Raúl Prada Alcoreza
Vivimos la era de la simulación, la temporalidad del espectáculo y del montaje. Sobre todo, en el campo político, los dispositivos y las prácticas políticas se han dedicado a generar escenarios. Hemos hablado varias veces del teatro político, eso es lo que ocurre en esta actualidad de la desinformación y la virtualidad. Donde lo que no ocurrió se vuelve noticia y lo que ocurre y ocurrió es ignorado. Éste es el papel de los medios de comunicación, en un mundo donde los monopolios de toda clase han desplegado su control sobre el aire y sobre la tierra, en el espectro electromagnético y en las pantallas. Por eso, cuando los medios de comunicación transmiten una secuencia de eventos, que pueden ser nombrados a partir de titulares que hacen mención a un suceso político, de cierta secuencia, debemos detenernos y observar con atención su desenlace. A partir del desenlace efectuar una mirada retrospectiva para descifrar lo ocurrido, sobre todo la trama de esta narrativa, impuesta tanto por políticos de bandos encontrados y medios de comunicación sensacionalistas.
¿Cuál es el desenlace? La llegada de una marcha que está lejos de ser lo que se conoce como la larga marcha en la historia política de la revoluciones. Después de un manejo informativo antojadizo, que mostraba tanto la concentración como el desplazamiento de la marcha, posteriormente enfrentamientos esporádicos, aquí y allá, además de emitir discursos de descalificación, por un lado, y discursos de apoyo, por otro lado, la marcha no logró sus objetivos planteados de antemano. Se contentó con una concentración en los alrededores de la cervecería, una pasarela hizo de palestra, en tanto que el espacio de abajo de la pasarela hacia de explanada de concentración de la multitud marchista. El líder de la marcha exigió la renuncia de ministros y dijo que ahí terminaba su participación para luego irse a cosechar en su predio.
¿Acaso no llama la atención este desenlace? Prácticamente, aparentemente, no se logró nada, después de una marcha, que sin ser la larga marcha, que abarcó una semana, con descansos en uno y otro lugar de pernoctaje, que mantuvo el esfuerzo de entre 15,000 a 20,000 marchistas, lanzando a lo largo del camino exigencias como la renuncia del presidente, el adelanto de las elecciones nacionales, el reconocimiento del Tribunal Electoral al Congreso de Lauca Ñ, la habilitación del candidato que fue presidente durante tres gestiones de gobierno. Sin embargo, cuando se llega a la sede de gobierno la marcha, después de haber realizado un considerable esfuerzo, culmina con una concentración y el discurso del líder, que se reduce a una exigencia, emitida como amenaza, empero sin mencionar a las demandas importantes, que habían sido transmitidas a lo largo del camino.
¿Cómo explicar este desenlace? ¿Qué hay entre bambalinas? ¿Se ha dado un cambio de estrategia y de tácticas? ¿Se ha llegado a un arreglo secreto? Es difícil responder a estas preguntas. Para repasar algunas dificultades podemos mencionar las siguientes: No se cuenta con la información completa de la organización de la marcha, de su financiamiento, de ciertos dispositivos claves, tanto en lo que respecta a su convocatoria, así como en lo que respecta a los engranajes del armado y administración de la marcha. Prácticamente lo que se conoce es lo que han transmitido los medios de comunicación, lo que han transmitido los organizadores de la marcha, lo que han transmitido los dirigentes de las organizaciones involucradas. No se conoce mucho, fuera de lo enunciado como objetivos de la marcha, que se autonombró “Marcha para salvar a Bolivia”, que consistían en la habilitación a candidato a las elecciones nacionales al la expresidente, en el reconocimiento del congreso de Lauca Ñ, por lo tanto, en el reconocimiento de la sigla del partido a los que demandan y dicen que son los verdaderos dueños de la misma. Las exigencias mayores, que se dieron al respecto, sobre el adelanto de las elecciones nacionales y sobre la renuncia del presidente, incluso se habló de la sustitución constitucional en el presidente de la Cámara de senadores. No se conocen otras motivaciones no explicitadas de la marcha, no se conocen otros juegos de poder que han estado inherentes en la marcha. En suma, no se conocen las estrategias implícitas de la marcha, aunque se han mencionado los objetivos explícitos.
Una marcha plantea demandas, interpela, despliega su recorrido y el esfuerzo requerido para obtener el cumplimiento de los objetivos planteados. Ciertamente no toda marcha consigue sus objetivos, sin embargo, una vez que llega al lugar donde se tiene que dar el desenlace insiste en que se cumplan sus demandas. Por cierto, este no es el caso de esta marcha tan sonada. ¿Qué es lo que ha ocurrido? ¿A qué clase de arreglos se ha llegado? Si fuese así, habría otras exigencias, otras demandas no dichas. ¿Con que tendrían que ver estas exigencias, estas demandas?
