por Sebastián Palma/The Clinic.
Un accidente en bicicleta que casi pudo arruinar la película, un protagonista que hubiera preferido ser un extra y piedrazos al equipo de filmación en la icónica escena de los besos y la leche condensada, son parte de los recuerdos de los protagonistas de «Machuca». Aquí, el elenco y miembros del equipo recuerdan la cinta, una que en su estreno convocó a cuatro expresidentes (de derecha e izquierda) y que aún sirve para poner en perspectiva las heridas de la dictadura, las traiciones y las brechas sociales persistentes en el país.
La película “Machuca” estuvo a punto de no suceder. Durante el rodaje, un accidente casi marca el fin anticipado de la cinta. Ariel Mateluna, entonces un preadolescente que interpretó a “Pedro Machuca”, se encontraba un poco aburrido mientras esperaba para filmar. Decidió tomar la icónica bicicleta mini cic roja de la película y empezó a pedalear.
Su paseo se dio en la antesala de la grabación de una protesta en el barrio alto. Se cerraron calles en Vitacura, pero Ariel, al menos por un momento, se olvidó de las direcciones, los diálogos, el elenco y las cámaras, y se enfocó en ser lo que era: un niño.
Pedaleó con fuerza sobre la bicicleta hasta que llegó a una cuesta que superaba los márgenes de la filmación y atravesaba una avenida transitada por micros y automóviles. Intentó detenerse antes de cruzar la esquina, pero se dio cuenta, entonces, que la bicicleta no tenía frenos. El roce de su pie contra el pavimento no fue suficiente para detenerlo y terminó cruzando la calle de Vitacura a gran velocidad. No lo chocaron de milagro.
Después de atravesar la calle y detenerse, vio que varios productores lo seguían alarmados. “Eduardo Castro, el productor de escenas, me quería matar. Era esa escena en las protestas de los cuicos y me pasé la calle. Pasé rajado, menos mal no me agarró ningún auto. Ese día estaba lloviendo. Eduardo estaba enojado, me dijo: ‘¿Cómo se te ocurre hacer eso, huevón, tú cachai que si te pasa algo cagamos con la película?’”, recuerda el actor.
Ariel, a esa altura, ya era sumamente importante e irremplazable. Eso no solo lo sabía el productor de la cinta, sino casi todo el equipo. Cuidarlo parecía más que una responsabilidad con la película, que antes de estrenarse ya tenía esa aura y proyección que solo tienen las obras importantes. “Machuca” ya estaba destinada a trascender.
La película “Machuca” generó un inusitado revuelo y debate antes de su estreno. La avant premiere, que a esta altura ya podría considerarse un hito del cine chileno, se realizó en 2004 en el ya desaparecido cine Hoyts de la calle Huérfanos, ubicado a unas cuadras de La Moneda.
A pesar de la incomodidad de los estacionamientos para los invitados, que quedaban a varias cuadras del cine, el evento convocó a una colorida fauna de la política y el espectáculo. Parecía que nadie quería quedarse fuera.
Francisco Reyes, quien tuvo un rol importante en la cinta, recuerda el evento: “Era un momento del cine en el que se puso harta inyección a la creación nacional. Era el gobierno de Lagos y se le dio harto auge, siento que había una energía de apoyo, de respaldo. Al estreno de la película, fue el propio presidente Lagos y le fue bien a la película, porque si bien es la historia del Saint George, también era el reflejo de un país”.
Efectivamente a la avant premieres asistió el presidente Ricardo Lagos, a quien en ese tiempo aún le quedaban dos años de mandato. Naturalmente la prensa lo abordó. Gonzalo Feito, terneado y con lentes oscuros lo bromeó al estilo C.Q.C.: “Hasta el vino es bueno, no es un capitán General”, le dijo.
Otro reportero le preguntó al presidente, más serio, si es que luego de ver la película sentía que Chile seguía teniendo una herida abierta por la Dictadura. “Basta con mirar Machuca para darse cuenta de eso”, respondió.
Los periodistas no sólo levantaron sus grabadoras y micrófonos con el Presidente, también lo hicieron con las dos mujeres de su coalición que aspiraban a sucederlo: la Canciller Soledad Alvear y quien se convertiría en presidenta, la entonces ministra Michelle Bachelet, que en su particular humor dijo: “Salí Machucada (…) Machuca nos reafirma las condiciones para que nunca vuelva a ocurrir algo así”.
