Por Julio Bulacio
Malaya pucha la vida
Qué cosa tan despareja
Unos deshacen terrones
Y otros van como en bandeja
Atahualpa Yupanqui
El presidente Javier Milei se refiere a los multimillonarios como “verdaderos héroes”…
El uno por ciento más rico del mundo ya posee tanta riqueza como el resto de los habitantes del planeta, advirtió a principios de abril la organización sin fines de lucro Oxfam. Esta institución, con sede en el Reino Unido Suiza, afirma también que las 62 personas más ricas de la Tierra tienen tanta riqueza como la mitad de la población más pobre.
En Argentina, los datos de pobreza del segundo semestre 2023 (pre devaluación) indican que el 41,7% de la población vive por debajo de la línea de pobreza, un 11,9% es indigente y 6 de cada 10 niños y niñas menores de 14 años viven en hogares pobres. Sin embargo, cuando la revista Forbes enumera a las personas más multimillonarias del mundo, figuran seis argentinos: Marcos Galperin, dueño de Mercado Libre, Paolo Rocca, principal accionista del grupo Techint, Alejandro Bulgheroni, de Pan American Energy (PAE), Gregorio Pérez Companc, Eduardo Eurnekian (dueño del grupo Corporación América, que entre otros activos posee Aeropuertos Argentina 2000),y Eduardo Costantini, dueño de Consultatio y del Museo Malba.
Preguntas: ¿cómo unos pocos lograron ser tan ricos?, ¿por qué, para el presidente Javier Milei, esos multimillonarios son héroes por quienes siente indudablemente una clara admiración?, ¿por qué considera justa esa desigualdad, esa supremacía en derechos de los “ganadores” sobre los “perdedores”?
Una posible respuesta del Presidente estaría sustentada en, una visión filosófica propia del liberalismo: En la naturaleza del ser humano está ser individualista, egoísta, ambicioso y son justamente esas características “innatas”, animales, que hacen a la supervivencia, la que lo llevan a buscar su progreso individual, esforzándose, produciendo, innovando y ahorrando. Esa actitud del “emprendedor” redunda en un beneficio para toda la sociedad porque su egoísmo deviene en un aumento de la producción de bienes, en adelantos tecnológicos, inventos etc. Esa conjugación de esfuerzo- talento- ahorro es premiada socialmente ya que se hace dueño de fábricas, tierras, bancos, se hace multimillonario. Y junto a él están los otros, una gran mayoría de vagos, mediocres, holgazanes, despilfarradores que terminaron siendo pobres. Darwinismo social: el que tenga mayor capacidad de adaptación al medio sobrevivirá y el que no, perecerá.
Ahora bien, la evidencia histórica da otra explicación de ese complejo proceso.
Entre los siglos XVI y XVIII la mayoría de la población existente en el planeta fue expropiada de sus tierras, hábitos de vida, instrumentos y fuerza de trabajo a favor de unos pocos con medios no tan virtuosos.
Fue en ese período que se produjo la conquista y saqueo de nuestro continente y fueron expropiados de sus tierras y cultura los pueblos originarios, sometidos a trabajar en las minas para extraer metales preciosos que eran sacados del continente.
También fueron expropiados de sus propios cuerpos e identidad las poblaciones capturadas en África que fueron sometidas a la esclavitud en las plantaciones americanas. Asimismo, en Europa las aldeas campesinas fueron expropiadas por la fuerza… “las ovejas se comen a los hombres” decía Tomás Moro para explicar cómo la necesidad de la naciente industria textil expulsaba a los campesinos de sus tierras a fuerza de espada para que concluyan como proletarios en los talleres manufactureros.
El Estado actuaba imponiendo su ley: por ejemplo, Eduardo Vl de Inglaterra (reinó entre 1547 y 1553) estableció que “si alguien rehúsa trabajar se lo debe condenar a ser esclavo de la persona que lo denunció como vago”.
Ese proceso histórico produjo la acumulación originaria de los capitalistas: piratas y esclavistas -que eran condecorados por la reina- usureros, nobles conquistadores que asaltaban en los caminos robando a pequeños mercaderes e ingresaban impolutos ¡y ricos! a la ciudad, mercenarios que incendiaban y se quedaban con aldeas enteras. Todos, ya luego “ennoblecidos por el metal”, mutaban en honorables burgueses. Y siempre apoyados por las leyes y las armas del Estado.
