Saúl Curto-López
A finales de octubre de 2022 entraba en una cafetería mítica de una céntrica avenida en Buenos Aires para encontrarme físicamente por primera vez con Miguel Mazzeo. Él y sus reflexiones y escritos teóricos eran conocidos para mí desde mucho tiempo atrás. En la primera década de los 2000 como parte del estudio militante y en la última parte de la segunda década, como parte de lecturas para la elaboración de un marco teórico para investigaciones sobre realidades comunales. El sueño de una cosa (Introducción al poder popular) o Reflexiones sobre el poder popular fueron algunos de esos textos de referencia analizados, mediante los cuales me acerqué a su pensamiento. Tras una breve presentación y pedir un café comenzamos a conversar sobre la materia, y en muy poco tiempo nos dimos cuenta de que sonaba la misma música. Me preguntó sobre mi visita y le hablé sobre el proyecto de la democracia comunal y sobre lo que me había llevado a Chile y a Argentina aquellos días. Miguel me habló en aquel entonces que andaba con una idea en la cabeza que algunos compañeros de diferentes batallas le habían sugerido y emplazado a realizar: nada más y nada menos que la elaboración de una especie de manifiesto comunero. Se nos hizo muy evidente desde el principio que estábamos hablando de sobre diferentes notas de una misma partitura. En muy poco tiempo surgió esa conexión de reconocer al de enfrente como parte de tu propia trinchera; esa conexión que te hace acabar asintiendo al oír su discurso, notar tus reflexiones en sus afirmaciones o terminar con tus palabras el final de algunas de sus frases. La necesidad de un(os) nuevo(s) universal(es) para la renovación del proyecto emancipador (aspecto que atraviesa este libro) fue uno de esas reflexiones conjuntas en las que nos reconocimos y en las que los conceptos que ambos portábamos y proponíamos (la comunidad autoorganizada y la democracia comunal) se fusionaban como parte de la misma realidad. Unos meses después recibí uno de los borradores que fué elaborando en las varias escrituras de manuscrito que tras su edición en Argentina y Chile, también ha acabado siendo publicado en este volumen. Intentaremos emplear el espacio que nos ha brindado Miguel aquí para seguir profundizando en las reflexiones sobre la comunidad autoorganizada y la democracia comunal que tuvimos en aquel primer encuentro, relacionando esas notas musicales y tratando de profundizar en aspectos de esa misma partitura.
Tal y como me explicó en Buenos Aires, el texto de Mazzeo se propone el necesario ejercicio de la reflexión teórica para la renovación y reimpulso de elementos importantes para el proyecto emancipador. Y este es uno de los primeros aspectos a subrayar de la obra: la pertinencia de la propuesta ante el momento histórico que vivimos. La crisis actual, es la continuación de la crisis sistémica que comenzó en 2007, pero acelerada y profundizada por otros factores sistémicos que hacen que la situación se complique y se agudice mucho más. Es una multicrisis compuesta por subcrisis que se están dando en diferentes espacios y ámbitos como la crisis ambiental, sanitaria, económica, energética, política y social. Además, hay que añadir una crisis cultural y de valores, o crisis civilizacional, que está poniendo en cuestión la civilización y el modelo de desarrollo que se vienen construyendo desde la modernidad. Todo ello hace pensar que la crisis a la que nos enfrentamos no es otra crisis más como las típicas crisis que ha enfrentado en capitalismo en su evolución como modo de producción y de relaciones sociales. No parece ser una crisis que se va ha superar en varios años con los reajustes y la adopción de algunas medidas que faciliten la continuación de la acumulación de capital. Parece que es la propia capacidad de acumulación de capital, y por ende, la propia esencia del capitalismo la que está en cuestión, y por tanto, que estaríamos asistiendo al inicio de una crisis sistémica estructural que sería el inicio del fin del sistema capitalista tal y como lo hemos conocido hasta ahora.
