“La dimensión desconocida” (2016) de Nona Fernández
Facundo Hormazábal
Por alguna razón alguien pensó que sería una buena idea crear un pequeño espacio para hablar de libros, en realidad para recomendar algunos libros nada más y, por si eso fuera poco, alguien pensó en mí. Como todo lo raro no tiene límites, yo acepté el desafío y acá estoy. Intentaré hablarles de algunos libros que me han gustado con el firme deseo que a más de alguien le puedan interesar y se entusiasme con la literatura sólo por el simple acto de leer. Eso de “simple” es un eufemismo, porque en la oquedad en que vivimos el leer se ha transformado en un acto, incluso, de resistencia.
Para la gente tan antigua como yo, seguramente le llamará la atención lo homónimo del título de este libro con la serie de televisión y retumbará en su pecho la frase de entrada de ese programa: “Más allá de lo conocido hay otra dimensión. Usted acaba de atravesar el umbral”. Y no es casualidad, en todo el libro la autora estructura una correspondencia con aquella serie, porque es ahí, en ese umbral y en ese juego con la cultura pop, que la narradora nos relata una de los períodos más oscuros de esta nación, cuando las luces fueron eclipsadas por la traición, la delación, la tortura, la muerte y el rugir de los Hawker Haunter.
Es terrible decirlo, pero el libro como ejercicio narrativo es bello, la autora nos cuenta sobre aquel período, con una voz que tiene un tono familiar, íntimo, con la que va imaginando y haciéndose sutiles preguntas sobre lo que se vivía en la década del ochenta en este país con forma de cicatriz. Esa misma belleza se contrapone con lo que relata, generando una tensión que incomoda que se fragua con el horror de lo que cuenta y la ternura de cómo lo cuenta. En este ejercicio que es puro oficio, permite que uno (re)viva situaciones y sensaciones, y por cierto emociones, que se encuentran detrás de esa puerta que pocas veces queremos volver a abrir, aquella que nos lleva a la verdadera dimensión desconocida.
Esta novela comienza describiendo el horror que implantaron las fuerzas de inteligencia y represivas en la dictadura cívico-militar en Chile y a medida que avanza se engarza al motor de la trama, al monstruo arrepentido, al personaje protagónico, a Andrés Valenzuela Morales, apodado “Papudo”, suboficial de la Fuerza Aérea chilena y que a mediados de los ochenta llegó a las oficinas de la revista Cauce para confesar su participación en los escuadrones de la muerte del régimen de Pinochet, confirmando la certeza que todos teníamos. Para luego aparecer en la portada de dicha revista con la frase: “Yo torturé”, de ahí en más, su historia atrapa muchas más, desembocando en la infamia total de aquellos individuos que se hacen llamar seres humanos, pulverizando con crueldad la condición humana. La novela nos sumerge en un Chile devenido en rabia, temor, heroísmo y épica; y en cómo los límites pueden ser traspasados una y otra vez, hasta que aparece la dignidad y pone freno a la barbarie, proponiendo un desenlace que sorprende de manera brutal.
Un libro que puede ser político, que puede ser policial, que puede ser testimonial. Quizás es todo aquello, pero lo claro es que en este caso la ficción no es más que la arquitectura narrativa, porque la realidad es tan fuerte en él que se transforma en un dispositivo fundamental para evitar que nos atrape la niebla del olvido. Una novela muy bien escrita, de esas que se transforman en imprescindibles.