Un grupo de niñas y niños palestinos piden comida con sus ollas vacías tras una valla de Rafah, el 25 de febrero de 2024. © Abed Zagout / Anadolu vía Getty Images.
La esencialización es una estrategia colonial y neocolonial que se alimenta del prejuicio racial, que puede manifestarse tanto en el desdén como en la condescendencia. A pesar del cruel genocidio que viven los palestinos debemos resistir la tentación de verlos únicamente como víctimas, lo que sin embargo no los convierte en victimarios, más bien en resistentes. Su feroz resistencia a la ocupación colonial Israelí ha demostrado desde siempre su calidad de sujetos libres que luchan por su autodeterminación que les ha sido sistemáticamente negada.
La lingüista indígena Yasnara Aguilar sostenía que lo peor que se puede hacer es esencializar a los indígenas al negarles su capacidad de hacer el mal[i]. Esencializar equivale a congelar en el tiempo, a negarles historicidad y capacidad de transformación. Aún más, es signo de un racismo profundo –a veces inconsciente- que ese Otro, cuyas características de sujeto histórico le es denegada, vive, por tanto, en otra esfera ontológica más allá del tiempo, del bien y del mal[ii]. Por lo tanto, al esencializar a indígenas así como a palestinos– lo que hacemos es negarles su calidad de humanos que habitan la misma esfera ontológica que supuestamente habitamos todos y que el contrato racial – la diferenciación ontológica entre el blanco y el no-blanco- se empecina en excluir.
El espectáculo del híperimperialismo trata justamente de volcar el odio hacia quien se rebela a sus políticas opresoras deshumanizando y deslegitimando esa resistencia y lucha. De ahí todas esas absurdas acusaciones de “Hamas es ISIS” o “Hamas son los nuevos nazis” o la idea de progrom antijudío repetida sobre todo en Alemania para resaltar la violencia de esos ataques como si no tuvieran razón alguna que las guíe. Es tratar de guiar la narrativa de tal forma que el Otro es siempre más bárbaro y más cruel. Pero lo que esconden todos estos intentos de realzar la violencia del Otro es la incapacidad y la negativa a reconocer la violencia propia, la del aliado, la del amigo.
Esta operación ideológica, que es una manera de eclipsar la violencia del colonizador blanco ha sido descrita por Robin DiAngelo en White Fragility, libro que describe esta operación psicológica a nivel subjetivo que habla de la dificultad de muchos blancos de reconocer su propio racismo, su propia violencia.
Está claro, que los intentos de controlar la narrativa en el occidente se dirige sobre todo al público blanco, europeo y norteamericano. Es a ellos a quienes se les exige empatizar con las víctimas de Hamas pero no con el sufrimiento palestino. De ahí, el alto esfuerzo realizado en subrayar la violencia perpetrada por Hamas el 7 de octubre sin una mínima referencia a la causa de esta acción violenta. Como señalaba críticamente el filósofo y psicoanalista esloveno Slavoj Zizek, cualquier tipo de contextualizacion de estos ataques se vuelve sinónimo de “relativizar el horror”[iii], cosa de lo más desdeñable. Esta operación ocurre por una razón simple, ya que contextualizar significaría entender que existe un contexto de opresión y violencia sistemática perpetrado hacia los palestinos desde mucho antes del 7 de octubre.
En este esfuerzo por guiar la narrativa, se sostiene que todo comenzó ese día. De esa manera se borra la ocupación ilegal de tierras palestinas como causa principal de estos hechos y se le caracteriza como ataque terrorista sin aparentes causas que no sean entendidas como antijudías, es decir, antisemitas y no como partes de una resistencia mayor a una ocupación colonial[iv].
Reconocer ese contexto también llevaría a entender que existe un marco de resistencia, que se manifiesta como resistencia armada. Uno puede o no estar de acuerdo con esta resistencia, pero negar la posibilidad de contextualizar y entender las causas equivale a negar la realidad en sí. Pues, esa ha sido la estrategia llevada a adelante por Israel y sus aliados occidentales, la cual se manifiesta como negación de la ocupación colonial, negación de la legitima resistencia a ella, e incluso va más allá, como la negación del genocidio.
Pero la negación de la realidad se lleva cabo por varios frentes. Uno es el manejo de la narrativa, de la guerra de propaganda que los Israelitas llaman Hasbara, la cual tiene un claro fin de realzar la violencia de los ataques de Hamas. Esta estrategia ha sido empleada sobre todo por los medios occidentales, donde quien se rehusaba a condenar a Hamas quedaba de por sí excluido de la referencia moral civilizada. Primero debes aceptar hablar en esos términos (“¿condenas a Hamas?”) para poder siquiera decir algo. Esta ya dejaba entrever los matices del contrato racial, ya que desde esta lógica perversa, una vida Israelí vale más que mil palestinas.
