comienza desmontando la idea de que el aparato literario se caracteriza por relatar sucesos ficticios y evidentemente no es así; un gran ejemplo que él hubiese podido citar sería esta tremenda novela, porque navega entre la historia (suponiendo que no es ficción) y la ficción en sí.
Leonardo Padura, en poco más de 750 páginas, aborda uno de las temáticas más recurrentes de la historia política del siglo XX. Sin embargo, el lugar de enunciación que utiliza es totalmente nuevo, centrando los hechos en tres personajes principales que cobran un protagonismo esencial en sus propios territorios: Iván Cárdenas, un escritor cubano (sospechosamente comparte muchas cosas con el autor), que en pleno Período Especial, comienza a olfatear un tufillo de que algo no está funcionando muy bien en su mundo inmediato; Ramón Mercader, un español dispuesto a todo por su causa, y con una sensación de pequeñez que lo acompaña cada vez que recurre o piensa en la figura totémica de su madre, él es quien termina asesinando a Trotsky; y el propio Lev Trotsky en su periplo que lo lleva a México.
En palabras del propio autor, la investigación que realizó sobre la vida de Lev Davídovich Bronstein (Trotsky) es precisa y concienzuda. Sin embargo, donde pone toda la efervescencia de su imaginación es en la vida de Mercader. Eso no quiere decir, que en lo otro no exista ficción, muy por el contrario, la estructuración de diálogos, escenarios, atmósferas, tonos narrativos, personajes, descripciones, etc., se trasforman en un boleto de pase libre para viajar con el narrador y habitar ese mundo que va construyendo desde las primeras líneas. Cuando conocemos a Iván y su mujer, cuando hace unas relaciones bellísimas y terribles entre el huracán que se avecina y los sucesos que están a punto de desencadenarse en su vida. De ahí en más, comenzamos a deslizarnos por un mundo latinoamericano que pareciera que se ha despegado, en parte, de nuestra propia historia y recorremos la cotidianidad de una isla que ha resistido las más terribles mareas, pero a la vez, esos oleajes han debilitado, frenado y arrinconado su propia historia y porvenir.
Uno de los anhelos de cualquier escritor o escritora, es estampar un par de ideas o frases tremendas en cada libro, de esas que dejan temblando al lector y Padura lo hace desde primeras páginas, arma figuras bellas, profundas y críticas; y uno, como humano que es, se entusiasma y comienza a pensar que si así parte este libro, lo que vendrá debe ser mayor, porque se entrará en una historia de las “grandes”, que tiene como protagonistas a Mercader asesino y a tatita Trotsky. Y el autor no defrauda, los recursos narrativos comienza a desplegarlos de manera magistral y uno se deja llevar a la gran historia, sin embargo, te engaña (o por lo menos eso quiero pensar), cuando uno cree que a la vuelta de la esquina se encuentra esa “gran historia” ya es tarde, ahí uno recién se percata que desde la primera línea ya estaba sumergido en ella, son las cosas que se logran, no sólo con talento y trabajo, sino con oficio.
La novela nos presenta tres historias separadas y, evidentemente uno sabe que en algún momento deben confluir en una sola línea, y aunque conocemos el resultado de ella: el asesinato. La manera del cómo se fue gestando es sólida y hace que uno no se despegue del libro, porque comienza a profundizar en temáticas como los motivos de la traición y de lo que es la lealtad a los ideales. Mercader no puede ser más comunista (que en este caso “estalinista” le viene mejor), no puede amar más al “partido”, no sólo es su razón de ser, sino que representa para él la única y última instancia que puede salvar al mundo. De ahí que esté dispuesto a todo.
En el caso de Trotsky, la investigación que ha hecho Padura es fina, aquello sumado a su pluma nos permite conocer a un “hombre” multidimensional, fuera de las caricaturizaciones que emplean tanto los que lo denostan, como los que lo queremos. Encontramos a un ser humano de verdad, con luces y sombras, víctima de la traición y, a la vez, monolítico en sus ideales, tanto como para llegar a la tozudez. Pero cada dato biográfico está ajustado a la realidad, conversaba con un escritor argentino alguna vez, que su amor por Trotsky es sólo comparable con su amor por River, que consideraba, que sin serlo este libro parecía una biografía de los últimos años del promotor de la 4ta Internacional, que cada dato es históricamente correcto.
El caso de Iván, el escritor, es fundamental porque es quien actúa como un catalizador de todos estos hechos, es un tipo que ya comienza a decepcionarse de algunos vicios que van permeando a la Revolución en Cuba. Es él quien se arroja a investigar a Mercader y por supuesto a Lev Trotsky; y menciona los problemas que tuvo para saber sobre la vida y pensamiento de este Soviético en la isla; no porque estuviera prohibido o porque debieran hablar mal de él, sino sencillamente porque nadie lo conocía (que es casi lo mismo a estar prohibido).
Leonardo Padura presenta toda esta información con una estrategia narrativa arriesgada, pero la maneja de forma magistral, lo hace desde diferentes perspectivas que las va alternando, dándole un carácter reflexivo y una profundidad a todo el relato. Es una novela que hay que leer, definitivamente.
Para terminar, les cuento algo de los personajes: Iván trabaja con perros, animales que quiere. Trotsky tiene un cariño por los perros que lo han acompañado en sus vicisitudes y Mercader no se despega de ellos. Pero hay un solo hombre que amaba a los perros… usted elija.