Las invitaciones, en todo caso, no fueron únicamente para figuras de la izquierda. A la instancia también llegaron políticos de oposición, entre ellos, otro futuro presidente, Sebastián Piñera, que según una nota publicada en “Las Últimas Noticias” fue el único que “destiñó” en sus declaraciones:
“Todas las visiones del pasado se miran desde una cierta perspectiva, y por tanto uno nunca puede mirar el pasado de forma objetiva”, declaró en el evento donde también asistió el ex Presidente Eduardo Frei, su esposa Martita Larraechea, Benjamín Vicuña y Héctor Noguera, quién llegó acompañado del director de “El cartero”, Michael Radford.
“Es un filme muy emocionante (…) las actuaciones son perfectas”, comentó el director británico sobre “Machuca” y su ojo no falló.
El fenómeno Machuca
Ariel Mateluna también asistió a la avant premiere, pero hoy, a 20 años del estreno de la película que protagonizó, dice que ese no fue el hito más importante para contemplar su trabajo y el de sus compañeros. Ese momento especial lo vivió días después, cuando con sus compañeros de colegio, amigos que mantiene hasta hoy, tomaron una micro para ir a verla.
“Éramos chicos, teníamos 15 años. Ellos se sentaron al lado mío. Lo recuerdo como un momento bien especial. De hecho, hace poco lo conversé con uno de ellos y me decía ‘huevón, yo ese día lloré para callado porque sabía que si me veías llorando me ibas a huevear’”, recuerda.
“Para ellos fue fuerte porque la película tocaba un tema que no teníamos conocimiento en esa época. Más grandes nos dimos cuenta que no es una película lejana. No es tanto de la historia, “Machuca” habla de la traición, de asuntos que marcan el ahora. Los chiquillos estaban emocionados y se sentían orgullosos de que el amigo pelusón que tenían hubiera hecho una película tan importante”, agrega el actor.
La llegada de “Machuca” a los cines ocurrió justo en medio de otros estrenos mundiales avasalladores. En cartelera estaban “Harry Potter y el prisionero de Azkaban”, “El Gran Pez” de Tim Burton, la ganadora de cuatro Óscars “El Último Samurai”, “Yo, Robot” con Will Smith, la megaproducción “Troya” encabezada por Brad Pitt y Orlando Bloom, “Shrek 2” y “Kill Bill, Volumen 2” protagonizada por Uma Thurman, solo por mencionar algunas.
La competencia fue despiadada, aún así la historia de Gonzalo Infante y Pedro Machuca, dos niños de 11 años de Santiago que vivían en barrios cercanos pero muy distintos y que terminaron unidos gracias al proyecto del padre McEnroe, director de un colegio religioso y pudiente, quien intentó derribar la barrera entre sus mundos integrando a chicos de familias humildes en el colegio (tal y como ocurrió en el colegio Saint George School), terminó imponiéndose.
El día de su estreno, asistieron 6.901 espectadores a verla, superando a las películas chilenas que ostentaban el récord de audiencias en su primer día en cartelera, Sexo con amor (6,827) y Sub Terra (6.260).
La cifra de asistentes se multiplicó con los días. En su cuarta jornada en salas 59.520 personas ya habían visto “Machuca”. El éxito no solo se graficó en la taquilla. Los medios buscaron a los personajes reales de la película, entrevistaron a Eledin Parraguez, profesor de castellano, cuya historia es en buena medida era la de “Machuca”. También se perfiló al fallecido sacerdote, Gerardo Whelan, quien lideró el proyecto de integración.
“El father pasó horas convenciendo a los chiquillos pobres para que se vinieran al colegio. Fue sacando niños de El Esfuerzo, El Trabajo, El ejemplo, puras poblaciones marginales del Mapocho (…) Era su vocación”, decía un alumno suyo. Pero no solo eso, columnistas y líderes de opinión celebraron la obra.
“Machuca ya puede ser considerada un hito en nuestra historia cinematográfica, no queda otra que compararla con El Chacal de Nahueltoro y Julio comienza en Julio”, escribió Rafael Gumucio.
Eugenio Tironi (ex alumno del Saint George) también opinó: “Los grandes aciertos del filme reside en mostrar la historia desde la mirada de un niño, desideologizada, y haber descubierto que lo de este colegio fue quizás la mejor ilustración del proyecto de la UP”.
Otro old georgian, Claudio Orrego, también quiso decir lo suyo indicando que “los mundos de Infante y Machuca coexisten hoy, lamentablemente, separados por rejas, desconfianza y desconocimiento”.
