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Marxismo «queer» en tiempos reaccionarios. Líneas de fuga para cuirizar el anticapitalismo

by Juan Carlos Flores
septiembre 3, 2025
in Feminismo, Noticias Destacadas
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Marxismo «queer» en tiempos reaccionarios. Líneas de fuga para cuirizar el anticapitalismo
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En medio de las sucesivas crisis del capitalismo, la extrema derecha avanza sus posiciones en todo el mundo con la complicidad activa de las clases burguesas dominantes.

Al otro lado del Atlántico, Trump, un presidente abiertamente fascista, está intensificando los ataques contra las personas trans, deportando migrantes y trabajando para desmantelar las propias estructuras del Estado federal estadounidense, con el apoyo del hombre más rico del mundo. En Europa, los gobiernos reaccionarios van y vienen. En Hungría, Viktor Orbán ha prohibido las marchas del Orgullo, negando la existencia pública de las personas LGBTI. En Italia, el gobierno de Meloni está llevando a cabo una ofensiva contra las familias lésbicas, borrando a las madres no biológicas de los registros civiles para suprimir sus derechos parentales. En Palestina, el gobierno de extrema derecha israelí de Netanyahu prosigue su política de limpieza étnica, tanto en Cisjordania como en Gaza, a pesar de los anuncios de alto el fuego. El Ejército israelí, con la bendición de Estados Unidos, prosigue su ocupación de Líbano e intensifica sus ataques aéreos hasta Yemen, pisoteando el derecho internacional.

Aquí mismo, en Francia, la extrema derecha y sus ideas avanzan peligrosamente. Ya no sorprende a nadie que Rassemblement National (RN) se imponga sistemáticamente en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, o incluso en las legislativas. La prensa y los medios de comunicación pertenecen en gran parte a Vicent Bolloré, un multimillonario que libra una verdadera batalla para difundir al máximo una ideología reaccionaria y fascista. Incluso cuando no está en el poder, la extrema derecha interviene en prácticamente todos los aspectos de la política liberal. Un ejemplo lo encontramos en la reciente adopción de la Ley de Asilo e Inmigración, que endurece drásticamente las condiciones de acogida de las personas migrantes, o en la creación de una asociación parlamentaria contra el veneno wokista impulsada por RN, o en la postura adoptada por el Ministro de Interior, Bruno Retailleau, a favor de un colectivo feminista de extrema derecha. 

El gobierno de François Bayrou, apoyado por la prefectura y la alcaldía de París, desalojó violentamente a 450 menores no acompañades que ocupaban la Gaîté Lyrique –un centro cultural de París– desde diciembre. ¿El motivo? Ante la inacción del gobierno, estaban reivindicando sus derechos fundamentales: acceso a la educación y a una vivienda digna. Al mismo tiempo, Rassemblement National –partido heredero de los colaboracionistas y nazis– retoma y difunde teorías de la conspiración y copia la retórica trumpista atacando a las y los jueces después de que su representante, Marine Le Pen, haya sido condenada a cinco años de inhabilitación por malversación de fondos públicos europeos. 

Les inverti·e·s: luchar, masificar y tejer solidaridades concretas
Frente a este orden reaccionario, nosotres, les transmaribibollos 1 marxistes, vemos la necesidad urgente de organizarnos y luchar contra el fascismo porque, como transmaribibollos, estamos entre los primeros objetivos de la extrema derecha. 

Por ello, hace tres años se fundó el colectivo de Les Inverti·e·s partiendo de la premisa que las personas LGBTI son sujetos revolucionarios por el lugar que ocupan dentro del sistema capitalista. Surgió también como una respuesta a la oleada reaccionaria y homófoba que siguió la epidemia de Mpox 2 y a los comentarios de la entonces ministra, Caroline Cayeux, que calificó a les homosexuales de “esta gente”. 

Desde un punto de vista ideológico, la idea base del colectivo era mostrar el carácter sistémico de la homofobia y la transfobia. Del mismo modo que el movimiento feminista ha mostrado el carácter sistémico del patriarcado a través de las violencias sexistas y sexuales, o que el movimiento antirracista ha mostrado el carácter sistémico del supremacismo blanco a través de la violencia policial, nosotres queremos mostrar el carácter sistémico de la heterosexualidad y su vínculo con el capitalismo a través de la estructura familiar y la reproducción.

Desde un punto de vista estratégico, la idea de base era tener una posición marxista de lucha de clases dentro del movimiento LGBTI para que así las cuestiones LGBTI se consideren como verdaderas cuestiones sociales (que influyen en nuestras condiciones materiales) y no como cuestiones sociales secundarias. Además de esta intervención social en el movimiento LGBTI, queremos tener una intervención LGBTI en otros movimientos sociales (laboral, feminista, antirracista…) para resaltar nuestras especificidades y darnos un espacio en el seno de estos movimientos. Nuestro objetivo es permitirnos a las personas LGBTI ocupar lugares que nos corresponden en los movimientos sociales y librar batallas anticapitalistas vinculándolas a las opresiones específicas que nos atraviesan.

Al principio, otro elemento estratégico importante fue la idea de masividad. Para crear una relación de fuerzas que nos permita ganar luchas, debemos ser muches más. Contrariamente a muchos colectivos que se basan en las identidades individuales, nuestro colectivo se basa en una opresión común que nos atraviesa a todes (el sistema heterosexual) y quiere formar una verdadera comunidad política entre las transmaribibollos, de ahí el nombre de inverti·e·s, que reúne a todes les LGBTI. 

