Unas palabras desde Colombia
Estelio Barbosa Rodríguez (numaira, pueblo Uitoto) y César Ernesto Abadía Barrero (docente, investigador y activista)
El Buen Vivir o Vivir Bien se ha acuñado como un concepto indígena andino, Sumaq Kawsay para los pueblos Quechua y Suma Qamaña para los pueblos Aymara.
Hablando sobre las chagras, aquel espacio integrado con la naturaleza en dónde pueblos indígenas amazónicos siembran sus alimentos, el numaira[1] Estelio del pueblo Uitoto nos explica que todas las plantas y animales tienen derecho a habitar la chagra y beneficiarse de ella; que en la chagra a ninguna especie se le discrimina y que hay que sembrar y reforestar y dejar que la chagra se convierta nuevamente en monte, de otra forma el agua se seca. Si bien el ciclo de la chagra es de un año y necesitan hacer talas y quemas en un nuevo sitio para poder crear una nueva chagra y cultivar, siempre se protegen los nacederos de agua y se respetan ciertos árboles. Cuando un árbol cae, por muerte natural o cuando se tumba o se quema, se deja que se vuelva rastrojo. Gracias a el trabajo de los hongos y otros organismos micro y macroscópicos, la tierra se llena de nutrientes y permanece húmeda, porque el agua se acumula en las hojas y los troncos caídos y debajo de estos.
A diferencia de la agricultura occidental con sus propuestas de monocultivo altamente productivo y a gran escala y uso de plaguicidas para controlar “plagas”, la chagra es siempre múltiple y diversa e incluye plantas comestibles, plantas medicinales y otros árboles y plantas, mal llamadas plagas, que también cumplen su función. Las chagras nunca necesitan ser regadas. Cuando la chagra ha producido muchos frutos y comida, los animales vienen a comer y esto facilita la caza. Todo esto funciona, nos dice el numaira Estelio, dentro de un respeto por la naturaleza, ya que todos, incluyendo animales y plantas, tenemos derecho a vivir y vivir bien.
El Buen Vivir o Vivir Bien se ha acuñado como un concepto indígena andino, Sumaq Kawsay para los pueblos Quechua y Suma Qamaña para los pueblos Aymara. El Buen Vivir ha ganado reconocimiento en las últimas décadas ya que las luchas de los movimientos indígenas en varios países de América Latina lograron transgredir las plataformas políticas de sectores de izquierda y volverlas no solo progresistas sino ecológicas y decoloniales.
De forma sorprendente, en una región en donde el colonialismo impuso órdenes racistas que primero esclavizaron y luego negaron la ciudadanía de pueblos indígenas y afrodescendientes, la política electoral en varios países de América Latina empezó a indigenizarse. A diferencia de las luchas históricas de partidos de izquierda que proponían tumbar el capitalismo o esperar a que se agotara como modelo social y económico debido a sus inmensas contradicciones, el pensamiento y las prácticas indígenas, como el Buen Vivir, siempre han insistido en que se puede vivir por fuera de este sistema de violencia económica impuesto desde los imperios occidentales que siempre encuentra nuevas formas para explotar humanos y naturaleza. Y si bien “tomarse el poder del estado” sigue siendo muy importante para conquistar derechos y formular políticas y programas más justos y equitativos, el estado mismo aparece como una figura colonial que no deja que formas múltiples y diversas de autogobierno logren coexistir y cooperar.
El Buen Vivir pareciera estar de acuerdo con quienes cuestionan si seguimos necesitando ser gobernados por el estado y su clase política, o si no es posible autogobernarnos e implementar nuevas formas de organización social, cooperación y coexistencia territorial. Para algunos teóricos, esta transgresión indígena al mundo de la política, la economía y las relaciones con la naturaleza también alienta un futuro post-capitalista y post-patriarcal, pensado desde la tierra y desde las fuerzas feministas ancladas a la madre tierra.