Wallersetin ya planteaba a finales del siglo pasado los rasgos estructurales de la situación histórica que seguramente nos iba a tocar vivir. Según él, todo ello haría que la civilización humana pueda entrar en un periodo de caos antes no visto bajo estas coordenadas en el sistema-mundo capitalista, dando pie a una bifurcación histórica entre las fuerzas que optarán por un futuro de más jerarquía, opresión y desigualdad y las que apostarán por un futuro de más igualdad, emancipación y horizontalidad. Tras este primer cuarto de este siglo, sería demasiado absoluto decir que las fuerzas de derechas campan a sus anchas por el mundo y las fuerzas contrahegemónicas están desaparecidas, ya que no sería real ni justo. La potencia emancipadora se levanta, se organiza y se desarrolla frente a cada atropello y opresión que hay a lo largo del mundo bajo múltiples formas e intensidades. Aunque las derechas se reestructuran y avanzan, y aunque se están desarrollando muchas prácticas y proyectos alternativos concretos, no parece que exista una reorganización y reestructuración de la izquierda a nivel global. De hecho, ese es otro de los aspectos que caracteriza nuestro tiempo histórico: la atomización, desorganización y descoordinación de las diferentes izquierdas a nivel mundial. Y junto a ello, la falta de un horizonte emancipador estratégico claro capaz de aglutinar y dar cabida a los diferentes movimientos y expresiones emancipadoras actuales. Y no hablamos de un proyecto homogeneizador y limitante de las diferentes aspiraciones emancipadoras, ya que no todos los planteamientos de aglutinación, coordinación, simbiosis y reconocimiento mutuo colectivo tienen porqué ser limitantes. Al contrario, hablamos de una unidad de acción emancipadora en torno a un proyecto, a unos valores y a unas aspiraciones comunes que den pie a multiplicar la potencia y la efectividad de los movimientos emancipadores.
La fase actual de crisis necesita de renovación de las propuestas emancipadoras, propuestas que uniendo la teoría y la práctica tengan la capacidad de generar espacios de encuentro, de suma y de simbiosis entre las diferentes prácticas y movimientos emancipadores. Propuestas que recojan lo mejor de nuestro pasado; de los últimos doscientos años de luchas contrahegemónicas y también las enseñanzas y contenidos de la historia de las prácticas humanas colectivas y comunitarias, con la intención de actualizar y plantear caminos concretos para nuestro presente y nuestro futuro. En la propuesta de Mazzeo sobre la comunidad autoorganizada palpita esa intención. Por una parte, teorizar desde y sobre las luchas y realidades colectivas, comunitarias y comunales que están en movimiento, para, a partir de ahí, intentar ofrecer una herramienta conceptual que pueda aglutinar múltiples realidades y situaciones, pero que a su vez habla de una figura universal de emancipación, aplicable a las diferentes realidades desde sus características concretas.
Muchos de los aspectos y elementos que nos hemos ido encontrando a lo largo de este manifiesto los reconocemos como parte de la conceptualización y el desarrollo de la idea de la democracia comunal. Y eso es así, porque la comunidad autoorganizada de la que nos habla Mazzeo es una parte necesaria, indispensable e inseparable del marco estratégico de la democracia comunal como proyecto emancipador. Mientras que la comunidad autoorganizada habla de la forma y el contenido de la organización del sujeto emancipador, pero también de los contenidos de su proyecto, la democracia comunal habla de un proyecto social y societal para la sociedad basada en comunidades autoorganizadas. Si la casa es la democracia comunal, los ladrillos son las comunidades autoorganizadas. Si el horno de pan de la futura sociedad es la democracia comunal, la masa madre son las comunidades autoorganizadas. Así, la comunidad autoorganizada sería la manifestación societal más pequeña y concreta de la democracia comunal. Algo así como la unidad indivisible a partir de la cual se construye estadios más complejos una “sociedad de sociedades” o una gran “comunidad de comunidades”, en diferentes escalas y territorios. Por ello la posibilidad de existencia de democracia comunal es correlacional a la existencia y el desarrollo de la comunidad autoorganizada, es decir, la construcción de las prácticas de democracia comunal comienzan y se desarrollan en las prácticas y en la construcción de la comunidad autoorganizada. Por ello Mazzeo nos está hablando de los átomos sociales fundamentales para la democracia comunal, el espacio colectivo donde el “ser social en sí” toma conciencia y se auto erige como “ser social para sí” desde las prácticas del reconocimiento mutuo y el despliegue de amor colectivo basado en valores como la solidaridad, el apoyo, la cooperación, la empatía y la cercanía.
