Índice
Introducción |
Análisis de Coyuntura |
Contexto |
Respecto a los sucesos internacionales |
De Trump su oreja y la imposición de los «orejeros» en los Demócratas |
Protestas en Francia y Alemania por el costo de vida |
El nuevo frente en la guerra en Ucrania: Kursk |
De Chalecos Amarillos a tumbos electorales |
Un nuevo momento africano |
Venezuela sus elecciones y las falsas posturas de defensa de los derechos humanos en Occidente |
Bolivia: El MAS y la doctrina del alto mando militar |
Sobre Chile y el acontecer local |
El PC y sus dos tendencias |
Crisis interna en la derecha. Y como Hermosilla salió del grupo (de whatsapp) |
Nos cortaron la luz |
Mientras tanto en los sectores populares |
En resumen |
ANEXO |
A modo de propuestas a partir de la coyuntura |
Introducción
El análisis de los eventos ocurridos desde finales de junio hasta finales de agosto de 2024 revela una serie de acontecimientos significativos que reflejan complejos problemas estructurales y dinámicas de poder en diferentes regiones del mundo. Este intenta desentrañar las implicaciones de estos eventos y proponer acciones concretas para fortalecer el poder popular comunitario y revolucionario en América Latina y Chile. A través de este análisis, buscamos abrir un debate colectivo sobre los desafíos actuales y las posibles estrategias para enfrentarlos, centrando la acción en la construcción de la retaguardia popular, la autodefensa de la vida y los ecosistemas, sumado con la línea estratégica de construcción del poder popular comunitario, aportando en el debate de la franja más activa del conjunto popular presente, siempre a modo de propuestas o sugerencias a la militancia popular, asumiendo las dificultades del presente con la mira en la esperanza del futuro.
Documento elaborado por La Comunidad y Escuela Popular Permanente, en la región del Biobío, Chile.
Análisis de Coyuntura
Contexto
Los eventos recientes no pueden ser comprendidos sin una adecuada contextualización histórica y estructural.
La sombra de las guerras sigue alargándose en el mundo.
Los conflictos a nivel global, regional y local continúan marcando el ritmo del devenir actual. Ejemplos claros de esta dinámica son los múltiples sucesos que analizaremos a continuación. La guerra en Ucrania, agravada por la debilidad estructural de la OTAN y la desesperación de la dirigencia ucraniana al incursionar en territorio ruso, con el objetivo de mejorar su posición geopolítica, es un hecho elocuente.
A nivel local, la violencia política estatal para enfrentar los procesos de movilización y recuperación territorial, como lo que ocurre en el Wallmapu, muestra una indiferencia brutal ante las huelgas de hambre de weichafes y luchadores populares. En Estados Unidos, los intentos de asesinato contra el candidato presidencial Donald Trump y el cambio de Joe Biden por Kamala Harris en el último minuto ilustran un reordenamiento interno de enorme magnitud, como la de reposicionar una opción que le dispute realmente a Trump en las futuras elecciones. En América Latina, el reciente proceso electoral en Venezuela ha sido observado con una postura miope y funcional por parte de los dirigentes chilenos, quienes no ofrecen una solución real a la crisis regional. Además, las tensiones entre grandes conglomerados y países, como el conflicto entre Elon Musk y Brasil, subrayan los intereses económicos detrás de las decisiones políticas.
En Bolivia, el reciente golpe de Estado destaca la persistente tensión entre el poder civil y militar, un legado directo del golpe de 2019 contra Evo Morales, sumado a las divisiones internas dentro del MAS. En Europa, las elecciones en Francia han reflejado la crisis profunda del continente, con el avance preocupante de la ultraderecha y la incapacidad de la izquierda para superar la oleada neofascista. Esto es especialmente evidente en los sectores populares, que no logran generar alternativas desde abajo, libres de la supeditación al inoperante proceso democrático liberal republicano, en especial ante su política belicista.
En Palestina, el recrudecimiento del genocidio demuestra una política sistemática de ocupación y despojo por parte de Israel, algo que debería indignar a toda la humanidad. Estos ejemplos no son más que reflejos de un momento general de barbarie desbocada, impulsada por los bloques dominantes mundiales y por una oligarquía monopólica local que está dispuesta a todo para obtener más riquezas y mantener su posición hegemónica.
A esto se suma la incapacidad evidente de los sectores populares y en lucha para cambiar esta situación. Es fundamental comprender que todo esto está enmarcado en contextos históricos específicos y en dinámicas estructurales de poder que continúan moldeando los eventos actuales.
Respecto a los sucesos internacionales
El «Carnicero de Gaza» es ovacionado por el Congreso de Estados Unidos
La visita de Benjamin Netanyahu al Congreso de Estados Unidos, en medio del genocidio en Gaza, evidencia el sólido respaldo político y militar que Estados Unidos brinda a Israel, particularmente a su facción sionista. Este apoyo ha sido clave para que Israel continúe con sus operaciones militares en Gaza, las cuales han resultado en una masacre del pueblo palestino. A través del suministro de armas y financiamiento, Estados Unidos tiene una responsabilidad directa en estas acciones, lo que lo convierte en un actor clave en la perpetuación del conflicto.
Netanyahu y muchos políticos estadounidenses justifican estas acciones bajo la narrativa de la «legítima defensa» de Israel, aunque diversas organizaciones de derechos humanos han señalado que la respuesta israelí es desproporcionada y constituye un castigo colectivo contra los palestinos. Estados Unidos refuerza esta narrativa tanto en los medios de comunicación como en el ámbito diplomático, moldeando así la percepción global del conflicto y contribuyendo a la impunidad de Israel en las violaciones de derechos humanos.
El apoyo de Estados Unidos a Israel no se basa únicamente en razones políticas e ideológicas, sino también en intereses económicos y geopolíticos. Israel actúa como un aliado estratégico en Medio Oriente, mientras que las empresas estadounidenses productoras de armas se benefician directamente del conflicto. Esta relación económica y militar perpetúa un ciclo de violencia en el que Estados Unidos tiene intereses financieros[1], a costa de la paz y la justicia en la región.