Repasando nuestras hipótesis y análisis, que hemos podido hacer a lo largo de la marcha, podemos preguntarnos, con respecto de las preguntas que ya emitimos, si las demandas no dichas, si los objetivos no explicitados, se habrían cumplido. ¿Cuáles son estas demandas no dichas y estos objetivos no explícitos?¿Control territorial, reparto del control territorial? ¿Acuerdo sobre la sucesión de la candidatura presidencial? ¿Acuerdos sobre la unidad del partido escindido? Es difícil tener certeza sobre estas cuestiones. En lo que sí se puede contar con certeza es en que el desenlace es abrupto, inesperado, corto, mezquino, en relación a los objetivos planteados con anticipación. En cierta manera el desenlace es incongruente con la trama.
Imaginémonos al espectador y observador atento a las pantallas y a las radios, siguiendo minuciosamente la información sobre la marcha. Hagamos un cambio de situación, sólo por razones de comparación. Supongamos que estamos ante un lector de una novela, una novela intensa, con visos de dramatismo, donde aparece la amenaza de un conflicto de escala mayor. El lector espera ansiosamente el desenlace. Al terminar la novela se encuentra con un desenlace pobre, desencajado, demasiado deslucido. Este lector se siente frustrado. ¿Ocurre lo mismo con los observadores, también con los que han experimentado en carne propia, de un lado y del otro, el despliegue de la marcha? Por lo menos diremos que están sorprendidos, En cierta forma intrigados.
El análisis político tiene como tarea no solamente explicar lo ocurrido en un acontecimiento político, sino también desentrañar las causas, la estructura de las causas, las tendencias inherentes, las posibilidades inmanentes, los ejes de desenvolvimiento del evento y del suceso en cuestión. En pocas palabras, diremos que el análisis político tiene que armar el rompecabezas, cuando faltan piezas; obviamente no puede terminar de armar el rompecabezas. En este caso no solamente faltan fichas, sino que hay fichas que corresponden a otros rompecabezas. En consecuencia, esta imposibilitado de antemano de armar el rompecabezas, su tarea queda inconclusa, truncada.
La crítica de la política no puede contentarse con el inacabamiento, sobre todo con la impenetrabilidad del acontecimiento. La tarea consiste en deconstruir los discursos, que terminan siendo encubridores. La obsecuencia consiste en lograr iluminar en la densa y opaca niebla de la presentación de los hechos. Como hemos dicho varias veces, la crítica irradia, pone todo a partir de sus condiciones de posibilidad.
¿Cuáles son las condiciones de posibilidad del acontecimiento? El acontecimiento mismo es la condición de posibilidad de la política. Aunque aquí hablamos de acontecimiento haciendo referencia al evento y al suceso concretos. En este sentido tendremos que preguntarnos cuál es la condición de posibilidad de la marcha en cuestión. Podemos decir que se trata de la crisis política, de la crisis múltiple del Estado nación y de la crisis del partido gobernante. La marcha misma tiene que ser observada como un síntoma de estas crisis. ¿Es posible solucionar la crisis del partido gobernante una vez que ha entrado en implosión? No, no es posible. La implosión es parte del desenlace de un ciclo político, en este caso, del ciclo de la forma de gubernamentales clientelar. Forma de gubernamentalidad clientelar que, a su vez, es la forma que adquiere en un periodo la crisis múltiple del Estado nación, que comprende la crisis política. Que se acepte o no se acepte como resolutivas las conclusiones del congreso de Lauca Ñ, que se habilite o no la candidatura al expresidente, no van solucionar el problema desencadenado por la implosión. Todo esto es parte de las ilusiones mezquinas puestas en escena del teatro político.
En otras palabras, la marcha es parte de la misma crisis política, de la crisis del partido gobernante. No es una marcha de demanda sociales, mucho menos es una marcha para salvar Bolivia. Por Ejemplo, no se plantea absolutamente nada sobre el apocalipsis de la Amazonia y del Chaco, dado por los incendios, por la piromanía del conglomerado burgués, del que hemos hablado en otras exposiciones y en otros escritos. Muchísimo menos se ha tocado el tema crucial de la continuidad del modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente. No era pues una marcha para salvar Bolivia, en todo caso podría ser una marcha para salvarse del desastre que han dejado, como resultado de dos décadas de gestión de gobierno. Es una marcha que puede ser considerada como parte del desenvolvimiento de la economía política del chantaje. Es una marcha de coerción. Se chantajea al pueblo y a la sociedad, amenazando. Se hace coerción sobre el gobierno y los órganos del Estado. A su vez , el gobierno revierte la coerción y el chantaje contra la sociedad y el pueblo, autonombrándose como gobierno legítimo, democráticamente elegido, a pesar de que todos los gobiernos, después de la promulgación de la Constitución, son inconstitucionales por haber desmantelado la Constitución y no haberla cumplido. La sociedad y el pueblo se encuentran entrampados en la heurística de las prácticas de la economía política del chantaje.