Incluso los que no vieron la película querían opinar de ella. El abogado y exdiputado en tiempos de la UP, Hermogenes Pérez de Arce, dio una entrevista a página completa recordando que sacó a sus hijos del Saint George cuando llegaron niños pobres al colegio: “Tengo la impresión de que (Machuca) benevoliza a la izquierda y exagera y le resta méritos al pronunciamiento militar. Creo que es sesgada, porque yo la viví por el lado de los padres”, fustigó.
La conexión que la película tuvo con la élite chilena es incuestionable. Su director Andrés Wood, estudió en el colegio Saint George, y su obra retrató parte de su vida.“¿Gonzalito (infante) es en verdad Andresito (Wood)?”, le consultaron en una entrevista en La Tercera.
“Lo dicen para molestarme, acá hubo tres guionistas y cada uno puso su cosa personal. Aunque, obviamente, hay una capa interna que está ahí”, respondió Wood.
El escritor Roberto Brodsky fue uno de los guionistas que co-escribieron la cinta. Su relación con Wood comenzó mucho antes de que Machuca siquiera fuese una idea. Se conocieron en 1999 en medio del proyecto documental de TVN Nuestro Siglo, el que buscaba retratar al Chile de pasado en el cambio de milenio. El periodo que les tocó describir a ambos fue el de 1961 a 1973
“Como era un proyecto de Televisión Nacional, tuvimos acceso a mucho material fílmico que estaba en el archivo. El archivo de TVN es increíble, fue emocionante encontrarse con esas imágenes, algunas nadie las había visto y nos dieron el acceso. Y el resultado estuvo muy bien. Esa fue la primera experiencia que tuve con Andrés”, recuerda Brodsky.
La tácita alianza que se da entre dos personas que por alguna razón trabajan juntas, se potenciaría años después. Wood ya había estrenado Historias de fútbol y se contactó con Brodsky con la idea de hacer Machuca. Se juntaron en la casa del escritor en la calle Enrique Richard, en Ñuñoa.
“Andrés me explicó el proyecto y todo lo que tenía en mente sobre la experiencia del Saint George y el programa de integración. Yo había publicado un libro el 2001 (Últimos días) que narraba toda la historia de Gonzalo: la separación familiar, la madre con un amante, y el padre, un socialista frío, pero consciente de lo que sucedía. Tenía muy clara la historia de Gonzalo porque la había plasmado en el libro. La historia de Machuca, como el personaje que se introduce en la vida del colegio, la tenía muy clara Andrés”, recuerda.
De allí en adelante las piezas del dominó comenzaron a caer: se escribieron las escenas, se pensaron los personajes, se buscaron los fondos, se hizo el casting y comenzó el rodaje.
“Trabajamos mucho rato en el guión, estuvimos como un año. Tuvimos diez versiones, nos dimos vuelta varias veces: empezábamos por acá, pero después decidimos que eso era el final, pero después creíamos que había que eliminar esa parte. En un momento pensamos en abordar a los personajes desde los recuerdos de la adultez, pero al final creíamos que había que entrar en la situación In media res, había que estar en medio de la situación y no introducir a los personajes. Debíamos ir a la situación de Santiago de Chile de 1973”, rememora Brodsky, quien recuerda haber escrito una de las escenas más icónicas de “Machuca” y del cine chileno: la de la leche condensada y los besos.
“A mí me encanta esa escena, puedo decir que la escribí yo. Yo había visto la escena de Ardiente paciencia, donde Marcela Osorio juega con un huevo y seduce al cartero. Es una película bastante inocente y contemplativa, pero me pareció una escena importante de citar. Pero que era mucho más fuerte y loca y emocionante esa escena con los tres chicos besándose con la leche condensada que se partía con una piedra”, comenta el escritor.
“Para mí esa era la posibilidad de que ellos construyeran un mundo propio. Una burbuja en medio de todo el desastre de los padres, del colegio, de la sociedad. No hay nada más democratico que ese beso compartido, con ella como una especie de maestra. Esa escena era muy emblemática de lo que los chicos eran: eran niños que estaban aprendiendo a ser adultos”, agrega Brodsky.
Los niños adultos de “Machuca”
Matías Quer no tenía ninguna intención de interpretar al joven acomodado Gonzalo Infante cuando su familia lo llevó al casting de “Machuca” junto a su hermano. Para él, ese día fue más un juego y aspiraba simplemente a quedarse como un extra. Ese era su objetivo.
“Si hubiera sabido que era para el rol protagónico, no habría ido. Yo pensé que iba a pasar caminando detrás de los actores un par de veces, que me iba a ganar cinco lucas y que me iban a mandar para la casa”, recuerda Matías, quien hoy vive en Madrid con su familia, donde está realizando un doctorado en filosofía.