La visita de Netanyahu pone en evidencia la impunidad de la que goza Israel gracias al respaldo de Estados Unidos en foros internacionales. A pesar de las violaciones al derecho internacional, Estados Unidos ha bloqueado investigaciones y sanciones contra Israel. Esto refleja una complicidad que antepone los intereses geopolíticos a los derechos humanos, mientras Gaza sufre una catástrofe humanitaria sin que se tomen medidas efectivas para detener la violencia.
Por otro lado, la resistencia en Palestina sigue enfrentando la ocupación israelí[2], donde la lucha por la autodeterminación continúa guiando el proceso.
Finalmente, como consecuencia de lo anterior, no se vislumbra un cese al fuego aceptable para los sectores políticos en Gaza, especialmente para Hamas, cuyos representantes se han retirado de las negociaciones debido a la política de asedio impuesta por Netanyahu. Este último no pretende poner fin al conflicto, sino intensificarlo para mantener su posición, la cual se ha debilitado internamente. Esta situación le resulta favorable para sus propios intereses políticos.
De Trump, su oreja y la imposición de los «orejeros» en los Demócratas
En la historia política de Estados Unidos, los intentos de asesinato, tiroteos o incluso asesinatos de presidentes han sido eventos recurrentes. Aún hoy, esta tendencia no ha llegado a su fin. El intento de asesinato de Donald Trump, que resultó en una herida en su oreja debido a un disparo, provocó un inesperado repunte en su popularidad dentro del Partido Republicano, lo que lo llevó a ser nominado sin ninguna oposición. Este incidente demostró nuevamente la capacidad de Trump para desafiar las viejas estructuras del partido, manteniéndose como expresidente y candidato que apuesta todo por regresar a la Casa Blanca.
Por otro lado, la situación médica, política y judicial que rodea a Joe Biden y su círculo cercano, tras una serie de escándalos y eventos bochornosos, ha hecho que figuras clave dentro del Partido Demócrata, como los Obama, retiren su apoyo a Biden. Esta dinámica interna ha forzado a los sectores del partido a impulsar una nueva candidata, Kamala Harris, apartando rápidamente a Biden del proceso electoral.
A esto se suma la participación abierta del bloque dominante unipolar en los conflictos bélicos globales, lo que revela una alineación con la guerra y la disputa internacional por mantener la hegemonía, sin poder controlar las profundas crisis en distintos frentes. Es importante señalar que los conflictos en Ucrania y Gaza no se resolverán antes de las elecciones internas en Estados Unidos, ya que hacerlo evidenciaría la debilidad de sus gobernantes, cuyo enfoque sigue siendo la guerra como una herramienta de dominación.
Protestas en Francia y Alemania por el costo de vida
Francia y Alemania han sido escenario de masivas protestas contra la inflación y el creciente costo de la vida, lo que refleja un malestar social en aumento en Europa. Los movimientos de izquierda han sido actores centrales en estas manifestaciones, exigiendo políticas de redistribución económica, mientras los sindicatos han retomado las huelgas como método de movilización. Sin embargo, a pesar de estas movilizaciones, no han logrado sortear la profunda crisis económica que afecta al continente europeo.
El nuevo frente en la guerra en Ucrania: Kursk
Los incidentes ocurridos en Kursk dentro del conflicto actual tienen un impacto simbólico y estratégico significativo. En primer lugar, desafían directamente la narrativa de seguridad que Moscú ha intentado proyectar, al mostrar que las fuerzas ucranianas, a menudo utilizando drones o recurriendo a sabotajes, son capaces de alcanzar objetivos en territorio ruso. Aunque estas incursiones no sean decisivas en términos militares, logran desestabilizar y socavar la moral tanto de la población rusa como de sus fuerzas armadas.
Desde una perspectiva militar, Kursk posee un valor logístico fundamental, ya que es un centro clave de transporte y comunicaciones para las operaciones rusas en Ucrania. Cualquier interrupción en la infraestructura militar de esta región podría complicar el suministro y la movilidad de las tropas rusas en el frente ucraniano. Además, la proximidad de Kursk a otras zonas estratégicas de Rusia amplifica las tensiones a lo largo de la frontera, haciendo que cada ataque o incursión en esta área tenga repercusiones más amplias.
Estas acciones refuerzan la narrativa ucraniana de que son capaces de golpear en el corazón de Rusia, desafiando la capacidad de Moscú para asegurar su propio territorio. Al mismo tiempo, este tipo de ataques eleva el conflicto a un nuevo nivel, ya que ambos países se enfrentan a una mayor posibilidad de escalada. La respuesta de Rusia ante estas incursiones podría ser más agresiva, incrementando así los riesgos de represalias amplias y descontroladas.
Lo complejo de esta situación, según varios analistas, es que lo que subyace en estos hechos es un claro fracaso de la OTAN y, en particular, de la dirección ucraniana en el manejo del conflicto bélico. Ucrania parece haber alcanzado un punto de no retorno en su capacidad militar, lo que la ha obligado a generar hechos que le permitan mantener su narrativa y asegurar un «capital» con la OTAN para continuar sosteniendo el gasto militar y la llegada de armamento. Esta estrategia busca crear mejores condiciones en una eventual negociación, aunque, hasta ahora, ninguna de las partes ha mostrado voluntad de ceder.
De Chalecos Amarillos a tumbos electorales
El movimiento de los Chalecos Amarillos en Francia fue una clara demostración de lucha y persistencia, y también expuso las contradicciones y la creciente militarización en el centro del globalismo. En las elecciones europeas, la extrema derecha, encabezada por Marine Le Pen, se impuso, lo que generó gran preocupación en toda Europa por el avance de las fuerzas ultranacionalistas y populistas, especialmente entre las clases populares. El triunfo de Le Pen reflejó el creciente malestar social y cómo, desde la ultraderecha, se construye un relato superficial pero ruidoso que no aborda las raíces profundas de la crisis que el modelo económico ha generado.
Sin embargo, poco después, el presidente Emmanuel Macron adelantó las elecciones parlamentarias con el objetivo de reequilibrar el poder en la Asamblea Nacional. En estas elecciones, la izquierda logró un avance significativo, dejando atrás al “macronismo” y formando una coalición que derrotó a la extrema derecha y a otras fuerzas políticas conservadoras. Este triunfo fue interpretado como un rechazo a las políticas de austeridad y autoritarismo que habían marcado las elecciones europeas, ofreciendo una plataforma más progresista centrada en la justicia social, el medioambiente y la protección de los derechos laborales.