La comunidad autoorganizada subvierte las formas democráticas actuales poniéndo en práctica formas o modelos-experimentos de democracia comunal. La base del proyecto de la democracia comunal (o sistema comunal) es la Autoconstrucción colectiva de Autogobiernos colectivos, algo que entronca directamente con la idea de la comunidad autoorganizada a la que apela Mazzeo en su obra y que tiene que ver también con las formas concretas de gestión, deliberación y organización de lo social, lo material, lo productivo, lo reproductivo y lo cultural. Es decir, formas concretas para practicar la democracia de otra manera. Mazzeo nos plantea que, “claro está, debe poseer contenido anticolonial, antiimperialista, anticapitalista, antiextractivista, plurinacional, antipatriarcal, disidente. Debe ser democrática, pero comprendiendo a la democracia como lucha por más democracia y lucha por otra democracia y no como anhelo de socialdemocracia, no como deseo de orden y de sumisión institucional”. Es por eso que al igual une la idea de la democracia (comunal) con la construcción de poderes propios, así, entiende “la democracia como autodeterminación, autogobierno popular, colectivización de los medios de producción, descentralización del poder, participación pública y simétrica, proliferación delas instancias deliberativas, como creación de “instituciones autorreflexivas”; como “el fundamento mismo del socialismo sin Leviatanes”.
¿De qué hablamos cuando hablamos de democracia comunal? La democracia comunal es un paradigma que surge desde las experiencias y luchas populares que se están desarrollando en las comunidades auto-organizadas y que aspira a organizar la vida desde otros parámetros a los existentes actualmente. Entronca con la reflexión de Mazzeo cuando plantea que “es lícito pensar a la matriz comunal (las diversas matrices comunales) como elemento constitutivo del bloque histórico del proletariado extenso, y, por qué no, como su posible médula y su forma política principal”. En las últimas décadas se han hecho diferentes aportaciones que hablan de lo común, la comunidad, lo comunal o lo comunitario desde perspectivas emancipadoras. Podemos encontrar perspectivas así en las tradiciones de pensamiento históricas antisistémicas (comunismo, anarquismo, etc.) y también en las aportaciones que vienen realizándose en los últimos años, donde destacamos, entre otras, las propuestas del municipalismo libertario, de lo común, de lo comunitario, de la democracia directa y participativa, del feminismo, del cooperativismo transformador, de los comunes en las ciudades y del confederalismo democrático, entre otros.
El planteamiento de la democracia comunal, sin embargo, aspira a poner en relación todas esas aportaciones, ofreciendo un horizonte común y compartido. Asimismo, anhela ser una especie de “universal emancipador compartido” que ofrezca a las diferentes luchas populares una globalidad estratégica común. Donde cada lucha –desde su parcialidad, territorio, realidad social, perspectiva emancipadora concreta– pueda entroncar con una panorámica y proyecto emancipador más holístico y general que lo abarque todo. Así, las diferentes comunidades autoorganizadas pueden encontrar un espacio común en un horizonte estratégico común. Hacemos nuestras las reflexiones de Mazzeo que nos comunicó en aquel primer café y que se respiran a lo largo de este texto cuando plantea que “no tenemos y necesitamos una aspiración universalista como perspectiva articuladora de realidades heterogéneas, representaciones contrahegemónicas situadas, potencias políticas singulares y discursos críticos. No precisamente una ‘filosofía universal’, tampoco un artificio universalista o un significante que blasone ‘superioridad’. Sí una aspiración que dé a luz un símbolo (antes: un modo de producción simbólica de subjetividad) y haga posible la representación de un imago mundi. Un marco de referencia para los muchos mundos. Una comunidad de comunidades”. Entonces ¿Puede ser la idea o el paradigma de la democracia comunal una referencia de horizonte estratégico para las comunidades autoorganizadas? Intentaremos profundizar un poco más en las características del paradigma de la democracia comunal a partir de las vertientes del proyecto, sujeto y proceso.