La otra estrategia sobre todo en los países occidentales, Reino Unido, Francia, Alemania y Estados Unidos es la persecución, difamación y represión de la protesta antigenocida pro-Palestina, donde el nivel de distorsión de la realidad expresada en los medios occidentales alcanza niveles casi absurdos, al acusar a los que protestan de antisemitas, como si su crítica a Israel por llevar a cabo un genocidio significara el deseo de aniquilación de ese país y sus residentes. Esta misma estrategia a veces es llevada a sus últimas consecuencias, que conlleva a la negación del genocidio. Aunque sea cada vez más difícil negarlo no se escatiman esfuerzos por invertir la realidad y distorsionar los hechos, lo que ocurre especialmente en Alemania.
Detengámonos un momento en analizar la realidad del país germano. Antes hicimos referencia a la esencialización de indígenas como estrategia neocolonial, y es de notar que el gobierno alemán incurre justamente en una esencialización de los judíos como estrategia narrativa, pero que esta vez es utilizada para convocar el apoyo incondicional a un gobierno abiertamente fascista y antiárabe.
En términos resumidos, este discurso sostiene, que los judíos como víctimas de los horribles crímenes nazis han de ser defendidos en la actualidad independiente de lo que haga el gobierno de Israel. De esta manera la memoria del holocausto es utilizada para clamar por el apoyo de Israel como si este hoy en día, representara a todos los judíos del mundo. Esta es la primera falacia del razonamiento de la clase política alemana. De ella se derriba una segunda, que al reconocer y redimir esta culpa histórica de todos los alemanes, necesariamente conlleva al apoyo incondicional con cualquiera de las políticas de apartheid y genocidio contra el pueblo palestino. Deliberadamente se busca confundir una legítima crítica política hacia un gobierno, con un ataque racista. De hecho, un estudio de la Universidad de Mannheim demuestra que las acusaciones de antisemitismo hacia estudiantes antisionistas de izquierda es infundada[v].
Así como se hace la distinción entre palestinos buenos y malos, algo similar ocurre con los judíos antisionistas perseguidos en Alemania como partes de la protesta propalestina. Esta parte de la población judía residente en Alemania es perseguida en este país siempre aduciendo la absurda acusación de antisemitismo (o en este caso más absurdo aún, la idea del self-hater –“odiarse a sí mismo”, ndr)). Las organizaciones de judíos aliadas del gobierno alemán (que dicen representar a los judíos en Alemania), son entes sionistas cercanas al gobierno de Israel, por lo tanto, también dan completo apoyo moral al genocidio. El gobierno alemán ha decidido apoyar esas organizaciones bajo el manto del antisemitismo. Así desde la política y los medios se distorsiona el sentido de una crítica política al gobierno de Netanyahu, tildándola de ataque racista antijudío.
Por último, la victimización eterna de los judíos como si no fueran capaces de cometer crímenes, o más aun genocidios es parte de esta estrategia de esencialización. Así como comentaba Yasnara Gil, el acto de esencializar y negar la posibilidad de cometer crímenes o ser malvado, es sino el revés del mismo acto racista que se intenta superar. De esta manera el gobierno alemán es el real antisemita, primero, porque esencializa a “todos” los judíos que supuestamente están representados por ese país y gobierno; mientras que se niega a reconocer como judíos a un importante número de activistas propalestinos reunidos en torno al grupo “Voces Judías por una Paz justa en Oriente Medio”. A eso se suma que desde los medios se ha desplegado el intento de negar los crímenes de Israel cometidos contra los palestinos o distorsionar la narrativa a tal grado que quien resulte culpable siempre sea Hamas siguiendo el guion de los escudos humanos. Aunque esta forma de negacionismo del genocidio raya en lo infantil y el dogma, da cuenta de un ethos preocupante de la cultura política alemana que nos demuestra que no han aprendido nada de la historia de sus propios crímenes[vi].
Acorde a esta narrativa dominante en los medios occidentales, la venganza genocida es defendida a nivel moral, porque supuestamente todo se trata de autodefensa (“fue Hamas quien inició esta guerra”), mientras que un ataque terrorista alrededor del cual se crearon un sinfín de noticias falsas es de lo más condenable. Los “40 bebés decapitados” y las “violaciones en masa”, fueron parte de una campaña de fake news mucho más amplia, propagada por los defensores de Israel para exponer la animalidad de Hamas. Todos estos relatos han sido sistemáticamente rebatidos como noticias falsas que tenían un claro propósito propagandístico antipalestino y que claramente buscaban la aceptación moral del genocidio. Aunque estas falsedades siguen reproduciéndose en los principales medios y todavía repetidos por importantes figuras políticas, los canales de noticias alternativas e investigadores las han desmentido[vii].