Este cambio drástico entre ambas elecciones evidencia la polarización y volatilidad política en Francia, y la incapacidad de ofrecer una verdadera solución popular desde abajo que enfrente los dilemas inherentes a la acumulación de capital, su posición colonialista y su rol en la descomposición geopolítica del globalismo. En las últimas semanas, se ha observado que el conglomerado liderado por Mélenchon tampoco ha demostrado una capacidad clara de avanzar más allá de lo que ya se ha definido como un «progresismo diluido» o una «socialdemocracia neoliberal».
Un nuevo momento africano
A principios de julio, los jefes de estado de Burkina Faso, Malí y Níger se reunieron para formar la Confederación de la «Alianza de Estados del Sahel» (AES), un proyecto que venía gestándose desde 2023 y que marca un claro rompimiento de estos países con los estados coloniales, principalmente Francia. Este movimiento representa un renacer del panafricanismo de los años 40 y 50 del siglo pasado, reafirmando la idea de alcanzar una independencia económica y financiera, dejando atrás el control imperial ejercido por la «Comunidad Económica de los Estados de África Occidental» (CEDEAO).
Sin embargo, este panorama está lleno de luces y sombras. Para lograr la expulsión del imperio francés y estadounidense, estos países han debido apoyarse en Rusia y su ejército mercenario, Wagner, que a cambio de acceso a la explotación de oro y otros recursos brinda protección a estos gobiernos. Este apoyo no solo los defiende de las amenazas directas de los ejércitos coloniales, sino también de grupos yihadistas como Al Qaeda, que se fortalecieron tras la intervención francesa en Libia.
A finales de julio, el grupo Wagner sufrió una emboscada en la que, según algunas fuentes, perdió alrededor de 80 efectivos, convirtiéndose en el ataque más mortífero contra los mercenarios rusos en la región. Pronto se reveló que la emboscada fue ejecutada por grupos yihadistas con la ayuda de la inteligencia ucraniana, en un intento por internacionalizar su conflicto. Esto llevó a Malí y Níger a romper relaciones diplomáticas con Ucrania en los primeros días de agosto.
El Sahel se está transformando rápidamente en un polvorín, impulsado por las necesidades imperiales de los dos bloques geopolíticos. En el medio queda un pueblo con vastos recursos bajo sus pies, un profundo resentimiento hacia los invasores imperiales, y la disposición de pactar con cualquier fuerza que ofrezca una alternativa viable para su liberación.
Se espera que los conflictos en la región continúen escalando, especialmente a medida que más armas occidentales destinadas a la guerra en Ucrania lleguen a África, mientras que el bloque oriental siga necesitando los recursos de la zona. Las luchas locales y regionales están tomando una dimensión más amplia, y la situación parece dirigirse hacia un aumento en la inestabilidad y el conflicto en la región.
Venezuela, sus elecciones y las falsas posturas de defensa de los derechos humanos en Occidente
El proyecto bolivariano, y lo que alguna vez se conoció como el «Golpe de Timón», indicaciones previas a la muerte de Chávez, han pasado progresivamente a un segundo plano desde 2016-2017. Actualmente, estas directrices parecen ser malinterpretadas en su verdadero objetivo: construir un proceso socialista genuino, basado en el Poder Popular, que no se limite a una simple pantomima de dicho ideal. En lugar de una respuesta popular y revolucionaria frente a la creciente arremetida imperialista, se ha optado por atrincherarse en estructuras estatales y partidarias, replicando viejas prácticas en escenarios similares.
Las elecciones recientes en Venezuela ejemplifican este encierro. El régimen ha buscado proteger su proceso interno, cerrando cualquier espacio a sus adversarios. Esto refleja un momento político tanto local como global en el que el madurismo entiende que debe resistir todos los embates, asumiendo las consecuencias de esa postura. Paralelamente, un sector de la oposición, con una actitud belicista (pidiendo incluso intervenciones militares extranjeras como vía para avanzar), esperaba una victoria que no se correspondía con la realidad del conflicto interno.
La situación de Venezuela también está marcada por una disputa geopolítica más amplia. Estados Unidos, China y Rusia mantienen tensiones en diversas regiones y sectores, y Venezuela es un territorio clave en esta pugna. No es casualidad que casi todo el bloque de los BRICS y sus aliados reconozcan el proceso venezolano, mientras que el Unipolarismo globalista y continentalista se niega a hacerlo de manera formal.
Este contexto expone la doble moral occidental. Un ejemplo claro es el régimen de Netanyahu en Israel, responsable de una masacre humana, y que sin embargo sigue siendo exaltado como un líder, sin que su liderazgo ni sus acciones sean cuestionados en la esfera política internacional. Otro ejemplo de esta hipocresía fue el robo de las elecciones presidenciales en Estados Unidos en el año 2000, cuando George W. Bush derrotó a Al Gore en un proceso lleno de irregularidades que nadie cuestionó posteriormente, consolidando así el liderazgo de la mayor potencia bélica del mundo.
En definitiva, la coyuntura en Venezuela resalta una vez más la cruda realidad de la disputa por el poder y la incapacidad de articular una salida estratégica que apueste por una nueva geometría del poder, basada en la construcción real del Poder Popular. Además, el presidente de Chile, Gabriel Boric, ha aprovechado esta situación para proyectar una imagen de pureza moral que no se corresponde con su realidad política. Desde que es dirigente, y especialmente desde su mandato como presidente, Boric ha actuado en completa sintonía con los intereses de los poderes reales y oligárquicos del país, tomando decisiones que profundizan la crisis y las contradicciones que enfrenta el pueblo chileno, en especial el pueblo mapuche.
Bolivia: El MAS y la doctrina del alto mando militar
El Golpe de Estado en Bolivia, si bien fue una situación que se pudo superar en un día evidencia varias situaciones, la primera es la incapacidad del poder civil de someter totalmente al poder militar luego de lo ocurrido el 2019 con el golpe de estado contra Evo Morales, donde todavía tienen a Añez en la cárcel, y por otra parte se indica que dicho golpe fue un autogolpe de Arce para acrecentar su poder frente a las elecciones venideras y sortear las críticas del sector de evo morales que como consecuencia de sus diferencias tienen dividido el partido gobernante MAS.