Lo que vino después fue una bola de nieve. Matías recuerda que Andrés Wood buscaba a alguien físicamente similar a él: “Una persona colorina o rubia y que fuese totalmente desconocida, que no hubiese salido ni en películas ni en publicidad (…) Yo creo que los rasgos de mi personalidad y el físico eran parecidos a lo que buscaban, y eso me terminó ayudando para la actuación misma”, reflexiona.
Matías era el candidato perfecto, pero, al igual que el arrojo de Mateluna y su bicicleta sin frenos pudo haber arruinado la película. La personalidad tímida de Matías Quer también puso en apuros a la producción de “Machuca”.
“Hubo un momento en el que pensé en echarme para atrás. No quería hacer la película, no quería faltar a clases, me entraron los nervios. No quería dejar de ver a mis amigos. Estaba en séptimo cuando filmamos. Andrés Wood me apoyó mucho en ese momento y me ofreció que algunos amigos míos del colegio y mis hermanos fueran compañeros de curso de mi personaje. Así podía estar más cerca de ellos. Grabamos todas las escenas del colegio juntos; algunos, incluso, tuvieron unas líneas”, recuerda.
La personalidad de Matías era introvertida, al igual que la de su personaje, y ser el centro de atención en el rodaje le incomodaba. La escena del beso con Manuela Martelli, por ejemplo, fue su primer beso. Hoy recuerda los nervios del momento:
“Obviamente estaba nervioso. Fueron muy cuidadosos con la escena; la verdad es que no fue tanto tema. Andrés y su equipo fueron espectaculares, y creo que la madurez de Manuela influyó. Era más grande, me imagino que no estaba tan nerviosa y eso también ayudó”.
En el caso de Ariel Mateluna, la escena no significó dar primer beso. Aunque hoy asegura haber estado nervioso, tiene otros recuerdos de la grabación, la que se tuvo que repetir en varias ocasiones, no por problemas en la interpretación, sino por una situación externa:
“La escena fue complicada porque estábamos cerca del Cerro 18 y nos empezaron a tirar piedras porque pensaron que los estábamos grabando. Creo que dos semanas antes les habían hecho un reportaje que había salido en la tele y por eso nos empezaron a tirar piedras y nos asustamos”, comenta Mateluna, quien agrega:
“Cayeron piedras al lado de nosotros, de hecho le pegaron a un foco y en la grabación quedamos con esos nervios. Claro, teníamos que darnos besos y éramos chicos; había pudor, pero creo que es una escena que está bien llevada, la dirección es muy buena”, comenta el actor.
Para ambos niños, hoy adultos, existen otras escenas entrañables. Cada uno describe su favorita, la que bien podría resumir el motor de cada uno de sus personajes. En el caso de Matías el momento que más lo marcó en la filmación fue una de las escenas finales, cuando el Father McEnroe abandona el colegio tras el golpe de Estado y la suspensión de su proyecto educativo.
“La filmamos en la capilla del colegio. El sacerdote se va y los alumnos lo despiden y le agradecen, para mi esa fue la más significativa”, recuerda Matías.
Para Ariel una de las escenas determinantes fue la que filmó con quien interpretó a su padre, el actor Daniel Dubó. El diálogo en el que el personaje cuestiona la amistad de Machuca con Infante, dice Mateluna hoy, lo reconectó con su propia historia.
“¿Sabís dónde va a estar tu amigo en cinco años más? Entrando a la universidad. ¿Y tú? Vai a estar limpiando baños. En diez años más, tu amigo va a estar trabajando en la empresa del papito. ¿Y tú? Vas a seguir limpiando baños. En quince años, tu amigo va a ser dueño de la empresa del papito. ¿Y tú? ¡Adivina! Vas a seguir limpiando baños. Tu amigo para ese tiempo ni siquiera se va a acordar de tu nombre.”, fueron las líneas de esa escena.
Ariel Mateluna recuerda: “Para mí esa escena fue bien personal, yo me sentía muy angustiado, de hecho se me nota. Era muy natural lo que estaba sintiendo porque viví cosas similares(…) un papá de campo que tuvo una infancia bien dura, cruda y que era de una generación que le costó trascender ese modelo. Ahora estamos rompiendo esos patrones, porque nos dimos cuenta que la violencia no conduce nada a la hora de criar”.
El actor Luis Dubó, quien hasta hoy sigue en contacto con su hijo en la ficción, también rememora la escena: “Fue bien mágico lo que ocurrió. La locación estaba en la toma verdadera, la de Peñalolen. Entonces siento que todo confabuló para que el feliz fenomeno ocurriera”, comenta el actor.