La democracia comunal desde el vértice del proyecto plantea claramente un proyecto societal antagónico al modelo liberal. Partimos del planteamiento que sostiene que la forma de lo político liberal y la forma de lo político comunal son contrapuestas y responden a lógicas diferentes y no compatibles. Entonces, la democracia liberal es la forma política que necesita el capital y normalmente bajo el prisma liberal responde a la formas y procedimientos para la elección de los representantes políticos como a las formas de gobierno representativo profesionales. En cambio, la democracia comunal tienes otras características: no limita la democracia a un sistema político de gobierno representativo, sino que extiende la idea de la democracia a la totalidad de una organización y la reproducción de la sociedad, entendida como un sistema social de vida; no hace separación de esferas (político y económico, por ejemplo), sino que se concibe la democracia de manera holística en lo social, político, económico, cultural, espacial y epistemológico; plantea una ética de liberación que atraviesa todos sus postulados desde la idea de la superación de todas las opresiones y la construcción de un sistema de emancipación múltiple; prioriza la participación directa en los debates y toma de decisiones sobre la gestión, organización, producción, reproducción de la sociedad; promueve la auto-organización, la activación social y el protagonismo de las comunidades en sus entornos, entendiendo que todas las personas son animales políticos para el devenir social; en ese sentido, promulga un cambio de estructuras mentales, psicológicas y culturales desde unos valores y una ética revolucionaria basadas en la solidaridad, cooperación, corresponsabilidad, empatía, fraternidad, generosidad, ayuda mutua, colaboración y coimplicación; también promueve un cambio de estructuras materiales, auspiciando la apropiación de los medios de poder (producción, reproducción, formación, distribución, información, enseñanza, distribución, etc.) y la creación de nuevas institucionalidades como forma emergente de nuevo poder propio; plantea la limitación amplia de formas de propiedad privada y promulga la expansión y la priorización de formas de propiedad comunal y social; propone otras formas de organizar el trabajo, libre de exclusiones y explotación; otras formas de relaciones humanas, libre de la dominación patriarcal y el racismo; y otras formas de interacción entre los pueblos, libre de colonialismo e imperialismo.
La democracia comunal desde el vértice del sujeto plantea romper con el sujeto individualista de la modernidad y recuperar la centralidad de la comunidad sin negar los individuos que la forman. Plantea la necesidad de generar una nueva identidad emancipadora que asuma las diferentes propuestas de liberación, potenciando la unidad desde su diversidad. Aspectos como la interdependencia, la co-implicación o la reciprocidad son fundamentales. De allí que resulta importante la articulación de toda esa diversidad, así como también buscar formas de organización y coordinación que garanticen la unidad y, al mismo tiempo, la autonomía de todos los espacios. Asimismo, sostiene que el sujeto se organice y se autodefina a partir de las prácticas concretas desde las que se haga frente tanto a las injusticias como a la resolución de problemas concretos. De modo que será esencial potenciar la organización comunitaria y las nuevas formas de relación será vital, así como territorializar el nuevo poder social de esa comunidad organizada en poderes populares. La idea de la comuna, como expresión del poder popular y nueva institucionalidad, aparece precisamente como articulación de las luchas en un proyecto territorial de soberanía y autogobierno popular. Por último, se sostiene la estructuración del sujeto comunal en las diferentes escalas espaciales, así como también una temporalidad adaptada a las lógicas internas en la forma de habitar el territorio.
La democracia comunal desde el vértice del proceso plantea pasar de la estrategia de la toma del poder, a la construcción del poder propio como prioridad. Pero propone asumir una integralidad y complementariedad de espacios de lucha como criterio general, integrando todos los espacios posibles de lucha como parte de la misma estrategia integral (calle, movimientos, instituciones, economía, cultura, entre otros). Planteando, por una parte, la erosión del capitalismo y, por otra, la construcción de poderes populares en todos los frentes, pero priorizando el trabajo extraparlamentario en la calle, desde donde inventar nueva institucionalidad popular. Se propone una dialéctica del conflicto auto-constituyente, donde lo destituyente, instituyente y constituyente más que oponerse, se complementan en un proceso continuo y dinámico. Así, la dinámica de construcción-deconstrucción debiera atravesar todas las prácticas políticas y en todos los frentes, en otras palabras, ir construyendo las nuevas lógicas mientras se rompe con las viejas. La superación del Estado como horizonte es fundamental en ese proceso, pero desplegando una posible práctica transformadora radical desde, contra y más allá del Estado. Estos procesos de construcción-deconstrucción tomarán formas y tiempos diferentes en cada territorio y realidad, pero siempre en el camino de lucha y conflicto que va desde la situación de dominación hacia la de emancipación.