El reciente golpe de Estado en Bolivia, ocurrido hace unos meses, expuso nuevamente la fragilidad de las instituciones democráticas y la relación entre el poder civil y militar en el país. A pesar de que se logró superar la crisis en un corto periodo de tiempo, el evento puso en evidencia la persistente influencia del alto mando militar en la política boliviana. Desde el golpe de 2019 que derrocó a Evo Morales, el MAS y el gobierno no han logrado someter completamente al poder militar, lo que genera dudas sobre la estabilidad a largo plazo de la democracia en el país.
Este último golpe ha sido interpretado por algunos sectores como un autogolpe orquestado por el propio presidente Luis Arce, en un intento de consolidar su poder frente a las críticas internas dentro del Movimiento al Socialismo (MAS). La división entre el sector leal a Evo Morales y el actual gobierno de Arce ha debilitado la cohesión del partido, y algunos analistas sugieren que esta maniobra podría ser una forma de Arce de desviar las críticas y reafirmar su liderazgo antes de las próximas elecciones.
Este golpe reciente no solo destaca las debilidades internas del gobierno, sino que también es una demostración de como el concepto de poder, el vínculo con las fuerzas armadas, e devenir de lo que va quedando del progresismo desdibujado y las estructuras organizativas del siglo XX hacen aguas, cuando no son los espacios populares que resuelvan de manera total las contradicciones generadas por el capital y el Estado.
Sobre Chile y el acontecer local
Al recapitular los eventos de los últimos meses, se evidencia cómo la aceleración de las contradicciones del modelo chileno, ya anticipada desde hace años, ha alcanzado un punto en el que los métodos tradicionales de contención resultan cada vez más ineficaces. El propio sistema, diseñado para mantener un equilibrio mediante ajustes superficiales, ha sido forzado a mostrar su verdadera faceta: una violencia cruda y descarada dirigida a someter y dominar cualquier forma de resistencia. Bajo esta perspectiva, destacan los siguientes acontecimientos:
Represión, represión, represión.
Los allanamientos en sectores populares, tanto en comunidades chilenas como mapuche, continúan. Uno de los casos más preocupantes fue el operativo en Villa Francia, donde varios militantes populares fueron encarcelados con prisión preventiva, coincidiendo con la conmemoración de la muerte de Luisa Toledo. En este contexto, se allanaron también comedores populares y la Radio Villa Francia, un medio de comunicación contrahegemónico. Este tipo de operativos, liderados por el gobierno, muestran un patrón claro: se aprovechan momentos simbólicos para actuar bajo la lógica del «enemigo interno», enviando un mensaje fuerte y claro a quienes cuestionan el modelo y el sistema dominante.
Por otro lado, en wallmapu, se ha mantenido la política de militarización y criminalización de quienes luchan, dónde el último tiempo se ha dirigido hacia quienes ejercen el control territorial como medio para la reconstrucción del pueblo – nación mapuche, un ejemplo de ello es el allanamiento a la escuelita kimeltuwe en lleu-lleu que es un proyecto educativo autónomo, así como también hacia otros predios que han sido recuperados por parte de comunidades a la industria forestal. Todo esto, mientras el estado mantiene una lógica de respaldo hacia los intereses extractivistas que depredan el wallmapu.
Las huelgas de hambre de Jones Huala y Llaitul, que se llevaron a cabo en distintos momentos de agosto, tuvieron un impacto severo en la salud de ambos weichafe. A pesar de ello, el gobierno no tomó en consideración los tratados internacionales como el convenio de la OIT, que exige un trato especial a personas pertenecientes a pueblos originarios.
La situación de Facundo Jones Huala es especialmente trágica. Durante su huelga de hambre seca, su hermano se suicidó, agravando aún más la situación. Finalmente, el Estado chileno se vio obligado a cumplir con la sentencia, aunque inicialmente se había negado a liberarlo. El trato al que fue sometido Jones Huala, incluso tras su liberación, ha sido descrito por muchos como un método de tortura, con un claro ensañamiento. Su madre, en colaboración con grupos de apoyo, luchó incansablemente para que el Estado acatara la sentencia, aunque la injusticia y el sufrimiento persistieron.
Otro ejemplo de como el Estado castiga y encarcela a quienes luchan, es el de los jóvenes weichafe de la CAM, dentro de los que destaca Ernesto Llaitul, hijo del líder de la CAM, quien junto a otros 3 comuneros, fueron absueltos, luego de casi dos años de prisión, por falta de pruebas que los vincularan a los hechos por los que se les acusaba.
En el caso de Héctor Llaitul, líder de la Coordinadora Arauco-Malleco (CAM), su situación judicial también presenta un panorama complejo. A pesar de la resistencia de las comunidades y organizaciones, Llaitul enfrenta más de 20 años de prisión, en un proceso judicial que refleja las tensiones históricas entre el Estado chileno y el pueblo mapuche.
Además, el conflicto en el Wallmapu sigue intensificándose. El Estado chileno detuvo a tres de los cuatro imputados por los asesinatos de tres carabineros que posteriormente fueron quemados. Este operativo, realizado justo antes de una posible renuncia del general director Ricardo Yañez, fortaleció su posición política, blindándolo ante las críticas. La situación involucra a la familia Antihuen, acusada por la fiscalía y medios de comunicación, principalmente por su participación en una acción que buscaba la recuperación de armamento, pero que culminó en el trágico asesinato.
Este escenario refuerza la política de represión y militarización que ha caracterizado la respuesta del Estado chileno, no solo en las fronteras del norte o en el Wallmapu, sino también en los centros urbanos. La implementación de esta lógica de defensa por medio de violencia y control sigue extendiéndose, como se ha visto en comunas como Maipú, donde alcaldes como Vodanovic mantienen estas políticas como opción latente.
En resumen, el panorama actual refleja la creciente militarización del Estado y la profundización de las tensiones sociales, alimentadas por un sistema incapaz de ofrecer respuestas efectivas a los problemas estructurales que enfrenta Chile. La violencia y represión parecen ser, una vez más, las herramientas preferidas del bloque dominante para mantener el control.
