Por Xulio Ríos |
En el curso del siglo XX, en mayor o menor medida en función de la coyuntura, el continente africano siempre ha estado presente en la agenda de la diplomacia china.
No obstante, es con el siglo XXI, al abrigo de unas capacidades de Beijing que revelaban un salto cuantitativo exponencial, cuando la cooperación sino-africana adquiere una impetuosidad proporcional y paralela.
Una relación singular
La relación de China con África tiene un activo de partida que conviene siempre tener presente y reivindicar: la ausencia de colonialismo. A diferencia de los países desarrollados de Occidente que se han servido de ese vínculo para controlar los sistemas financieros y de gobernanza globales mediante la explotación de los países en desarrollo, China goza de una auctoritas en el continente fuera de alcance de terceros.
China, además de país en desarrollo, se siente parte activa del Sur Global, una aseveración que acentúa esa diferenciación respecto al tipo de relaciones que han promovido históricamente las potencias coloniales y neocoloniales.
La experiencia histórica de China conecta de modo natural y sin esfuerzo con las ambiciones del continente africano. Por ejemplo, en la lucha contra la pobreza. China logró sacar de la pobreza a casi 100 millones de personas en solo una década y hoy tiene una clase media de 400 millones de habitantes como resultado de un proceso económico que expresa una vía alternativa de modernización y desarrollo.
Por ejemplo, también, en la lucha contra el hambre y por el desarrollo agrícola. Según las últimas cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, en 2023, alrededor de 733 millones de personas (es decir, una de cada 11 personas en todo el mundo) sufren hambre, y una cantidad significativa de ellas se ubica en África, donde una de cada cinco personas se enfrenta a esta difícil situación.
El desarrollo agrícola se utilizó en China como una forma eficaz de erradicar la pobreza. Por lo tanto, tiene lecciones muy valiosas que compartir. En los últimos 40 años, China ha logrado un progreso significativo en el desarrollo agrícola, que no solo ha garantizado la seguridad alimentaria de China, sino que también ha sentado una base sólida para el desarrollo sostenible de su agricultura. Este camino de desarrollo agrícola tiene una gran importancia para África, donde los pequeños agricultores representan el principal pilar. Para luchar contra el hambre empoderando a los pequeños agricultores y a los hogares para que aumenten su producción agrícola, China ha enviado cientos de expertos agrícolas a África y ha ofrecido miles de oportunidades de formación a profesionales agrícolas africanos. Ayudar a África a cultivar talentos agrícolas de alta calidad y promover la agricultura africana es una exigencia elemental para que el continente pueda iniciar otro rumbo de desarrollo.
Los importantes logros de China en la solución de la escasez de alimentos mediante la innovación tecnológica y los esfuerzos para ayudar a África a fortalecer la seguridad alimentaria constituyen un capitulo de gran transcendencia que a menudo no valoramos suficientemente.
Otro tanto acontece con la salud. Con la memoria reciente de la pandemia de Covid-19, la propagación de un nuevo virus, el mpoxo la viruela del mono, con fuerte proyección en África, mostrará de nuevo esa cercanía.
Un compromiso de largo plazo
Hoy día, al amparo de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, China ha consignado importantes esfuerzos de financiación al desarrollo de la infraestructura y la industria en regiones de toda África.
La cooperación entre China y África en materia de comercio e inversión ha progresado de forma constante. El año pasado, el comercio entre ambas partes superó los 282.000 millones de dólares. China ha sido el mayor socio comercial de África durante 15 años consecutivos. A finales de 2023, el valor de la inversión directa de China en África superaba los 40.000 millones de dólares, convirtiéndose en una de las principales fuentes de la inversión extranjera del continente.
Esa cooperación en materia de inversión entre China y África ha proporcionado un nuevo impulso para la industrialización africana, según un informe reciente publicado por el Consejo Empresarial China-África. China, dice el documento, es el mayor país en desarrollo que invierte en África y la cooperación en inversión China-África ha crecido constantemente. Las empresas chinas están mejorando el sistema industrial de África, promoviendo el progreso de su industrialización y modernizando su calidad.
En los últimos tres años, las firmas chinas han construido o invertido en zonas de cooperación económica y comercial en África, en sectores como agricultura, procesamiento y fabricación, logística comercial y otras industrias, atrayendo más de 1.000 compañías y contribuyendo a incrementar los ingresos fiscales y las ganancias en divisas africanas provenientes de exportaciones.
La contribución de China a la construcción de infraestructura e industrias en África está cambiando la faz del continente.
En ocasiones objeto de críticas por su política de préstamos, China, paradójicamente, ha estado ayudando a los países africanos a aliviar la presión de la deuda a través de múltiples canales. En el marco de la Iniciativa de Suspensión del Servicio de la Deuda del G20, ha desempeñado un papel activo para ayudar a las naciones afectadas a alcanzar acuerdos de suspensión de la deuda. También al amparo del Foro de Cooperación China-África, China ha cancelado la deuda de los países africanos en la forma de préstamos gubernamentales libres de intereses que iban a vencer a fines de 2021.
Según estadísticas del FMI, las obligaciones comerciales y deudas multilaterales constituyen 66 por ciento de la deuda externa de África, en tanto que la deuda bilateral China-África sólo representa 11 por ciento de la deuda externa total africana.
Un ámbito de importancia creciente es el compromiso con la estabilidad y la seguridad. En los próximos años, como en el pasado, la mayoría de los soldados chinos en África seguirán llevando los cascos azules de las fuerzas de paz de la ONU, expresando así una vocación de larga data. Complementariamente, China aboga en África por un enfoque de seguridad renovado destinado a fortalecer las capacidades de los actores de seguridad locales, promocionando una profesionalización que pueda evitar retrocesos en su desarrollo por causa de la inestabilidad.
Un nuevo ímpetu
La estrategia de la política exterior de China busca abrir mercados y desarrollar los intercambios económicos con países del resto del mundo. Ese enfoque no cambiará a pesar de las dificultades que conlleva el tránsito hacia un nuevo modelo de desarrollo en China, que también repercuten en la proyección de su diplomacia.
China no se retira de África y, por el contrario, seguirá diversificando sus asociaciones y proyectos y alentando la elevación de la calidad de la cooperación, de forma que el propio continente persista en su ambición de consolidar un modelo de desarrollo más autodirigido, centrado en fortalecer las capacidades internas, sus propias instituciones financieras y desarrollar infraestructura crítica con un mayor énfasis en la sostenibilidad, la resiliencia y la autosuficiencia.
El Foro de Cooperación China-África que tendrá lugar del 4 al 6 de septiembre en Beijing será una excelente ocasión para que ese diálogo proyecte un nuevo impulso a la cooperación bilateral.