Tal vez el país en donde el mito del “emprendedurismo” fue (y es) más fuerte sea en Estados Unidos. Sin embargo, el gran historiador norteamericano Howard Zinn describe los mecanismos por medio de los cuales esos supuestos hombres “hechos a sí mismo”, de la nada, lograron hacerse millonarios. En su libro La otra Historia de los EEUU, señala que finalizada, en 1865, la Guerra Civil del Norte contra el Sur, comenzó un impetuoso proceso de crecimiento que convirtió a EEUU en una potencia mundial y que tuvo como principales protagonistas a quienes serían grandes multimillonarios.
Lo primero que señala Zinn es que ninguno de ellos podría ser catalogado como “hombre hecho a sí mismo” (personas que, procediendo de un origen humilde escalaban la posición social sobre la base de su esfuerzo y talento). La mayoría provenía de sectores medios o altos. Segundo, siempre fueron apoyados por un Estado presto a garantizarles que sus negocios adquirieran formas legales. Así, Thomas Edison, uno de los pocos inventores entre estos magnates, para obtener legislación favorable a sus negocios de aparatos eléctricos recurrió a pagarle 1.000 dólares a cada legislador de Nueva Jersey. Por su parte, Jay Gould y Daniel Drew tuvieron que hacer una inversión mayor para lograr que la legislatura de Nueva York legalizase la emisión de acciones infladas (con un valor superior al valor real) del Ferrocarril Erie: un millón de dólares.
El empresario J. P. Morgan es prototípico: siendo hijo de un banquero comenzó a hacer su propia riqueza vendiendo durante la guerra civil un arsenal de rifles a 22 dólares cada uno. Le habían costado 3,50 dólares. Los rifles no funcionaban y destruían los dedos de los soldados. El Congreso investigó la estafa y el juez llegó a la conclusión de que “había actuado de buena fe”. Luego se relacionó con los negocios de los ferrocarriles y fue articulándolo, con bancos y compañías de seguro hasta controlar la mitad de las líneas ferroviarias que tenía el país.
Andrew Carnegie construyó la primera acería estadounidense con método Bessemer. Para garantizarse la inversión logró que el parlamento sancione una ley de arancelamiento a la importación asegurándose el monopolio del mercado. Luego se la vendió a J. P. Morgan, quien fundó la Corporación de Acero Norteamericana que siguió contando con la ventaja de no tener competencia, junto al control de los precios que subían cada día, sumado a la sobreexplotación de sus 200.000 obreros.
John Rockefeller era empleado contable y comerciante. Adquirió su primera refinería petrolífera y en 1870 fundó la Standard Oil Company. Acordó con los ferrocarriles para que transportaran su petróleo más barato y aniquiló a la competencia quedando como único comprador. Así monopolizó la producción de petróleo controlando más del 80% de su extracción. Además, esa compañía se encargaba del refinado que luego era transportado por ferrocarriles y oleoductos propios o vigilados por la empresa para ser envasado en su fábrica de barriles; los diferentes combustibles derivados del petróleo eran comercializados por el mismo grupo y el Chase Manhatan Bank –también perteneciente a este grupo de empresas– se encargaba de la financiación de todo el proceso.
Estos grupos empresarios que conformaron grandes trust y monopolios tenían un enorme dominio económico y actuaron sobre las decisiones del poder político para amasar sus colosales fortunas logrando conformar un gran acuerdo entre empresarios, tribunales y gobierno… la casta.
En estas latitudes la cuestión fue incluso más cruenta. Una parte de la naciente burguesía de lo que terminaría siendo Argentina nació como contrabandista durante el monopolio español, pero su salto en la acumulación de capital lo pegó, indudablemente, con la denominada Conquista del Desierto.
Con las primeras incursiones de Juan Manuel de Rosas se comenzó a expulsar al indio y luego Bartolomé Mitre precisó con su pluma el proyecto: “el objetivo primordial de la conquista de las tierras que hoy dominan los indios, poniendo al amparo del cañón civilizador el terreno..”. Para hacerlo el Estado abrió un “Empréstito patriótico” ya que el gobierno –supuestamente- no podía financiar la campaña. Los hacendados y comerciantes “más distinguidos se ofrecían a colaborar” adquiriendo las tierras a conquistar por adelantado, “corriendo el riesgo”. Era fácil comprender que un enfrentamiento entre un ejército de línea con rémington vencería a malones armados con boleadoras y lanzas. Así –cuenta la crónica de la época– “audaces emprendedores” invirtieron: Martínez de Hoz, Álzaga Unzue, Anchorena, Luro, Pueyrredón (al que luego sumaría su apellido la Ministra Patricia Bullrich), Pereyra Iraola, entre otros.