“Yo creo que los niños en ese momento se incomodaron realmente, yo tenía experiencia en cine en esa época, entonces fue un trabajo que salió muy rápido y eso contribuyó en que se dieran las caritas de estos niños y esa reacción tan espontánea. Eran las caritas reales, estaban asustados”, agrega Dubó.
Una película de traiciones y brechas sociales
“Machuca” no solo marcó la vida de los pequeños actores que la protagonizaron. Para varios consolidados, como Luis Dubó, la película significó un hito clave para sus carreras.
“Fue bien sorpresivo el fenómeno, sobre todo lo que me ocurrió a mí como actor, porque era un personaje que tenía una participación muy específica, era un personaje que tenía una misión dentro de la estrategia de Andrés (Wood) y creo que el suceso, todo lo que ocurrió con la Tamara Acosta y los tres niños, confabuló para que sea uno de esos momentos que son inolvidables en el cine chileno”, comenta el actor.
Aline Kuppenheim, otra actriz que a esa altura ya era consagrada tiene una visión similar sobre el impacto de “Machuca” en su carrera: “Para mí fue una película bastante pivote en mi actividad en el cine. Fue una película que para ninguno estaba previsto que tuviera la repercusión que tuvo. Machuca fue muy importante para todo el elenco, para el director, para el cine chileno, para todo el mundo. Fue una película muy importante. Y todavía sigue siéndolo”, reflexiona.
Su marido en la cinta, interpretado por Francisco Reyes, agrega: “En Machuca uno puede oler una época estéticamente hablando, políticamente hablando, socialmente hablando. Entonces, es atractivo eso. A mí me encanta como película. Mi personaje era bien arquetípico, un típico joven socialistoide, pero que si se pone mala la cosa arranca. No tenía grandes deseos de lucha y había mucha gente así”, recuerda.
Un par de días después del estreno de su película, Andrés Wood señaló en una entrevista con LUN: “Yo creo que la película va a molestar pero hoy en día es irrefutable en los hechos. Es una cinta que en el fondo termina hablando de clases sociales, con una clase opresora terrible, pero no deja a nadie como héroe.
En sus palabras, siguió desentrañando el corazón de su obra, refiriéndose a la separación de Gonzalo y de su amigo Pedro, Pedro Machuca:
“(Gonzalo) en el fondo salva su vida, pero lo hace de la forma más vil en un país como este, haciendo notar su clase social. En ese sentido yo creo que la película es un clásico del clasismo (…) Llega un minuto en el que todo cae con personajes que son super queribles. En ese sentido es una cinta sobre la traición del país, de la familia y hasta de un niño”.
A 20 años de su estreno, esos niños que se separaron en la ficción, y que hoy son hombres tienen su propia versión de “Machuca”.
Matías se refiere a ese dialogo premonitorio de los amigos que terminarían siendo jefes o limpiando baños “En eso hay algo de verdad, pero uno puede decir que esa persona se está equivocando en el juicio que está haciendo. Es una caricatura de lo que tiene que pasarle a una persona de cada estrato social. El rico no tiene que ser un hijo de papá cómo tampoco todas las personas de un estrato más pobre se quedan allí. Y si se quedan allí es porque no hicieron nada al respecto o puede ser que intentó salir y no pudo, pero tampoco es imposible”.
“La movilidad social evidentemente existe. La pregunta es cuánto y en qué medida. Seguramente hay favorecidos, no vivimos en una sociedad de castas, pero creo que hay muchas cosas que se pueden hacer para que las personas que están en una situación dificil, puedan mejorar”, agrega.
Ariel Mateluna también reflexiona sobre el “clásico del clasismo” de Andrés Wood: “Yo creo que hoy son pocas las personas que tiene consciencia de clases. Lamentablemente en este país siempre ha habido una lucha de clases, donde la clase alta acomodada, no toda, pero la mayoría, crítica a la clase trabajadora de que son flojos, hablan de la meritocracia”.
“Es fácil hablar de la meritocracia cuando naciste en cuna de oro y tienes los medios para estudiar en un buen colegio, universidad y tener un buen puesto en la empresa de tu papá. Pero no vengan a molestar a la gente que se levanta a las 5 de la mañana, que recorre todo Santiago para llegar al oriente a trabajar, que casi no ve a sus hijos, es una esclavitud lo que viven. Ahí está la escena de Luis (Dubó) ‘y tu amigo, tu amigo’. Eso refleja tal cual lo que son las clases sociales en este mundo. Yo creo que eso sigue igual o peor que en la dictadura”, redondea Mateluna.