El PC y sus dos tendencias
En los últimos meses, se ha vuelto más evidente la disputa interna en el Partido Comunista (PC), un conflicto que revela un quiebre entre sus diferentes sectores. Por un lado, está la actual conducción del partido, que ha sido crítica en algunos aspectos de la gestión gubernamental, como el allanamiento en Villa Francia y otros temas menores que han sido considerados más como gestos simbólicos, como lo ocurrido en Venezuela. Por otro lado, existe un sector totalmente alineado con el gobierno, con un enfoque más pragmático y adaptado a un proceso de transición interna, en el cual se deberá elegir un nuevo comité central del PC.
Podríamos definir a la primera tendencia como una «continuidad teórica» del espíritu tradicional del partido, mientras que la otra tendencia podría denominarse «renovación», aunque en realidad representa una mayor entrega al pragmatismo y a la alineación con la coalición gobernante, especialmente con los sectores más cercanos al Frente Amplio. Este sector «renovador» está vinculado a un estilo político que muchos consideran parasitario, donde predominan las lógicas de adaptación al poder establecido.
El desenlace de esta disputa interna y la futura hegemonía en el partido dependerán del resultado de los próximos procesos electorales internos, lo cual es crucial para definir los intereses reales del PC en el contexto actual. Como se ha mencionado en otros análisis, esta estructura partidaria ha abrazado sin reparo los elementos de dominación vinculados al neoliberalismo y sus lógicas militaristas, con cambios que, en su mayoría, han sido más estéticos que sustantivos.
Crisis interna en la derecha. Y como Hermosilla salió del grupo (de whatsapp)
En la derecha, la crisis interna, especialmente entre Chile Vamos y los Republicanos, está lejos de resolverse. Esta pugna se ha manifestado en la reciente inscripción y despliegue de candidaturas a alcaldes y concejales, dejando en evidencia las tensiones. En este escenario, figuras como José Antonio Kast (JAK), Evelyn Matthei y el sector piñerista no solo están fracturados, sino que mantienen una guerra interna por el control del bloque y la estrategia electoral para liderar el Ejecutivo y el Congreso.
La situación se ha complicado aún más con el caso Hermosilla, que ha salpicado a diversos sectores, incluyendo a la policía, el poder judicial, el Congreso, la ANFP y empresarios. Este escándalo continúa generando consecuencias, revelando la corrupción, el saqueo y cómo el verdadero poder opera en la realidad. Ha impactado profundamente la narrativa de la derecha, que anteriormente cuestionaba las prácticas políticas del Frente Amplio y se aferraba al discurso sobre Venezuela como una herramienta de contención, discurso que se derrumbó como un tsunami con este caso.
El intento de renovar el legado piñerista ha quedado en nada debido a los estrechos vínculos con Hermosilla, y la cabeza visible de esa renovación, Andrés Chadwick, está profundamente implicado en las operaciones relacionadas con el gobierno del difunto Sebastián Piñera.
En ese mismo contexto, el poder judicial opera como una cloaca estancada, centrada en su propio salvataje interno. Harán lo necesario para proteger sus estructuras, incluso entregando a jueces cuando sea conveniente. Esto demuestra que el supuesto poder del «imperio de la ley», es decir, el espacio formal del poder encargado de ejecutar lo que el legislador establece, ha perdido sentido en la teoría y en la práctica.
Los medios de comunicación masiva también han comenzado a posicionarse frente a esta crisis. Por ejemplo, el canal de Luksic sugiere la necesidad de un gran pacto para enfrentar la complejidad del escenario actual y evitar un mayor desgaste, similar al acuerdo congresal de años pasados que buscaba un salvataje. Por otro lado, existe la opción de seguir un proceso de descomposición lenta, sin un claro rumbo.
Este es, sin duda, uno de los asuntos más complejos en el panorama público actual, donde la élite parece estar dando vueltas en círculos, sin soluciones claras.
Nos cortaron la luz.
El modelo trasnacional que promueve la externalización y privatización de servicios básicos ha alcanzado un nuevo nivel de complejidad, particularmente en el caso de la energía eléctrica. El gobierno actual, en un pacto transversal con la casta política, decidió otorgar más beneficios a las distribuidoras de electricidad de capitales italianos y chinos (ENEL y CGE, respectivamente). Esto ha provocado un alza sostenida en las tarifas de la luz, que podría oscilar entre un 20% y un 50%, con la implementación total prevista para 2025. Esta dinámica profundiza la precarización de los sectores populares, quienes deben absorber el impacto de las constantes alzas en todos los aspectos de su vida diaria.
A este contexto se suma la aplicación de dicho aumento en un momento particularmente crítico: uno de los temporales más fuertes del año azotó varias regiones del país, incluida la capital, dejando a millones de personas sin electricidad. Este hecho afectó gravemente la vida cotidiana, precarizando aún más la existencia de muchas personas, con problemas asociados a la conservación de alimentos, medicamentos, interrupción de cadenas de frío, entre otros. La falta de respuesta efectiva por parte de las empresas, incapaces de resolver los problemas propios de su industria monopolística, generó focos de movilización que, aunque no llegaron a escalar, revelaron el creciente malestar, indignación y hartazgo de la población. Este descontento se suma a la fragilidad estructural y la ausencia de reformas profundas en las esferas productivas y reproductivas.
En un supuesto tono amenazante, el gobierno insinuó que ENEL podría perder la concesión, pero hasta la fecha nada ha ocurrido. Lo más probable es que se busque una salida política desde arriba, que podría implicar ceder la concesión a otra empresa privada transnacional, sin abordar de fondo el problema de la soberanía energética del pueblo chileno sobre su propio destino.
Mientras tanto en los sectores populares…
La complejidad del escenario actual también se refleja en la baja intensidad de las resistencias populares. Aunque se han producido algunas movilizaciones de docentes, estudiantes, sectores poblacionales y del pueblo mapuche—que han impulsado recuperaciones y sabotajes—y se han reactivado las huelgas laborales, así como manifestaciones feministas en torno al caso Macaya y los diferentes casos de femicidios ante los cuales se activan las redes de apoyo y solidaridad, o las manipuladoras de alimentos de JUNAEB, estas acciones, por sí solas, no han sido suficientes para articular una respuesta coordinada, integrada y contundente que pueda hacer frente de manera totalizante a la situación política actual.