Así, la comunidad autoorganizada es atravesada de manera transversal y muchas veces de manera directa por estos vértices de proyecto, sujeto y proceso como hemos podido ver en las diferentes reflexiones planteadas por Mazzeo. Nos plantea el sujeto del “proletariado extenso” como la comunidad autoorganizada, pudiendo ser ésta “la materia (contenido y forma) con la que se construye un cuerpo revolucionario. No la única, por supuesto, pero sí la materia primordial. Puede ser la forma política del pueblo insurgente para este tiempo histórico, una forma transicional hacia una sociedad poscapitalista”. Además, la comunidad autoorganizada en cuanto que es base para la construcción de poderes populares[1], también es atravesada directamente por los Procesos Sociales Básicos identificados en la emergencia del paradigma de la democracia comunal. Además de la Autoconstrucción y del Autogobierno (concretada como autoconstrucción de autogobiernos), también se identifican otros cinco procesos sociales como son la autonomía (independencia), la autodeterminación, la autoorganización, la autogestión y la autodefensa. Estos cinco elementos son fundamentales en la construcción del poder propio de la colectividad y se interrelacionan entre sí de manera dinámica como las cinco aristas de una rueda que está en movimiento. La comunidad autoorganizada es la escala de experimentación social más pequeña desde donde la colectividad pone en práctica diferentes ejercicios de autonomía como ser social colectivo para sí, desde la definición del proyecto propio hasta las formas de guardar su independencia respecto a otros factores. Ejercicios de autodeterminación desarrollados desde la práctica diaria, no sólo encarando planteamientos y proyectos transformadores, sino también llevando a cabo las deliberaciones oportunas y tomando las decisiones propias para ese camino. Ejercicios de autoorganización desde la capacidad propia para buscar las mejores formas organizativas que se ajusten a las realidades y a los momentos concretos, buscando repartir tareas, trabajos y responsabilidades y ampliando las formas de participación política colectivas. Ejercicios de autogestión en la producción y reproducción de la vida mediante prácticas que busquen la autosuficiencia multiescalar partiendo de las capacidades locales y comunitarias. Ejercicios de autodefensa para autoproteger los avances realizados ante los ataques de los poderes establecidos que busquen cooptar, desactivar, descafeinar o aniquilar las experiencias emancipadoras y ante las posibles regresiones que se puedan plantear, tanto desde factores externos o internos.
Con las reflexiones y las realidades concretas de las comunidades autoorganizadas entronca también la labor que viene desarrollando la Red Internacional por la Democracia Comunal, cuyo segundo encuentro internacional se celebraba en Chile en 2022 cuando tuvo lugar aquel café inicial en Buenos Aires. Esta Red se creó un año antes en el I. Congreso Internacional por la Democracia Comunal celebrado en el País Vasco, en octubre de 2021. Se define como un espacio híbrido de articulación política entre movimientos populares, comunales, comunitarios, personas, activistas, académicos-militantes y proyectos transformadores para impulsar, por una parte, la conexión, la relación y el estudio de las realidades y luchas comunales y comunitarias en diferentes partes del mundo, y por otra parte para profundizar, desarrollar y difundir la construcción de un paradigma de democracia comunal que sirva para la actualización, regeneración y enriquecimiento de un horizonte emancipador a largo plazo para la humanidad en este presente y futuro que vivimos. Esta Red[2] trabaja por poner en relación las comunidades autoorganizadas y por generar teória desde las prácticas de estas comunidades.
