Consulta la columna de este mes sobre el impacto del agronegocio en el medio ambiente.
Por Judite Stronzake y Gabriela Guillén *
Traducción Escuela Popular Permanente
Estoy bien. Estoy viva y estamos vivos. Ya tengo un par de zapatos y un par de sandalias; ya tengo incluso botas y dos pantalones; tengo una blusa de lana, dos camisetas y un suéter; conseguí un colchón individual, una manta y una almohada. Es lo que necesito ahora. Estoy lista para la vida de nuevo. ¡Lista para luchar!” – Marcia, sobreviviente de las inundaciones en el asentamiento del MST en Eldorado do Sul, mayo de 2024.
Son las 3:23 de la mañana, y estoy despierto porque mis tataranietos no me dejan dormir. Me preguntan en sueños ¿qué hiciste mientras saqueaban el planeta? ¿qué hiciste mientras destruían la tierra? hiciste algo cuando las estaciones comenzaron a desordenarse, ¿verdad? cuando los mamíferos, los reptiles, los pájaros estaban muriendo? ¿saliste a las calles a protestar (…)? ¿qué hiciste cuando te enteraste? – Drew Dellinger, 2023
La inundación descendió de las montañas con su fuerza indomable a través de los cinco ríos en los territorios gauchos, exponiendo al mundo la terrible tragedia socioambiental vinculada a los cambios climáticos producidos por el neoliberalismo capitalista. Ella expresa el llanto de la Madre Tierra y la ruptura de los ciclos hidrológicos, exigiendo una profunda transformación de nuestra praxis humana sobre el planeta.
Se hizo evidente que el impacto del capital en los diversos biomas crea condiciones inhóspitas para la vida de todas las especies, incluida la humana. La alerta de la naturaleza se materializa en los eventos climáticos extremos de los últimos años: en un rincón del planeta, sequías y olas de calor severas que alcanzan 53°C, como en Río de Janeiro a principios de 2024; en otro, frío extremo de -43°C, como ocurrió en Missouri, Estados Unidos, el mismo año. Solo en 2023 en Brasil hubo doce eventos climáticos extremos: cinco olas de calor, tres lluvias intensas, una ola de frío, una inundación, una sequía y un ciclón extratropical, siendo nueve de estos considerados inusuales y dos sin precedentes en los registros históricos.
Este profundo desequilibrio es causado por un modo de producción internacionalizado cuya matriz energética se basa predominantemente en combustibles fósiles, lo que lleva al aumento de la temperatura global y cuya lógica extractivista no respeta los lentos ritmos de la naturaleza, tan necesarios para el equilibrio y el mantenimiento de los flujos de aguas superficiales y subterráneas, de las aguas congeladas de los casquetes polares y de las aguas en estado gaseoso en las nubes.
El Sexto Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas advertía en 2023 que el aumento de emisiones de gases de efecto invernadero pondría un escenario de devastación planetaria, con potencial para destruir la base que sustenta el tejido social del campo y las ciudades. Desde 1850, momento de la revolución industrial en Europa, el planeta se ha calentado en 1.1°C, especialmente en las masas continentales. Se prevé que alcancemos y superemos el límite de 1.5°C, lo que dejaría vulnerables a 950 millones de personas en el mundo que enfrentarán problemas de escasez de agua, calor extremo, falta de alimentos, desertificación, mientras que las inundaciones afectarán al menos al 24% de la población mundial que será desplazada de sus territorios. Este sombrío futuro se ha repetido progresivamente a lo largo de los últimos años en varias regiones brasileñas y alcanzó su punto máximo en Rio Grande do Sul, estado que se convirtió en el epicentro nacional y mundial de una catástrofe anunciada. Según MapBiomas, entre 1985 y 2022, perdimos aproximadamente 3.5 millones de hectáreas de vegetación nativa típica de esas tierras gauchas.
Las causas de tal tragedia socioambiental están vinculadas al particular modo de producción capitalista que se concretó en Brasil desde la colonia y que nunca dejó de someter a las poblaciones del campo a ciclos violentos de expropiación en función de monocultivos para exportación. Actualmente, la monocultura de soja, maíz y eucaliptos con el uso de semillas genéticamente modificadas y agroquímicos es sostenida por el Estado, que facilita la expansión y acumulación de capitales ligados al agronegocio a través de subsidios, incentivos fiscales, transferencias de recursos públicos y condonación de deudas. Las cadenas productivas del agronegocio se estructuran internacionalmente para atender la demanda global de granos: solo en 2023 se embarcaron desde las tierras gauchas el 85.5% de la producción estatal de granos de soja hacia China. El agronegocio gaucho embolsó un total de US$16.2 mil millones el año pasado, mientras se flexibilizaron avasalladoramente los códigos ambientales que permitieron la deforestación de los biomas de la Mata Atlántica y del Pampa, lo que destruyó la vegetación ribereña de los ríos con el consiguiente sedimentación de las principales cuencas hidrográficas. La tragedia ya había sido advertida por ambientalistas y organismos públicos dedicados a la protección ambiental.
