Crímenes, crueldad e impunidad
El 27 de abril en una marcha de instrucción militar de la Brigada Motorizada N°24 Huamachuco, de la VI División del Ejército en Putre se produce la muerte de un conscripto como consecuencia de una orden de su superior jerárquico. Este, llamémosle sin eufemismos, asesinato, se produce en medio de la alharaca mediática y política de otras muertes de unos carabineros en el sur del país.
Si uno va a los antecedentes inmediatos obtenidos desde la prensa obtiene lo siguiente: El entrenamiento realizado el sábado 27 de abril, por el pelotón que emprendió una marcha de instrucción desde el Campo de Entrenamiento Pacollo hacia el cuartel militar en la comuna de Putre, bajo el frío clima altiplánico (15° bajo cero), sin la vestimenta apropiada para dicho desplazamiento, generó una fatal tragedia dejando un fallecido, dos jóvenes gravemente heridos y más de 40 jóvenes afectados.
Este asesinato saca al tapete del escrutinio popular algunos aspectos cruciales que habría que revisar con el objetivo de entender por qué habría que mantener Fuerzas Armadas.
La abolición del Servicio Militar
El primer aspecto está relacionado con la mantención del servicio militar que en primera instancia sería voluntario para varones de 17 a 24 años, pero si no se completa la lista culmina siendo obligatorio. Dura dos años.
A finales del siglo 20, en especial, luego de la ocurrencia de la Guerra de Vietnam, se inauguró el debate sobre la procedencia del servicio militar obligatorio. A lo anterior, se debe agregar, que con el fin de la Guerra Fría, de la confrontación permanente, se ha modificado la correlación de fuerzas en el mundo, diferente a la condición que mostraba el mundo, a inicios del siglo XX.
Así, se han venido alzando voces que tienden a reformar y readecuar las instituciones militares, incluyendo la reducción del tiempo del servicio militar obligatorio, e inclusive, algunos abogan, por su abolición, claro, desde la óptica de la guerra como un hecho del mercado neoliberal y así dar origen a ejércitos, profesionales y/o mercenarios, totalmente voluntarios y con personal técnico calificado para dar y recibir la instrucción que se les ocurra, en el marco escalada armamentista desvergonzada y regulada por los intereses de las transnacionales de la guerra o simplemente como mecanismo geopolíticos de regulación financiera.
Lo cierto es que el cuestionamiento hace rato está presente y las voces de las izquierdas institucionales que han accedido a los distintos gobiernos, no solo en Chile, no han tenido la valentía ni el impulso político de hacer un planteamiento desde la perspectiva humanitaria ante esta maquinaria de producción de muerte, al mismo tiempo que, desde los organismos de DDHH de los gobiernos solo han esgrimido, con una tibieza pasmada, acerca de la necesidad de aumentar las garantías legales y reglamentarias, las cuales, solo plantean mejorar la protección de los derechos y dignidad del personal de los ejércitos que aún reclutan de manera obligatoria.
En los cuarteles se tortura y asesina.
El desprecio por la vida de un recluta
En nuestro país, ya en 1990, se abrió un debate tanto en el ámbito académico, social, militar y civil, en torno a la Defensa Nacional. El año 2000, el Ministerio de Defensa Nacional convocó al «Foro Sobre Servicio Militar Obligatorio (S.M.O.)», en el cual, se hicieron presente universidades, centros académicos, organizaciones sociales, partidos políticos y entes de representación del ejecutivo. Dentro de los fundamentos de éste foro, se encontraba el analizar el Servicio Militar Obligatorio, sus bases valóricas y legales, y la necesidad de la defensa de la soberanía patria que lo sustentan. ¿Quién sabe en qué quedó eso? A la luz de los acontecimientos, al parecer, de esas instancias no se sacó mucho en limpio, porque las muertes y abusos en los cuarteles siguen tan presentes como la impunidad de la que gozan los mandos medios y altos.
Debemos hacer mención, de forma somera, que Chile fue el primer país de América Latina que introdujo el servicio militar obligatorio, hacia los inicios de 1900, en parte, debido a la influencia de los instructores prusianos que contrató el ejército, pero que también apuntaba al reclutamiento de los hijos de las clases populares a quienes, debido a su situación de sobrevivencia extrema, encontraban en el ejército la posibilidad de alimentarse y de alfabetización.