La conquista significó la ocupación de 24.000 leguas (60 millones de hectáreas), que se vendieron a 400 pesos fuertes la legua a pagar en cinco años. Informa un cronista que si un inversor ponía en células hipotecarias $10.000 le rendiría a lo largo de 10 años $ 19.000 pero, si adquiría tierras con esos mismos $10.000, el aumento era a $ 240.000. Pingüe ganancia en base a un Estado que les despejó la tierra masacrando a los pueblos originarios y se las entregó a precio regalado o gratuitamente a quienes serían la “burguesía oligárquica”. Alberto Martínez, el director del Censo Agropecuario de 1908 confirmó en su estudio que las tierras fueron enajenadas al Estado de forma gratuita o a muy bajo precio a favor de particulares.
Al lado de esas tierras se extenderían los “caminos de hierro” para conectar a la fértil “pampa húmeda” con el puerto de Buenos Aires. Esas tierras entonces también se revalorizaron por el trazado de los FFCC, que tuvo su propio negocio ya que antes de su extensión se vendían “tierras incomunicadas” lindantes a precio vil, como lo denunciara -entre otros- Raúl Scalabrini Ortiz, en su “Historia de los ferrocarriles argentinos” (1940).
“La intimidad de un tímido”, (1963) Jorge de la Vega.
Previamente a ese largo proceso, el Código Civil ya había garantizado la inviolabilidad de la propiedad privada. Otra vez aparece el trípode que explica a “los emprendedores”, en rigor arribistas inescrupulosos que logran acuerdos con gobiernos y tribunales para obtener ganancias extraordinarias apoyados por esos administradores del Estado.
Como explicaba Juan Bautista Alberdi en 1878 “El gobierno civil en tanto tiene por objeto la seguridad de las propiedades es en realidad, instituido para defender a los ricos contra los pobres, o bien a los que tienen alguna propiedad contra los que no tienen ninguna.”
Pero no fue solo el Estado oligárquico sino una continuidad … Tomemos por caso la Dictadura Militar. Un libro, “El nuevo poder económico” de Azpiazu, Khavisse y Basualdo descubre –hace público- el proceso de acumulación entre 1976 y 1983. Demuestra que la represión dictatorial posibilitó la reducción del salario real en un 40%, lo que significó una transferencia de ingresos de los asalariados a los empresarios del 17% del Producto Bruto Interno (PBI). También se le otorgó de manera tercerizada la explotación de áreas rentables (petróleo, gas, reparación de FFCC), lo que luego se llamó “La Patria contratista” y -como cereza del postre y ejemplo más claro– la casi olvidada Deuda Externa.
La Deuda externa creció de 8.204 millones de dólares en 1976 a 43.509 millones de dólares en 1983. En la discriminación, 29.536 millones correspondían a deuda estatal y 13.973… privada.
Ya en democracia, se inició un juicio contra la conducción económica del Proceso de Reorganización Nacional cuestionando el origen y legitimidad de la deuda externa. En ese proceso judicial se estableció que el Estado utilizó a empresas públicas (Agua y Energía Eléctrica, Comisión Nacional de Energía Atómica, YPF, etc.) para contraer créditos en el exterior, que resultaron una estafa: los préstamos no se utilizaron para equipar o mejorar la productividad de esas empresas estatales, por lo que produjo endeudamiento e insolvencia patrimonial.
En cuanto a la deuda propiamente privada, se estableció que el 84% de la misma era financiera, es decir especulativa, puesta en la “bicicleta financiera”, o era fugada pero –llegado el caso- las empresas adujeron no poder pagarla. Entonces, Domingo Cavallo la estatizó. Es decir la deuda contraída por particulares que utilizaron dicho capital -en general como medio de especulación y acumulación- paso a ser estatal o pública.
El resultado fue un notable proceso de enriquecimiento sustentado en la violencia, la sangre y las tropelías de grandes empresario, gobiernos y tribunales. Pese a reconocerse que la deuda fue ilegal e ilegítima, todos los gobiernos hasta hoy “bendijeron” el robo.
Algunos datos para observar. En 1973 el Grupo Perez Companc controlaba 10 empresas. Al finalizar la dictadura en 1983, ya tenía 54; El grupo de Paolo Rocca (Techint) pasó de 30 a 46; Macri, de 7 a 47, Constantini de 2 a 18; Bulgheroni (Bridas) de 4 a 43, solo por citar algunos casos de multimillonarios argentinos.
Y… ¡Oh Sorpresa! Son varios de los multimillonarios héroes.