La coyuntura exige una mayor capacidad organizativa, articulación entre los distintos sectores y una estrategia más profunda para enfrentar las crisis que atraviesan al país en todos sus niveles.
En Resumen
En definitiva, en este contexto, el sector hegemónico del bloque en el poder permanece impávido ante la compleja situación global. A nivel interno, se adhieren a dos máximas fundamentales: mantener la dominación mediante la militarización autoritaria y paliar la precarización generalizada a través de un esquema de subsidios, o lo que podemos denominar una «renta básica neoliberal». Este enfoque tiene como único objetivo salvar al capital y preservar la representatividad formal e informal del bloque dominante, pero no ofrece soluciones para los problemas estructurales que enfrenta el país.
Las crisis interburguesas, desencadenadas por casos como el de ENEL y el escándalo Hermosilla, sumadas a la incapacidad de las grandes empresas para resolver las contradicciones del neoliberalismo, revelan las tensiones internas. Estas crisis se ven además amplificadas por los problemas históricos del patriarcado y la lógica colonial, que impiden cualquier salida a corto plazo.
En conclusión, el texto analiza diversas crisis políticas, sociales y económicas a nivel global y local, destacando la persistencia de problemáticas como los intentos de asesinato en la política estadounidense, las protestas masivas en Europa por el costo de vida, y los conflictos en Ucrania y África. También aborda la compleja situación de Venezuela, marcada por la resistencia interna frente a la injerencia internacional, y el panorama en Bolivia, donde el poder militar sigue siendo un factor desestabilizador. En Chile, la creciente militarización, la represión en comunidades mapuche, y las divisiones internas tanto en la izquierda como en la derecha, reflejan un contexto de crisis profunda que el modelo neoliberal no ha logrado resolver. Las movilizaciones sociales, aunque significativas, carecen de la articulación necesaria para generar un cambio estructural, mientras que el poder político y económico se aferran a soluciones superficiales que no abordan las causas fundamentales de los conflictos. Ante este escenario, el descontento social sigue en aumento, dejando un futuro incierto, con la posibilidad de que las fuerzas populares logren articularse y empujar hacia una transformación real del sistema.
ANEXO
Compañerxs de la lucha popular, organizaciones políticas y sociales, luchadorxs incansables:
En estos tiempos de urgencia y transformación, les invitamos a un diálogo abierto y constructivo sobre nuestro presente y futuro colectivo. Esta sección no pretende imponer verdades absolutas, sino abrir un espacio de reflexión y debate sobre las tácticas y estrategias que pueden fortalecer el movimiento popular.
Desde nuestra perspectiva en el sur global, consideramos fundamental poner sobre la mesa una serie de propuestas que responden a la coyuntura actual. Estas ideas no son dogmas, sino puntos de partida para una conversación más amplia que involucre a todxs lxs que formamos parte de esta lucha.
Les animamos a explorar estas propuestas con espíritu crítico y creativo. Tomen lo que les resulte útil, cuestionen lo que no les convenza y, sobre todo, enriquezcan este diálogo con sus propias experiencias y perspectivas. Nuestro objetivo es avanzar juntxs en lo que sea posible, siempre en pos de la emancipación y el bienestar de nuestros pueblos.
Recordemos que la flexibilidad táctica es nuestra aliada en estos tiempos cambiantes. Por eso, les invitamos a debatir, reflexionar y conversar de cara al pueblo que se organiza. Juntos, podemos forjar un camino hacia un futuro más justo y solidario.
Algunas Propuestas del Quehacer
Para afrontar la coyuntura expuesta, que se caracteriza por una crisis del modelo neoliberal, la militarización, la represión de los movimientos populares, y el agotamiento de las formas tradicionales de lucha política, es crucial que una organización revolucionaria que apuesta por el poder popular revolucionario desarrolle una estrategia que responda a estas circunstancias. A continuación, se presentan las propuestas para el contexto actual:
1. Estrategia de construcción de poder popular comunitario
- Desarrollo de asambleas territoriales autónomas: En respuesta a la creciente represión y militarización en sectores como el Wallmapu y los barrios populares de Santiago, se debe fortalecer la organización comunitaria a través de asambleas populares, en los barrios, trabajo, educación, etc. que actúen de manera independiente del Estado. Estas asambleas deben centrarse en la defensa de los derechos básicos y la gestión de bienes comunitarios (como el acceso a la energía, agua y alimentación), creando redes de solidaridad y resistencia territorial.
- Control comunitario de los bienes básicos: Ante la privatización de servicios básicos y el alza de tarifas, como en el caso de la electricidad con ENEL y CGE, es necesario impulsar propuestas de control comunitario de los bienes comunes, exigiendo la soberanía energética y alimentaria. Esta táctica se puede articular con campañas locales que expongan las injusticias del sistema de concesiones y busquen la autogestión de servicios en los barrios más golpeados por estas alzas.
2. Movilización y resistencia frente a la represión y la militarización
- Defensa activa de los derechos humanos y los territorios: En la coyuntura actual de militarización, como en los allanamientos en Villa Francia y el Wallmapu, es esencial establecer comités de defensa de los derechos humanos en cada territorio. Estos comités deben actuar de manera coordinada con otras organizaciones para denunciar las violaciones de derechos y documentar la represión estatal, fortaleciendo alianzas con organismos internacionales de derechos humanos.
- Organización de brigadas de autodefensa comunitaria: La represión estatal ha intensificado el conflicto en territorios clave. En respuesta, es necesario formar brigadas de autodefensa que protejan las movilizaciones y a las comunidades vulnerables de la violencia policial, militar, patriarcal y del narco. Esto implica una formación colectiva en tácticas de resistencia y, si es necesario, en autodefensa activa en casos de represión directa.