Las reflexiones que nos plantea Mazzeo son ejercicio de espiral de la praxis, esa espiral que va de la práctica a la teoría para volver a la práctica, en un movimiento dinámico de profundización, avance y enriquecimiento de las prácticas emancipadoras. Y es que el ejercicio teórico desde este panfleto filosófico ilustrado viene a poner nombre, a verbalizar, a conceptualizar y a reflexionar sobre realidades comunitarias y populares que existen en diferentes partes del mundo bajo diferentes formas e intensidades. Se busca visualizar y traer a primera línea y con aspiración universalista a un sujeto existente bajo cientos de formas diferentes. Pero se habla de esa realidad también desde la potencia emancipadora si se activa, se articula y se encarrila hacia caminos de emancipación. Aquí la idea de la comunidad autoorganizada y la democracia comunal vuelven a aparecer como las dos caras de una misma moneda en una dialéctica que se retroalimenta dinámicamente. Ya que la elaboración y la difusión de un marco teórico-ideológico general y universal que plante un proyecto u horizonte de sistema o democracia comunal puede ayudar a establecer una referencia para que las comunidades autoorganizadas se reconozcan y desplieguen su potencia emancipadora y rupturista en la medida que avanzan en el camino de profundización de ese proyecto. De la misma manera, el desarrollo, la potenciación y la multiplicación de las comunidades autoorganizadas, desde sus realidades y luchas concretas, desde su identidad e idiosincrasia propia sin duda generará el caldo de cultivo necesario para multiplicar las prácticas emancipadoras en el desarrollo escalar de posibles modelos de democracia comunal. Y hablamos de modelos de democracia comunal, ya que aunque tengan matrices, criterios y características estructurales parecidas, cada cual irá ensayando una forma y modelo concreta para su realidad concreta. En ese camino de experimentación comunal de y desde las comunidades autoorganizadas, no es tan importante que se hable de un modelo como verdad absoluta, no un modelo acabado, sino abierto como dice Mazzeo. Por ello, “se trata de pensar una universalidad como propuesta y no como imposición; como vivencia real de una totalidad en construcción y no como totalidad dada de antemano. Una totalidad no resuelta en sí misma. Una totalidad abierta y provisoria, que reproduce la tensión entre su “abstracción” y sus determinaciones concretas”.
Por ello, no es tan importante, y no se trata, que desde las comunidades autoorganizadas se impulse la defensa y la difusión de un concepto o nombre concreto como el de la democracia comunal, sino establecer un horizonte claro de democracia comunal compartido, pero que luego se pueda trabajar desde cada realidad concreta a partir de los conceptos o ideas-fuerza que conecten con las realidades, las mentalidades y las necesidades sociopolíticas y culturales de cada colectividad, región, país y zona concreta. Bajo el paraguas conceptual del paradigma de la democracia comunal se encuentran diferentes conceptos articuladores con capacidad de articulación y profundización de la organización y de la conciencia socio-política colectiva como son el poder popular, las soberanías populares, la autogestión, las autodefensas, la democracia directa, la autonomía política, …son conceptos y prácticas a partir de los cuales poner en práctica procesos sociales para construir experimentos prácticos como laboratorios de modelos de democracia comunal. En la medida en que más comunidades autoorganizadas desarrollen y profundicen más experimentos desde estas perspectivas se podrán ampliar las redes socio-relacionales, las culturas políticas y las escalas territoriales para intentar ir generalizando las prácticas de la democracia comunal. Será importante el ejercicio de unir y generar redes locales, comarcales y regionales de estas comunidades autoorganizadas, pero también desarrollar redes en las escalas nacionales, regionales e internacionales. En ese proceso, si se acierta a generar territorios amplios entroncados en las prácticas de la democracia comunal se podrá aspirar a disputar las escalas nacionales de cada país, en una espiral de ir ampliando escalas e ir estabilizando conquistas populares; ya que como dice Mazzeo “la Nación, además, puede ser considerada como uno de los anillos mayores en la estrategia de autodefensa de un modelo de democracia comunal, alternativa al capitalismo”.