En el tratamiento mediático de estas diferentes formas de violencia pareciera responder a una jerarquía donde la violencia del Estado es infinitamente más sofisticada, silenciosa y mortal que la violencia de ataques directos perpetrados por llamados “terroristas” contra una población determinada.
El caso del retrato mediático y su consecuente rechazo (o aceptación) de la violencia perpetrada por Israel en comparación a la violencia de Hamas, nos indica que hay violencia y violencia. En ese contexto de la jerarquía de la violencia, parece incomparable la moralidad y calidad humana de un Estado que te bombardea mientras duermes con ayuda de inteligencia artificial[viii], incomparable con el terror de los análogos intentos de capturar personas a fin de secuestrarlos y llevarlos a Gaza.
Queda claro que, a fin de ganar la batalla por el Hasbara, había que crear el marco narrativo de la barbaridad del Otro, de su animalidad y su salvajismo (muy en consonancia a como antiguamente se trataba al colonizado que se alzaba en armas). Una narrativa que para ser eficaz había que repetir hasta el cansancio y jamás salir de ese marco referencial. Caso contrario se podría entrar a la peligrosa lógica de reconocer que los ataques de Hamas respondían a la brutal ocupación colonial y no al odio racista en contra de judíos “por ser judíos”. Es más, mantener el marco (“¿Condenas a Hamas?”) significa pensar y aceptar que la violencia del Otro es siempre más violenta que la propia y ,por lo tanto, para combatirla, valen todas las armas, incluso, el genocidio.
Pero para sostener ese marco hay que negar la historia y el contexto. Contextualizar la historia nos llevaría a reconocer que los palestinos han sido víctimas de una ocupación brutal y sistemática, pero que nunca se verán reducidos a su calidad de víctimas –lo que les equivaldría a aceptar el yugo-. De ahí la necesidad de reconocer su derecho a resistir y luchar por su libertad y emancipación, incluso de manera violenta. Este derecho está estipulado en la Resolución 7030 de las Naciones Unidas del año 1973, donde se señala:
“1. Reafirma el derecho inalienable de todos los pueblos que se encuentran bajo dominación colonial y extranjera y subyugación foránea a la libre determinación, libertad e independencia de conformidad con las resoluciones 1514 (XV) de 14 de diciembre de 1960, 2649 (XXV) de 30 de noviembre de 1970 y 2787 (XXVI) de 6 de diciembre de 1971 de la Asamblea General;
2. Reafirma igualmente la legitimidad de la lucha de los pueblos por librarse de la dominación colonial extranjera y de la subyugación foránea por todos los medios posibles, incluida la lucha armada;”[ix]
Mediante una amplia campaña de distorsión narrativa obviamente se ha hecho caso omiso de la existencia de este derecho de los palestinos reconocido por las Naciones Unidas. De hecho, ningún Estado de ocupación colonial sostendría el derecho a defenderse”ante el pueblo que este mismo mantiene subyugado. Pero los medios occidentales principales se encargaron de inocular esta importante distorsión de los hechos y del Derecho Internacional, alimentando la idea de Israel como victima.
Históricamente toda lucha anticolonial ha requerido de la violencia para alcanzar sus fines. Ningún poder colonial ha cedido su poder y el territorio al colonizado de manera voluntaria. Más bien todo lo contrario, la colonialidad del poder se manifiesta una vez más en el apoyo de esos países que hoy defienden a Israel y legitiman su defensa, que son justamente quienes han cometido y volverán a cometer los genocidios más atroces. Todo indica que Israel no será una excepción.
Somos a diario testigos del contragolpe a nombre del imperialismo, que ha tomado la forma de un genocidio que no quiere ser detenido y que se dirige hacia todo aquel que quiera pretender cambiar algo de esta horrible realidad. Ahora le tocará al Líbano temer otra fiesta genocida mientras las mismas burradas y mentiras para justificar estas matanzas son propagadas en los medios occidentales.
Siempre he pensado que Gaza representa para estas –nuestras- generaciones, lo que hace algunas décadas fuera Vietnam. Hemos despertado y estamos despertando en una horrible realidad donde la deshumanización del Otro opera continuamente como el último desesperado golpe de un imperio decadente y sus estados lacayos asesinos.