3. Fortalecimiento del movimiento de trabajadorxs y sectores precarizados
- Reactivación de huelgas laborales y organizativas: Dada la creciente precarización laboral y las alzas en los costos de vida, es crucial impulsar la unidad de los sectores más afectados, como las manipuladoras de alimentos de JUNAEB, docentes y trabajadores del sector público. A través de la organización de huelgas sectoriales, acompañadas de una coordinación intersindical, se debe visibilizar la necesidad de mejorar las condiciones laborales y los derechos de los trabajadores/as, mientras se construyen formas de resistencia económica y autogestión en los territorios.
- Constitución de sindicatos clasistas y otras formas de organizar a los sectores laborales del siglo XXI: El debilitamiento de los sindicatos tradicionales debe ser aprovechado para formar organizaciones de trabajadores/as y/o sindicatos de nuevo tipo, más combativos y clasistas, que apunten a una transformación estructural del sistema. Estas asambleas laborales deben rechazar las negociaciones conciliadoras y, en cambio, apostar por la lucha directa en las calles, vinculándose con los movimientos sociales y territoriales.
4. Acción política para deslegitimar al Estado neoliberal
- Campañas de denuncia pública sobre la corrupción y la colusión del poder político y económico: El caso Hermosilla, los escándalos en el poder judicial, y las acciones represivas del gobierno de Boric ofrecen una oportunidad para deslegitimar al sistema político. Se deben impulsar campañas mediáticas y territoriales que expongan la corrupción y el saqueo de los recursos públicos por parte de la élite, conectando estas denuncias con las demandas populares de justicia y redistribución económica.
- Impulsar una plataforma de resistencia y rechazo a las elecciones institucionales: Dada la crisis interna de los partidos políticos tradicionales, tanto en la izquierda como en la derecha, se debe rechazar la participación en elecciones institucionales que solo perpetúan el sistema neoliberal. En su lugar, es necesario promover la abstención activa y la organización de plataformas de resistencia electoral que cuestionen el modelo y fortalezcan las formas de poder popular.
5. Tácticas de movilización y protesta con articulación popular
- Escalamiento de movilizaciones masivas y coordinadas: A partir de los ejemplos de movilización, como las huelgas, protestas feministas y las acciones del pueblo mapuche, se debe trabajar en una coordinación más amplia que permita articular estas luchas de forma conjunta. Es fundamental establecer un calendario unificado de acciones, como manifestaciones, paros y bloqueos, que envíen un mensaje contundente de rechazo al sistema vigente.
- Ocupación de espacios públicos y estratégicos: Aprovechando el creciente descontento social, se debe promover la ocupación de plazas, edificios públicos y espacios simbólicos de poder, tal como ocurrió en las movilizaciones de 2019. Estas acciones tácticas deben ir acompañadas de demandas claras que conecten con la crisis social, económica y política del país, buscando visibilizar y presionar al gobierno y a la élite.
6. Fortalecimiento de la narrativa revolucionaria
- Desarrollo de medios de comunicación populares y contrahegemónicos: La represión de medios como Radio Villa Francia pone en evidencia la necesidad de contar con una red de medios populares que contrarresten la narrativa oficial. Se debe fortalecer la creación de radios comunitarias, prensa digital y plataformas audiovisuales que permitan transmitir las luchas de los territorios y articular las demandas populares, vinculándose con movimientos internacionales.
- Impulsar la narrativa de una salida anticapitalista y anti patriarcal: La coyuntura actual ofrece una oportunidad para posicionar un discurso revolucionario que rechace las soluciones neoliberales y promueva un proyecto popular, anticapitalista, feminista, eco comunitarista y anticolonial. Este discurso debe conectar las diversas luchas (socioambiental, poblacional, mapuche, feminista, laboral, estudiantil) bajo un marco común de transformación sistémica y construcción de una sociedad radicalmente distinta.
7. Alianzas internacionales y solidaridad
- Fortalecimiento de lazos con movimientos internacionales: En un contexto de crisis global, como la guerra en Ucrania, las protestas en Francia y Alemania, y el conflicto en el Sahel, es fundamental construir alianzas internacionales con movimientos que también luchan contra el imperialismo y el neoliberalismo. Estas alianzas deben servir no solo para intercambiar experiencias y estrategias, sino también para crear una red de solidaridad activa que apoye las luchas locales e internacionales.
- Solidaridad concreta con el pueblo mapuche y otros pueblos oprimidos: A nivel regional, se debe fortalecer la solidaridad con las luchas de los pueblos originarios, especialmente el pueblo mapuche, cuyo conflicto con el Estado chileno se ha recrudecido. Esto implica tanto apoyo logístico como visibilización internacional de la represión y la lucha por la autodeterminación.
Adicional a lo anterior, la construcción de una retaguardia popular en la coyuntura actual, caracterizada por la represión, la militarización y la precarización, es crucial para sostener la resistencia y avanzar hacia la consolidación de la estrategia del poder popular comunitario. La retaguardia no solo debe ser un espacio de apoyo logístico y protección, sino también un núcleo de formación, organización y regeneración para las luchas. A continuación, se presentan las principales orientaciones para construir una retaguardia popular en este contexto.
1. Fortalecer las Redes de Apoyo Mutuo
- Sistemas de abastecimiento colectivo: Crear redes de apoyo que aseguren el acceso a alimentos, medicinas y recursos básicos para las comunidades más afectadas por la crisis y la represión. Esto puede incluir la creación de cooperativas de consumo, huertos comunitarios, y redes de distribución local que permitan garantizar la autosuficiencia de las zonas movilizadas.
- Comedores y centros de salud populares: En barrios y territorios donde la represión o la precarización sean más intensas, es clave establecer comedores populares y centros de salud autogestionados. Estos espacios deben ofrecer apoyo a quienes participan activamente en la lucha, brindando alimento, atención médica básica y contención psicológica.
- Redes de refugio y resguardo: Dado el aumento de la represión estatal, es necesario construir una red de refugios seguros para quienes sean perseguidos o estén en situación de riesgo por su participación en las movilizaciones. Estas redes pueden basarse en la solidaridad entre comunidades, utilizando casas particulares, centros comunitarios o iglesias dispuestas a ofrecer resguardo.
2. Generar Espacios de Formación y Capacitación Política
- Escuelas de formación política: Para construir una retaguardia efectiva, se debe apostar por la formación integral de militantes y personas de las comunidades. Estas escuelas deben enseñar desde historia de la lucha de clases, teoría política revolucionaria, hasta tácticas de organización popular y autodefensa. La educación política debe ser un componente central para preparar a las nuevas generaciones de activistas y fortalecer su conciencia crítica.