Esas condiciones, para amplias franjas de jóvenes hijxs del pueblo, aún persisten o se profundizan y los obliga a realizar el servicio militar debido a las perspectivas casi nulas que se les ofrece desde el ámbito educacional dada la brecha profunda que estos diferentes gobiernos neoliberales ni se inmutan siquiera en estrechar. Los estamentos institucionalizados que se han involucrados en dilucidar el quehacer de la institucionalidad armada hacen vista gorda al hecho de que obligatorio o no, el reclutamiento solo se realiza al componente de las clases populares. Esta idea matriz de servicio militar sigue estando presente y la ideología fuerte que impera en su interior sigue siendo la de un mando marcadamente clasista en desmedro de sus subalternos y miran con el desdén y menosprecio de la clase de los poderosos al recluta que es la mera carne de cañón de sus pesadillas bélicas. Lo que prima es la orden y la obediencia, que debe ser ciega, bajo la pena de la tortura o el castigo pese a la irracionalidad de la orden.
Esta es la secuela permanente de la “doctrina del torturador” desarrollada por la Escuela de las Américas, en cuyos Manuales desclasificados por el Pentágono en 1996 confirmaron que tras la revolución cubana, los instructores del ejército norteamericano comenzaron a enseñar los controvertidos cursos de contrainsurgencia, además de promover el uso de la tortura y la ejecución sumaria. Entre los graduados de esta escuela se cuentan numerosos militares latinoamericanos involucrados en violaciones de derechos humanos, incluyendo a miembros de la disuelta Dirección de Inteligencia Nacional (DINA). Dicha doctrina, sigue ahí en cuarteles y regimientos y aparece en los hechos de manera horrible y mortífera.
Gobierno e impunidad neoliberal
Para el gobierno neoliberal del FA- PC- Concertación y en voz del subsecretario para las Fuerzas Armadas, Galo Eidelstein, del Partido Comunista, lo que ocurrió con el recluta en Putre es que: “esto no es normal lo que pasó y, por lo tanto, no vamos a cejar para descubrir cuáles son los problemas que hubo, falta de protocolo o no cumplimiento de protocolo…”, es decir, para este subsecretario “de izquierdas” es anormal que esto ocurra en las FFAA o sería por falta de cumplimiento de protocolos. Pero nada dice sobre el problema de fondo que subyace en las FFAA en general, y en el ejército, en particular.
No es primera vez ni tampoco será la última en que nuestrxs adolescentes son expuestos a vejámenes similares. La historia de las clases populares está plagada de testimonios de cómo estas fuerzas armadas infames han cometido masacres y crueles crímenes masivos y han gozado de la más absoluta impunidad.
Solo para poner en contexto, cabría recordar que fueron miles los jóvenes que obligadamente “les tocó” hacer el servicio militar en pleno golpe genocida y miles de ellos estuvieron cuatro años haciéndolo. A estos conscriptos se les obligó asesinar y torturar cruelmente a padres,madres, hermanxs, amigxs y miles de personas con el objetivo de asentar un régimen que defendiera a un grupo de privilegiados y ricachones y que, para ello, se valieron del reclutamiento obligatorio y el uso de todo el aparato coercitivo y bélico en contra de un pueblo desarmado.
Al parecer, para este subsecretario comunista de memoria corta, se le olvida que esto “anormal” se sumaría a otras “anormalidades” del ejército como lo ocurrido en marzo del 2019 en Iquique cuando un conscripto de 18 años disparó dando muerte a un sargento y a un cabo, para luego suicidarse, debido a un cuadro depresivo el cual comunicó a las autoridades, pero no hicieron nada al respecto. Ese mismo año un cabo perdió la vida mientras realizaba un ejercicio militar de la infantería marina, años antes se había dado a conocer imágenes donde los infantes de marina eran sometidos a soportar golpes y beber vómito. Uno de los casos más emblemáticos ocurrió el año 2005, donde 45 soldados murieron tras ser obligados a recorrer 20 km durante una brutal tormenta de viento blanco a 35 grados bajo cero. Agregar que entre los años 2015 y 2019 las Fuerzas Armadas han recibido 143 denuncias por acoso sexual, abuso o violación a alguno de sus miembros.
Así, en este manto de indiferencia institucional quieren tapar otro asesinato que se suma la larga lista de muchachos del propio ejército, muertos por una lógica homicida que impera en las FFAA desde, por lo menos, las instrucciones de la Escuela de las Américas.
Seguramente este asesinato en el ejército será otra anormalidad que pasará a engrosar el listado de miembros de las FFAA en la más absoluta impunidad. Así pasó con el criminal condenado de Antuco mayor Patricio Cereceda que hoy imparte cátedra en Instituto de Investigaciones y Control del Ejército (IDIC) sobre la situación en Gaza. Como ocurrió con Romario Veloz y Manuel Rebolledo asesinados por miembros de las FFAA en la rebelión de octubre o con Yordan Llempi, weichafe asesinado a quemarropa por infantes de marina en el Wallmapu.