Pero ahí no está Marcos Galperín de Mercado Libre, quien parecería ser un “rara avis”, un verdadero emprendedor, que arrancó en el garaje de su casa paterna y mutó en millonario. Sin embargo, tampoco escapa a la regla. Su familia era la dueña de la curtiembre Sadesa . Es decir, ya era heredero una pequeña fortuna antes de “arrancar su emprendimiento”. Sí es cierto que tempranamente se conectó al mundillo punto.com y se expandió hacia seguros, préstamos, billeteras digitales, etc. Pero su salto económico fue producto de una decisión política, una ley sancionada durante el gobierno de Néstor Kirchner de Promoción de la Industria del Software y Servicios Informáticos, que le garantizó un bono de crédito fiscal aplicable a la cancelación de impuestos nacionales y una desgravación sobre el Impuesto a las Ganancias. Eso le permitió ahorrar millones, pese a que esa norma requiere que al menos el 50% de la actividad de la empresa esté vinculado al software, cosa que no ocurre con Mercado Libre, dedicado centralmente a la compra y venta de bienes. (Información en Letra P). La mano del Estado continuó durante el gobierno de Alberto Fernandez y CFK porque se le reconoció a Mercado Libre acceder al régimen de promoción de la economía basada en el conocimiento. Así “ahorro” -gracias a beneficios impositivos en solo nueves meses de 202- 35 millones de dólares y otros 49 millones de dólares en concepto de “seguridad social” (aportes patronales). O sea, anualizados unos 110 millones de dólares. Galperín acumuló gracias a –como señaló Alejandro Bercovich en Radio con vos– “ recibir amplios beneficios por regímenes de excepción fiscal y utilizar subterfugios para no ser regulado como un Banco, mientras realizaba actividades financieras.”
Aquí no hubo robo directo (evasión fiscal) pero fue el poder concentrado de empresario, gobierno y tribunales quienes contribuyeron a agigantar la fortuna, no el talento.
En estos días, es público el impulso del Gobierno que administra al Estado por otorgar un nuevo blanqueo de capitales que se explica como una medida salomónica, destinada a alentar la inversión de capital que redundaría en beneficio de todos. Sin embargo, si se blanquea es porque se cometió un delito, se “negreó”. Se evadieron impuestos establecidos por ley (que implica menos plata para salud, educación, etc), o la plata directamente es mal habida (robada o producto del narcotráfico). U originada en no pagar las cargas sociales de sus empleados (desfinanciando las jubilaciones).
Todos son delitos tipificados que a “los héroes” les permitieron obtener enormísimas ganancias. Con ese poder que acumulan pueden instar a los gobiernos -cualquiera sea su relato, ninguno los enfrenta o expone– a que blanqueen su dinero y así deje de ser un ladrón para ser un honorable capitalista al que se le reconoce su esfuerzo y talento empresarial.
Así en la Argentina de hoy “no hay plata”, pero quien robó al Estado nacional, evadiendo impuesto y fugando capitales –indican algunos estudios– acumulan en el exterior el equivalente a dos y medio PBI argentinos. Son esos los “héroes” elogiados e instados a seguir robándole al Estado nacional por el actual presidente (extracto del discurso de Milei en La Nación, 20 de abril).
Ahora bien, ¿es posible que un hombre de la nada pero talentoso y esforzado se transforme en multimillonario? ¡Sí!, Pero Pierre Vilar en su “Iniciación al vocabulario del análisis histórico” indica -como precepto metodológico para observar la dinámica de un sistema- la necesidad de diferenciar, ya que “lo posible no es lo probable”. Posible es todo, pero debe corroborarse estadísticamente cuál es la tendencia del proceso para ver si es probable. Y por lo visto, el punto de partida es importante y el “talento, laboriosidad, esfuerzo de emprendedor” no incide tanto como otros mecanismos menos loables: robo, estafas “legales”, saqueo, violencia siempre amparadas por la “santísima trinidad” de Empresarios, Gobierno/Estado y Tribunales (con las excepciones que confirman las reglas).
Tal vez haya que pensar que la pobreza de tantos tiene muchísimo que ver con la riqueza de aquellos pocos, que no son talentosos, ni más inteligentes, sino simplemente inescrupulosos que manejan al Estado con sus gobernantes y tribunales a su beneficio. Por eso José “Pico” Vazeilles en su libro “El presente Histórico y la Historia Universal” cuando describe el proceso de acumulación norteamericano –extensible a Argentina- simplemente los llama “Los magnates ladrones”.
Fuente: Diario Sumario