- Capacitación en autogestión y soberanía territorial: La retaguardia debe formar a los militantes en prácticas de autogestión, como la producción de alimentos, energía comunitaria y la gestión de bienes comunes. Además, se deben impulsar talleres sobre soberanía territorial, enseñando a las comunidades a gestionar sus recursos sin depender del Estado o el mercado neoliberal.
3. Organización de la Autodefensa Popular
- Brigadas de autodefensa: La represión por parte de las fuerzas estatales, tanto en las ciudades como en zonas rurales como el Wallmapu, hace necesaria la creación de brigadas de autodefensa comunitaria. Estas brigadas deben estar preparadas para proteger a las comunidades y movilizaciones frente a la violencia estatal y para enfrentar situaciones de represión directa, como allanamientos o desalojos. La formación en tácticas de defensa no violenta, el manejo de situaciones críticas y la seguridad comunitaria es clave para garantizar la protección de las personas.
- Redes de comunicación segura: Para evitar la infiltración y la persecución por parte de las fuerzas del Estado, se deben establecer redes de comunicación seguras y encriptadas entre los diferentes núcleos de la retaguardia. Es vital que las comunidades y organizaciones sepan cómo proteger sus datos y comunicaciones, asegurando que la información estratégica no caiga en manos de quienes buscan desarticular la resistencia.
4. Cultura y Memoria como Herramientas de Resistencia
- Centros culturales comunitarios: La retaguardia debe incluir la creación de centros culturales donde las comunidades puedan expresar su historia, su lucha y su resistencia a través del arte, la música, el teatro y otras formas de cultura popular. Estos espacios no solo son clave para mantener la moral alta, sino también para generar conciencia y mantener viva la memoria de las luchas pasadas y presentes.
- Reivindicación de la memoria histórica: Un aspecto esencial de la retaguardia es la preservación y promoción de la memoria histórica de las luchas populares. Deben organizarse actividades conmemorativas, actos públicos y publicaciones que rescaten la historia de resistencia, especialmente en territorios que han sido duramente reprimidos. La memoria es una herramienta de lucha contra el olvido y la impunidad.
5. Fortalecer la Solidaridad Internacionalista
- Redes de solidaridad internacional: Es esencial establecer vínculos con movimientos internacionales. Estas alianzas permiten intercambiar experiencias, recursos y estrategias, además de visibilizar las luchas locales a nivel global. La retaguardia debe ser un espacio donde se promueva el internacionalismo revolucionario, conectando las luchas del pueblo chileno con las de otros países de América Latina, África, Asia y Europa.
- Apoyo logístico internacional: A través de estas redes internacionalistas, la retaguardia debe poder recibir apoyo logístico desde el extranjero, como recursos financieros, materiales médicos y alimenticios, o asistencia técnica en comunicación y tecnología para reforzar la lucha local.
6. Estrategias de Cuidado Colectivo y Salud Mental
- Espacios de cuidado y apoyo psicológico: El impacto de la represión y la precarización tiene efectos profundos en la salud mental de los militantes y las comunidades. La retaguardia debe establecer espacios de cuidado y contención emocional, donde las personas puedan procesar los traumas de la lucha. Estos espacios pueden incluir atención psicológica, acompañamiento emocional, y el fomento de prácticas de autocuidado colectivo.
- Autocuidado como parte de la lucha: En un contexto de agotamiento prolongado por la represión, es importante que el autocuidado sea una parte central de la retaguardia. Promover espacios de descanso, cuidado físico y emocional debe ser parte de la estrategia para garantizar la sostenibilidad de la lucha a largo plazo.
7. Economías Solidarias y de Resistencia
- Fomento de cooperativas y economías populares: Para contrarrestar los efectos de la precarización y el capitalismo neoliberal, se debe impulsar la creación de cooperativas y redes de economía popular. Estas estructuras económicas deben ser autónomas y responder a las necesidades de la comunidad, construyendo una alternativa económica frente al mercado capitalista. Las cooperativas de producción, consumo y distribución deben ser el pilar de una economía solidaria.
- Autogestión de fondos y recursos: La retaguardia debe contar con mecanismos de financiamiento alternativo que permitan sostener las actividades de resistencia. Esto puede incluir la creación de fondos colectivos, donaciones solidarias y la producción autogestionada de bienes que generen ingresos para la lucha. La transparencia y la gestión democrática de los recursos es esencial para mantener la confianza dentro de las comunidades.
8. Articulación con las Luchas en Primera Línea
- Vínculo directo con las movilizaciones: La retaguardia debe estar estrechamente conectada con quienes están en la primera línea de las luchas y movilizaciones. Esto implica no solo apoyar logísticamente, sino también actuar como un respaldo estratégico para mantener la continuidad de las acciones en las calles. La retaguardia debe ser capaz de reabastecer, brindar refugio y ofrecer cuidados a quienes participan en las acciones más directas, garantizando que la resistencia no se agote.
- Reorganización después de la represión: Cuando se enfrenten momentos de fuerte represión, la retaguardia debe tener la capacidad de reorganizar rápidamente a las fuerzas populares, actuando como un espacio de reagrupamiento, reconstrucción y replanteamiento de las estrategias de lucha. Esto incluye coordinar la liberación de presos políticos, garantizar la seguridad de los militantes y planificar las siguientes etapas de la resistencia.
- Uso de Tecnologías Alternativas: Aprovechar las herramientas tecnológicas para mejorar la organización, comunicación y ejecución de proyectos comunitarios, siempre protegiendo la privacidad y seguridad de los participantes.
- Estrategias No Convencionales: Incorporar formas creativas de protesta y resistencia que capten la atención pública y generen impacto, como performances artísticos, intervenciones urbanas y campañas virales.
[1] https://www.dw.com/es/ee-uu-aprueba-vender-a-israel-usd-20000-millones-en-armas/a-69933291
[2] https://www.resumenlatinoamericano.org/2024/08/18/palestina-compleja-operacion-de-la-resistencia-abate-a-varios-soldados-israelies/