Como hemos dicho anteriormente, no se trata de una marcha espontánea, emergida de las propias predisposiciones de los colectivos sociales, sino que se trata de una marcha armada por un conjunto de dirigencias, que son paralelas de las otras dirigencias apócrifas, bajo la tutela del gobierno. En palabras muy simples, aunque un poco estereotipadas, se puede decir que la marcha es una puesta en escena.
Ninguna marcha culmina abruptamente sin lograr sus objetivos, en todo caso, persiste en lograrlos, hasta que es derrotada, anulada o contenida. Pero en este caso, el que nos ha tocado observar, el de la reciente experiencia social, el del despliegue movilizado que acaba de acontecer, aparentemente se retira la marcha sin lograr sus objetivos de manera abrupta y por propio iniciativa. La hipótesis explicativa sobre el desenlace tiene que ver con otros tejes y manejes, inherentes a la marcha, empero ocultos a la visibilidad de los mortales.
Puede ser un dicho actualizado el siguiente: Déjame ver lo que haces y te diré quién eres. Puede convertirse en una frase del sentido común, una paráfrasis de otro dicho conocido: Dime con quién andas y te diré quién eres. Lo que se hace tanto de un lado como del otro, lados que forman parte de la escisión del partido gobernante, lo que han hecho durante dos décadas, es hacer gala de la deshonestidad descarada, de la demagogia, desplegando con sus actos la impostura más desenfrenada, que no es otra cosa que haber usurpado las victorias del pueblo boliviano, logradas durante la movilización prolongada, 2000-2005, al haberse subido a la cresta de la ola, sustituyendo a los movimientos sociales, que se hicieron cargo de la movilización prolongada. Autonombrándose, después de las elecciones del 2005, como “gobierno de los movimientos sociales”, cuando no lo eran. Los movimientos sociales quedaron en el camino, quedaron fuera del ejercicio del poder, una vez que se montó en el escenario un “gobierno progresista”, que si bien convocó a la Asamblea Constituyente y nacionalizó los hidrocarburos, fue boicoteando la labor de la propia Asamblea Constituyente, llevándola a dos crisis que casi terminan con el proceso constituyente, de manera abrupta. La crisis de los 2/3 y la crisis de la capitalía. La nacionalización de los hidrocarburos sólo duró un año, con la aplicación del decreto ley “Héroes del Chaco”. Esta nacionalización culminó con los Contratos de Operaciones, que son efectivamente la desnacionalización de los hidrocarburos. Lo que fueron las gestiones de los gobiernos neopopulistas fueron esto, un fraude. Lo que hace el gobierno ahora, que forma parte de un sector del partido gobernante, enfrentado al otro sector del partido, del que no gobierna, es debatirse en su propia agonía, en su propia ilusión. En este desenlace se arrastra al pueblo al propio funeral y entierro de la forma de gubernamentalidad clientelar y del partido que gobernó dos décadas, induciéndo a parte del pueblo a marchas y bloqueos insulsos, por un lado, el lado beligerante, a enfrentamientos represivos, por otro lado, el lado oficialista. Cómo dijo una parlamentaria de oposición, que formó parte del CONAMAQ, una mamá t’alla, Toribia Lero, usan como carne de cañón a los indígenas.
En consecuencia, no solamente se trata de un arreglo secreto, sino se trata de enturbiar el panorama para que no sea visible. Ocasionar la humareda para impedir la respiración y la claridad. A propósito, la quema de los bosques y pastizales ya alcanza a las 6 millones de hectáreas. Esta práctica pirómana ha venido repitiéndose a lo largo de estos años. En el 2019 se quemaron cerca de 7 millones de hectáreas, ahora orillan alrededor de las 6 millones de hectáreas, Esta vez la humareda ha llegado ocupar las ciudades por un largo tiempo, los incendios vuelven a encenderse, una y otra vez, después de haber sido apagados. ¿Este es un signo de la clausura? Ciertamente, lo que es es la consecución sistemática del ecocidio, del etnocidio, del genocidio diferido y también, en consecuencia, del democracidio.
Fuente: https://pradaraul.wordpress.com/2024/09/24/el-arreglo-secreto/