Simultáneamente, los incendios en el bioma Pantanal se han acelerado vertiginosamente: si entre 2021 y 2023 el aumento promedio de los focos de incendios fue del 253%, en 2024 se registra un aumento del 898%. Como claman los Guarani Kaiowá de Mato Grosso do Sul en su lucha por la preservación del cerrado y la mata atlántica de transición: “nuestra caja de agua ardiendo”. En la Amazonía la situación no es diferente, los focos de incendios aumentaron en un 153% en relación con 2023, totalizando 3,440, la deforestación ya ha eliminado el 17% de la selva. La destrucción de ambos biomas está relacionada con el compromiso de la regulación climática en Brasil, y a la tragedia sul-rio-grandense.
La humanidad está presenciando el profundizamiento de la crisis estructural del capital que se extiende desde los años 70, cuando el modo de acumulación fordista entró en crisis a escala planetaria y la salida de la burguesía global fue imponer un proyecto de tendencias totalitarias de control social sobre los sectores más rebeldes de la sociedad y sus instrumentos organizativos, ya sea mediante el uso de la violencia represiva o a través de mecanismos conciliadores para neutralizar la revolución contra el orden. El neoliberalismo, como desarrollo de la crisis, expresa un proyecto ideológico, político y cultural de las clases dominantes que abarca todas las dimensiones de la vida productiva y reproductiva: flexibilización de las leyes laborales y ambientales, ataque a los sindicatos de trabajadores, criminalización de los movimientos populares, captura subjetiva de los trabajadores, la violencia y persecución de líderes indígenas, campesinos y quilombolas. Como relación social basada en la explotación del trabajo, el capital no acepta más barreras sociales desde el punto de vista de la legislación ambiental y laboral. La privatización de la vida misma es una tendencia actual del sistema capitalista neoliberal. En su avance desenfrenado, en el que la desregulación del capital financiero es clave, el tejido social va siendo absorbido, como hemos visto en los últimos tiempos: desde la transformación del plasma humano en mercancía hasta las propuestas de privatización de las playas, de la gestión escolar de las escuelas públicas en Paraná, el desmantelamiento de las universidades públicas y la lentitud en la ejecución de la política de reforma agraria y demarcación de tierras indígenas.
¿Qué hacer frente a un modo de producción cuya esencia es la extracción desenfrenada y la destrucción de la naturaleza y el trabajo? ¿Qué hacer con el saqueo de las riquezas producidas por la clase trabajadora? ¿Cómo construir un sistema basado en la reciprocidad en las relaciones humanas y con la naturaleza, donde predominen las necesidades de las grandes mayorías populares?
Superar el capital y su estela de destrucción y muerte requiere de nosotros un horizonte estratégico que se base en superar la sociedad dividida en clases. El Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra viene proponiendo una serie de acciones para enfrentar esta crisis climática de dimensiones globales que enfrenta la humanidad. A través de la campaña de plantación de árboles, el cuidado de nacientes, vegetación ribereña y bosques, y su propuesta de producción de alimentos agroecológicos vinculados a la solidaridad de clase a nivel nacional e internacional, el movimiento apunta a un modo de producción basado en la igualdad social; y por su presencia a nivel nacional, tiene un enorme potencial para ser el fundamento de la construcción de un proyecto de soberanía alimentaria para el país. Sin embargo, la continuidad de las luchas solo será posible si estas se impregnan de un carácter anticapitalista, antipatriarcal, antirracista, anticolonialista y antiburocrático que tenga como horizonte global el fin de la lucha de clases y no sean solo acciones que expresen un acomodamiento al orden del capital, ya sea a través de las políticas públicas del Estado o directamente a través del capital financiero.
Históricamente, las mujeres, frente a la amenaza a sus comunidades y ecosistemas, se han convertido en la vanguardia de la lucha anticapitalista y emancipatoria. No es coincidencia que las Nhandesy, ancianas rezadoras de los Guarani Kaiowá en Mato Grosso do Sul, sufran más violencia y persecución al estar en la primera línea contra la invasión de la soja. Las mujeres han mostrado la necesidad de no detener las luchas dentro de los límites impuestos por el sistema capitalista, como lo demostraron las 2,000 mujeres de la Vía Campesina que ocuparon el vivero forestal de Aracruz Celulose en 2006, destruyendo los eucaliptos que dañan la biodiversidad. La historia les ha dado la razón ante los recientes desastres socioambientales.
*Judite Stronzake é militante do MST, cientista da natureza e social
Gabriela Guillén é cientista social. Educadora da Escola Nacional Florestan Fernandes.
**Editado por Fernanda Alcântara
Links
[1] Relatório revela que Brasil teve 12 eventos climáticos extremos em 2023 [disponível em https://news.un.org/pt/story/2024/05/1831366]
[2] 10 conclusões do Relatório do IPCC sobre Mudanças Climáticas de 2023 [disponível em https://www.wribrasil.org.br/noticias/10-conclusoes-do-relatorio-do-ipcc-sobre-mudancas-climaticas-de-2023]
[3] Pantanal registra aumento de 898% em focos de queimadas [disponível em https://www.poder360.com.br/meio-ambiente/pantanal-registra-aumento-de-898-em-focos-de-queimadas/]