Desde el gobierno corren para establecer una Comisión investigadora. Desde tiempos inmemorables, las “comisiones” se han hecho para resolver “nada”. Esta vez no alzan la voz fuerte para buscar culpables, porque no se trata de carabineros o uniformados de alto rango. Son simples reclutas que no aguantaron el rigor de la milicia, dirán los babosos republicanos defensores de lo uniformado.
La disolución de las FFAA, ¿por unas nuevas FFAA?
Quizá ya es hora de preguntarse para qué mantener, con nuestros impuestos, a unas FFAA que desde el punto de vista histórico y actual solo han sido funcionales a defender y proteger a un grupo social en particular, llámese las familias más ricas y de la rancia aristocracia de nuestro país, y han apretado el gatillo las veces que han querido en contra del mismo pueblo que la sostienen.
Creo que llegó el momento de iniciar la discusión, en serio, sobre su disolución como institución del Estado. Es “anormal” que mantengamos a una institución que solo sobrevive gracias al blindaje jurídico que le han otorgado, primero en dictadura, armas de por medio, y luego los diferentes gobiernos neoliberales, incluido el actual. Tiene a toda la plana mayor del ejército implicada e imputada en malversación de fondos estatales y robos de distintas fuentes para darse los lujos que les da esta inmunidad de ser uniformados. Es decir, para los miembros de las FFAA, el estado es su botín de guerra, cuna de prebendas y regalías que no las tiene el conjunto del pueblo trabajador.
Segundo, la supuesta soberanía que, por definición las FFAA debiesen ser garantes, ha sido trastocada una y otra vez. La dictadura de las FFAA permitió y alentó que “la patria”, como les gusta decir, fuera violada por la rapiña española, norteamericana y china, saqueando y haciéndose dueña de todos nuestros bienes comunes. Entonces, cabe la pregunta, ¿de qué nos sirve tener FFAA si la soberanía no ha sido respetada nunca y menos por ellas? Esta discusión es crucial hacerla si de verdad queremos que no se sigan perpetuando los crímenes en contra de nuestro pueblo, pero también para saber cuál sería el fundamento de mantenerlas pese a lo nefasto que ha sido para la historia de nuestros pueblos. Si la respuesta es la disuasión con los países vecinos en una guerra imaginada, lo que cabe ahí es saber si con la infraestructura bélica de la segunda guerra mundial que posee Chile podrá librar una guerra moderna con nuestros pueblos hermanos, mientras los norteamericanos, ingleses, chinos o sionistas nos saquean y al mismo tiempo que nos venden sus productos armamentísticos dado de baja.
¿Cómo se le puede explicar a una familia cuyo hijo perdió su vida en una marcha al cuál no iba preparado, que su muerte fue en vano? En vano porque, como se dijo anteriormente, la supuesta soberanía ya no existe, así que se preparaba para algo que perdimos. En vano, porque esa marcha, así como los miles de ejercicios llevados a la extenuación de sus fuerzas físicas está en función de estrategias militares diseñadas no por sus acomodados generales de pantuflas y buen licor, sino que por el Pentágono y el comando sur de operaciones de Estados Unidos, cuya generala estuvo hace poco revisando instalaciones y bases en América Latina en las perspectiva de sus intereses geopolíticos. Es decir, un país extranjero entra y sale del nuestro a revisar sus instalaciones militares propias. En vano, por último, porque ante cualquier amenaza a los privilegios de empresarios y familias ricas usarán ese entrenamiento para ir en contra de su propia gente.
Discutir sobre las FFAA es, a lo menos, cuestionar su rol como institución financiada por nosotrxs mismxs. Es poner en tela de juicio la doctrina abusiva y la ideología fascista que está intrínsecamente ligada a las órdenes de la oficialidad y del alto mando. Es disentir profundamente con lo que hace este gobierno neoliberal al blindar política y jurídicamente a una institución corrupta y de historial genocida que viene saqueando al Estado.
Pensar en unas nuevas FFAA es por ahora inoficioso. La izquierda tradicional que se planteaba ciertas reformas en todo lo que se moviera siempre apostó a la idea de la democratización de las FFAA y ponerlas al servicio del pueblo. La pregunta es ahora: ¿a estas FFAA? ¿Las mismas que están corrompidas hasta el tuétano? Está difícil un planteamiento así, dado el estado en que la dictadura las dejó desde el punto de vista ideológico y estructural.
Lo único cierto es que las garantías de impunidad ante la corrupción enquistada en su alto mando y el hecho de que aún violan los DDHH y no les pasa nada, sientan un nefasto precedente del cuál este gobierno es el responsable político a la hora de pavimentar el camino de un próximo gobierno autoritario/ fascista que no tendrá pudor en gobernar con la mano de hierro de unas FFAA corruptas y criminales. Cuando pase esto, ya será tarde para un pueblo que ya vive en estos horrores.