La democracia comunal, y por ende la comunidad autoorganizada, como parte de la fundamental base socio-material y geo-territorial, puede erigirse como un laboratorio de conexión e interacción de prácticas emancipadoras, que facilite la intersección y la conjugación de diferentes vértices liberadores a partir de las múltiples opresiones existentes. Donde cada identidad liberadora se reconozca y sea reconocida, construyendo una identidad emancipadora compartida. Erigir unas barricadas multidimensionales y multiescalares al Sistema de Dominación Múltiple puede generar un laboratorio de experimentación desde las prácticas comunales y populares para ir construyendo y desplegando un Sistema de Emancipación Múltiple, donde poder prefigurar, ensayar y practicar las posibilidades del mañana, los futuros posibles en las dinámicas y propuestas del presente. Un sistema como totalidad “compuesta a partir de las vivencias anticipatorias (o prefigurativas, si se prefiere) de una sociedad autoemancipada y de acontecimientos autogenerativos de distinta escala”. En esa línea práctica del futuro en el presente, pero también de rescatar las raíces del pasado como elementos para la reinvención y creación futura, hay que situar la interesante aportación de Mazzeo sobre la Trama Ancestral Tácita y Conjetural (TATC). Desde la idea de que “la materialidad de lo ancestral no debería asociarse a los objetos fijos, a las instituciones rígidas, sino a los componentes activos, a un saber hacer, a un saber refundar, a una creatividad con consecuencias prácticas”.
A lo largo de las páginas de este libro, desde las lecturas y críticas sobre la modernidad, sobre la necesidad de renovar universales emancipadores, sobre los puntos de partida, hasta los planteamientos sobre la prefiguración, las TATC, la relación y la lucha contra, desde y más allá del Estado, y los diferentes aspectos relacionados con las transiciones la democracia comunal y la comunidad se encuentran una y otra vez como parte de un mismo puzzle, como parte de una misma totalidad política que clama futuro desde el presente. Como decíamos al inicio, reflexiones como las que se esbozan en este libro son fundamentales, y más en el tiempo histórico de crisis decadentes que nos ha tocado vivir, y dónde otra vez las tensiones entre lo mejor y lo más rancio y conservador del género humano lucharán ante los tiempos difíciles que vienen para la humanidad. Frente a las posiciones de derechas que plantearán salidas populistas, ultraliberales y fascistas, se deben alzar las comunidades autoorganizadas con planteamientos colectivos para abordar las necesidades concretas del presente pero con una perspectiva y discurso de largo alcance. En esa batalla, la construcción y el despliegue de las comunidades autoorganizadas será fundamental. Por ello, acabamos reconociendo el esfuerzo y dando las gracias a Miguel Mazzeo por la contribución que hace con este texto para las luchas sociales y subalternas. Nos parece que hace una bonita y necesaria aportación desde esa espiral praxista de la práctica-teórica-práctica para seguir construyendo el paradigma de la democracia comunal ensayado y experimentado desde los procesos y los laboratorios populares. Sigamos alimentando el hilo comunal que atraviesa la historia, sigamos sembrando desde las comunidades autoorganizadas praxis presentes llenas de futuro.Por ello, no es tan importante, y no se trata, que desde las comunidades autoorganizadas se impulse la defensa y la difusión de un concepto o nombre concreto como el de la democracia comunal, sino establecer un horizonte claro de democracia comunal compartido, pero que luego se pueda trabajar desde cada realidad concreta a partir de los conceptos o ideas-fuerza que conecten con las realidades, las mentalidades y las necesidades sociopolíticas y culturales de cada colectividad, región, país y zona concreta. Bajo el paraguas conceptual del paradigma de la democracia comunal se encuentran diferentes conceptos articuladores con capacidad de articulación y profundización de la organización y de la conciencia socio-política colectiva como son el poder popular, las soberanías populares, la autogestión, las autodefensas, la democracia directa, la autonomía política, …son conceptos y prácticas a partir de los cuales poner en práctica procesos sociales para construir experimentos prácticos como laboratorios de modelos de democracia comunal. En la medida en que más comunidades autoorganizadas desarrollen y profundicen más experimentos desde estas perspectivas se podrán ampliar las redes socio-relacionales, las culturas políticas y las escalas territoriales para intentar ir generalizando las prácticas de la democracia comunal. Será importante el ejercicio de unir y generar redes locales, comarcales y regionales de estas comunidades autoorganizadas, pero también desarrollar redes en las escalas nacionales, regionales e internacionales. En ese proceso, si se acierta a generar territorios amplios entroncados en las prácticas de la democracia comunal se podrá aspirar a disputar las escalas nacionales de cada país, en una espiral de ir ampliando escalas e ir estabilizando conquistas populares; ya que como dice Mazzeo “la Nación, además, puede ser considerada como uno de los anillos mayores en la estrategia de autodefensa de un modelo de democracia comunal, alternativa al capitalismo”.