Varios de los numairas de los pueblos amazónicos se muestran muy complacidos al ver que los no-indígenas nos aproximamos a su conocimiento y queremos aprender. El numaira Estelio advierte, sin embargo, que el mundo “blanco” siempre ha venido a usar y expropiar tierras y conocimiento, ya que la vida del “blanco” es capitalista; lo único que tiene claro es que quiere acumular y entonces la vida se convierte en una competencia. Los aprendizajes en clave de pensamiento ancestral son tan sencillos como profundos, “el hombre blanco desecha todo lo pequeñito y es en el valor de todo, incluyendo lo pequeñito, que se puede vivir bien todo el tiempo y no sólo cuando hay abundancia”, recalca el numaira Estelio. A pesar de que vivimos en un mundo capitalista, él le ha enseñado a sus hijas e hijos que se puede vivir bien sin volverse capitalista. “Para vivir bien y tener lo que necesita, usted no necesita ganar mucha plata sino un orden en su vida.”
Siguiendo los postulados de Buen Vivir resulta muy sugestivo entender que basados en políticas y metas de desarrollo, organismos internacionales y gobiernos discuten miles de formas para eliminar la pobreza. Para la filosofía indígena del Buen Vivir de lo que se trata es de eliminar la concentración de riqueza ya que cuando alguien tiene más de lo que necesita atenta contra el bienestar de los otros y afecta el equilibrio del planeta. Los indígenas, según el numaira Estelio, “solo recogemos lo que necesitamos y esa forma de coexistir con la naturaleza nos ha sostenido milenariamente.”
Mientras que la praxis indígena del Buen Vivir permite que la existencia de las vidas humanas y no humanas se reproduzcan en armonía con la tierra, occidente, con su colonialismo, extractivismo y desarrollismo, ha hecho sufrir la madre tierra a tal punto que se están extinguiendo muchas formas de vida en el planeta. Y el numaira Estelio nos señala con ironía e inteligencia poética y decolonial cómo desde el discurso colonial, “el indio es el que es incivilizado.” El planeta se vuelve inhabitable, no solamente por los mal llamados desastres naturales, sino porque, en perspectiva indígena, si hemos tratado mal a la tierra, ella misma viene y nos castiga. Pero además de esto, la vida se enferma y extingue porque la comida y el agua se vienen contaminando, todo por el deseo de lucro de unas cuantas compañías transnacionales en asocio con poderes políticos mundiales y nacionales.
Y es en esos espacios pequeños, en cada chagra, en cada parcela y en cada propuesta de coexistencia armónica con la naturaleza que se puede vivir bien y vivir bonito. Y es en esta coexistencia de mundos en donde existen posibilidades de encontrarnos y hacer encuentros entre construcciones distintas de habitar la tierra. Los numairas Uitoto están muy complacidos con ver nuevas propuestas e interacciones, con conocer otras formas de sembrar y aprender tecnologías, con aprender mutuamente, inclusive de occidente cuando propone innovaciones desde su método científico que promueven la vida.
Pero aparte de todo, tenemos que ritualizar la vida en conexión con la madre tierra. Y los ritos pueden ser grandes y multitudinarios, pero también cotidianos e individuales. Y es allí donde los seres humanos podemos abrirnos a los múltiples sentidos que nos habitan para entendernos como parte de la naturaleza y saber escucharla. En el Buen Vivir, los humanos no somos el centro del universo, de la existencia o de la razón; somos otros de los muchos hijos de la madre tierra y las plantas y los animales no solo son nuestros parientes, sino que nos constituyen y dependemos de ellos, así como ellos dependen de nosotros. Superar el antropocentrismo de occidente (pensar que el humano es el centro del universo y lo que da sentido a la existencia en el planeta) y volver a la tierra parecen ser las dos enseñanzas centrales que occidente y sus occidentalizados debemos seguir para comenzar a construir muchos Buenos Vivires.
[1] Traducido como anciano. Para el pueblo Uitoto el Numaira es quien recoge toda la sabiduría indígena y merece el mayor respeto.
FUENTE: Memoria Viva de los Pueblos