12/11/2024
Sascha Cornejo Puschner
[i] Aguilar Gil, Y. E. (2019). “Los pueblos indígenas no somos la raíz de México, somos su negación constante” Entrevista a I Yásnaya Elena Aguilar. El País. https://elpais.com/cultura/2019/09/08/actualidad/1567970157_670834.html
[ii] Véase, Sascha Cornejo P. “La bestialidad del occidente, Gaza y la deshumanización del Otro”. https://rebelion.org/la-bestialidad-de-occidente-gaza-y-la-deshumanizacion-del-otro/
[iii] Slavoj Žižek en la Feria del libro en Frankfurt (2023). https://www.youtube.com/watch?v=9to88K8MA78
[iv] Véase, importantes trabajos históricos y sociológicos sobre la ocupación colonial Israelí. Wind, M. (2024). Towers of Ivory and Steel: How Israeli Universities Deny Palestinian Freedom. Verso Books. Finkelstein, N. (2003). Image and Reality of the Israel-Palestine Conflict. Verso Books. Pappe, I. (2007). The Ethnic Cleansing of Palestine. Oneworld Publications. Pappe, I. (2017). Ten Myths About Israel. Verso.
[v] Véase, “Vorwurf des Antisemitismus an linke Studierende oft unbegründet“. https://www.nd-aktuell.de/artikel/1185968.studie-der-uni-mannheim-vorwurf-des-antisemitismus-an-linke-studierende-oft-unbegruendet.html
[vi] Véase los siguientes reportajes y artículos académicos sobre el tema: Al-Farooq, T. (2024, April 30). How Germany sacrificed its democracy for the sake of Israel. https://www.newarab.com/opinion/how-germany-sacrificed-its-democracy-sake-israel Fischer, Leandros. (2024). Germany’s Anti-Palestinian Stance Is Rooted in Anti-Communism. from https://jacobin.com/2024/04/germany-anti-palestinian-anti-communism; Germany faces genocide case over Israel weapon sales. (2024, April 8). https://www.bbc.com/news/world-middle-east-68759146; Gutmair, U. (2023). „Free Palestine from German Guilt“: Der Antisemitismus der Progressiven. Die Tageszeitung: taz. https://taz.de/!5967918/ Hansen, B. R. (2024). The New German Chauvinism—Part II. Lefteast. https://lefteast.org/the-new-german-chauvinism-part-ii/; Owen Jones (2024). Germany Arrests Jewish Activists, Shuts Down Palestine Congress, Acts Deranged [Video recording] https://www.youtube.com/watch?v=Q1si1pzTszE; Save Palestine From German Leadership. (2024). REBEL. https://www.rebelnews.ie/2024/07/23/save-palestine-from-german-leadership/; Veracini, L. (2024). Germany’s anti-antisemitic complex and the question of settler colonialism. Settler Colonial Studies, 0(0), 1–18; Younes, A., & Al-Taher, H. (n.d.). Erasing Palestine in Germany’s Educational System: The Racial Frontiers of Liberal Freedom. Middle East Critique, 0(0), 1–21.
[vii] Véase , The Chris Hedges Report. What really happened in Israel on Oct. 7? w/Max Blumenthal | The Chris Hedges Report. https://www.bing.com/videos/riverview/relatedvideoq=what%20reallz%20happnes%20on%207%20october&mid=15596DD16F5BB0F9143415596DD16F5BB0F91434&ajaxhist=0 También merece mencionar el artículo escrito en alemán por Sharmine Narwani & Robert Inklakesh. “Was ist am 7. Oktober wirklich passiert?” (Qué es lo que realmente pasó el 7 de Octubre?) Donde los autores sostienen “Ahora hay pruebas de que hasta la mitad de los israelíes muertos eran combatientes; de que las fuerzas israelíes fueron responsables de algunas de sus propias muertes de civiles; y de que Tel Aviv difundió falsas historias de “atrocidades de Hamás” para justificar su devastador ataque aéreo contra civiles palestinos en Gaza.”
También se debe mencionar el film documental por Aljazeera “October 7. The full story” donde se intenta exponer lo que realmente ha pasado el día de los ataques de Hamas, sobre todo ante la aplicación de la doctrina “Hanibal” israelí que llevó a que soldados israelitas dispararan contra su propia población. OCTOBER 7 The Full Story – Al Jazeera Report FULL
[viii] Véase, James Bamford. How US Intelligence and an American Company Feed Israel’s Killing Machine in Gaza“.
[ix] https://digitallibrary.un.org/record/191219?v=pdf#files
Fuente: https://vientosur.info/de-violencia-colonial-resistencia-armada-y-justificacion-de-la-barbarie/