La democracia comunal, y por ende la comunidad autoorganizada, como parte de la fundamental base socio-material y geo-territorial, puede erigirse como un laboratorio de conexión e interacción de prácticas emancipadoras, que facilite la intersección y la conjugación de diferentes vértices liberadores a partir de las múltiples opresiones existentes. Donde cada identidad liberadora se reconozca y sea reconocida, construyendo una identidad emancipadora compartida. Erigir unas barricadas multidimensionales y multiescalares al Sistema de Dominación Múltiple puede generar un laboratorio de experimentación desde las prácticas comunales y populares para ir construyendo y desplegando un Sistema de Emancipación Múltiple, donde poder prefigurar, ensayar y practicar las posibilidades del mañana, los futuros posibles en las dinámicas y propuestas del presente. Un sistema como totalidad “compuesta a partir de las vivencias anticipatorias (o prefigurativas, si se prefiere) de una sociedad autoemancipada y de acontecimientos autogenerativos de distinta escala”. En esa línea práctica del futuro en el presente, pero también de rescatar las raíces del pasado como elementos para la reinvención y creación futura, hay que situar la interesante aportación de Mazzeo sobre la Trama Ancestral Tácita y Conjetural (TATC). Desde la idea de que “la materialidad de lo ancestral no debería asociarse a los objetos fijos, a las instituciones rígidas, sino a los componentes activos, a un saber hacer, a un saber refundar, a una creatividad con consecuencias prácticas”.
A lo largo de las páginas de este libro, desde las lecturas y críticas sobre la modernidad, sobre la necesidad de renovar universales emancipadores, sobre los puntos de partida, hasta los planteamientos sobre la prefiguración, las TATC, la relación y la lucha contra, desde y más allá del Estado, y los diferentes aspectos relacionados con las transiciones la democracia comunal y la comunidad se encuentran una y otra vez como parte de un mismo puzzle, como parte de una misma totalidad política que clama futuro desde el presente. Como decíamos al inicio, reflexiones como las que se esbozan en este libro son fundamentales, y más en el tiempo histórico de crisis decadentes que nos ha tocado vivir, y dónde otra vez las tensiones entre lo mejor y lo más rancio y conservador del género humano lucharán ante los tiempos difíciles que vienen para la humanidad. Frente a las posiciones de derechas que plantearán salidas populistas, ultraliberales y fascistas, se deben alzar las comunidades autoorganizadas con planteamientos colectivos para abordar las necesidades concretas del presente pero con una perspectiva y discurso de largo alcance. En esa batalla, la construcción y el despliegue de las comunidades autoorganizadas será fundamental. Por ello, acabamos reconociendo el esfuerzo y dando las gracias a Miguel Mazzeo por la contribución que hace con este texto para las luchas sociales y subalternas. Nos parece que hace una bonita y necesaria aportación desde esa espiral praxista de la práctica-teórica-práctica para seguir construyendo el paradigma de la democracia comunal ensayado y experimentado desde los procesos y los laboratorios populares. Sigamos alimentando el hilo comunal que atraviesa la historia, sigamos sembrando desde las comunidades autoorganizadas praxis presentes llenas de futuro.
Euskal Herria (País Vasco), 1 de abril de 2024
[1] En 2019-2020 se desarrolló en el País Vasco una reflexión colectiva y militante sobre la actualidad y la necesidad del Poder Popular y la Auzogintza como lógica política de construcción social, en la que se utilizaron análisis de diferentes experiencias y textos, entre ellos los de Mazzeo (https://herriboterea.wordpress.com/liburua-pdf/)
[2] La Red Internacional por la Democracia Comunal tiene sus principiosen su texto fundacional (https://demokraziakomunala.wordpress.com/red-internacional/) y viene desarrollando una dinámica de generar contactos y redes a partir de los Congresos internacionales y las actividades que viene realizando.