La solidaridad siempre ha estado, y sigue estando, en el centro de las actividades del colectivo. Es una cuestión esencial si queremos forjar vínculos concretos, a través de la lucha, con todos los componentes de la clase trabajadora y aspirar a construir una relación de fuerzas capaz de oponerse al bloque burgués. Durante la huelga de las refinerías de 2022, repartimos panfletos en el barrio de Marais, recuperando la tradición de Lesbians and Gays Support the Miners, una organización británica nacida durante la huelga de los mineros de 1984-1985 en Reino Unido. Esta acción reavivó los bloques rosas en las manifestaciones que siguieron al conflicto, en particular durante la manifestación contra la carestía de la vida y en las convocadas por el movimiento contra la reforma de las pensiones. En un momento que el gobierno impulsaba la reforma de las pensiones utilizando el 49.3 3, Les inverti·e·s apostamos por construir una huelga general que pudiera crear un bloque para oponerse a ella. Para nosotres estaba claro que el colectivo no podía percibirse fuera del movimiento obrero en absoluto, sino como uno de sus componentes, y por ello: su deber político era construir la huelga vía la autoorganización, pero también, por ejemplo, a través de la participación de sus miembros en los sindicatos y las estructuras existentes del movimiento obrero. Existe realmente esta idea que nosotres somos trabajadores, que formamos parte de la clase de les explotades y les oprimides, tengamos o no trabajo, y que estamos implicadas en las luchas más allá de las cuestiones de identidad. Las cuestiones comunitarias también han estado en el centro de nuestra lucha desde que se fundó el colectivo. Nos implicamos en las luchas poniendo de relieve las opresiones específicas que nosotres vivimos en tanto que LGBTI. Así, cuando luchamos por mejores servicios públicos, elementos como las transiciones, el acceso a la PrEP o, incluso, la reproducción asistida son cuestiones que ponemos encima de la mesa. 

Tras los acontecimientos del 7 de octubre, nos posicionamos claramente en solidaridad con el pueblo palestino, quién sigue aún hoy sufriendo el genocidio perpetrado por el Estado colonial de Israel. Fieles a nuestras convicciones internacionalistas y marxistas, nos unimos a la lucha junto a distintos colectivos internacionalistas. Nos manifestamos bajo el lema: “El pinkwashing no funciona, ¡transmaribibolleres con Palestina!”, afirmando nuestro rechazo a que nuestras identidades sean instrumentalizadas por la propaganda israelí. Además, en una acción en el Puente de las Artes de París, bajo el lema “En nombre del antiimperialismo”, organizamos una respuesta a los vídeos que circulaban por redes sociales mostrando la bandera LGBTI sobre los escombros de Gaza. También firmamos el llamamiento internacional al boicot de Eurovisión, cómplice del pinkwashing israelí, junto con otras organizaciones LGBTI internacionales –entre ellas, Crida LGBTI de Barcelona–. La cuestión del armamento también ha ocupado un papel central en nuestras actividades, llevándonos a participar de la campaña Stop Arming Israël France y manteniendo una presencia regular en varios centros de fabricación de armas en la región parisina. Todas las acciones y posicionamientos han permitido al colectivo y a les que formamos parte afirmar alto y claro que les transmaribibollos no sólo están ahí para desfilar guapes en el Orgullo, sino que también debemos establecer alianzas con todes les oprimides. El objetivo era dejar claro que no había lugar a la vacilación cuando se trataba del apoyo incondicional a les palestines. En un contexto de auge de los discursos de la extrema derecha en los debates públicos y de alianza entre grupos sionistas y de extrema derecha francesa, tener clara esta línea internacionalista y anticolonialista nos ha expuesto a una retórica extremadamente violenta contra nosotres. A su vez, es necesario señalar que también no todo el conjunto del movimiento antirracista ha sido favorable a nuestra presencia. Sin embargo, nuestro apoyo inquebrantable al pueblo palestino e implicación práctica, han sido elementos fundamentales para construir una confianza mutua fundamental si queremos oponernos a la creciente ola de fascismo. 

Nuestro colectivo también se movilizó contra la Ley de Inmigración votada en la Asamblea Nacional en 2023, en el marco de la Marcha de la Solidaridad. Esta ley abrió la vía a una auténtica caza de migrantes, dirigida en particular contra les menores no acompañades y les migrantes sin papeles. Cuando les menores fueron brutalmente expulsades de la Gaîte Lyrique, nosotres estuvimos ahí para mostrar nuestra solidaridad e intentar bloquear la operación. Nuestra participación en la Marcha de la Solidaridad se inscribió en la misma estrategia de adhesión a todas las luchas. Nos atacan por todos lados, desde el giro racista y autoritario del gobierno, con sus ministros homófobos y tránsfobos, hasta la destrucción de los servicios públicos. Hay una verdadera urgencia de dignidad, y para conseguirla creemos que es esencial reafirmar el vínculo fundamental entre todas las luchas. Cuando se persigue a les migrantes, nos preocupamos porque luchamos contra el mismo sistema capitalista que también es racista y homófobo. 

Después de las elecciones europeas y la disolución de la Asamblea Nacional por Emmanuel Macron, nosotres fuimos completamente conscientes de la amenaza que suponía la llegada al poder de la extrema derecha y de las consecuencias desastrosas que acarrearía. Por eso, participamos en la campaña del Nouveau Front Populaire, que reunía a partidos políticos de izquierda y actores de la sociedad civil. Durante el período electoral, organizamos campañas de reparto de octavillas y pegatinas dirigidas a locales LGBTI y a circunscripciones estratégicas en las que el riesgo de que ganara un candidato de extrema derecha era especialmente alto. El objetivo era claro: reafirmar nuestra línea antifascista y seguir nuestra lucha contra la extrema derecha en todas sus formas, aunque el electoralismo no constituya parte de nuestra estrategia política. A través de nuestras acciones y nuestra oposición pública a la extrema derecha, nos oponemos al homonacionalismo. Un discurso binario, que dibuja occidente como un remanso de paz, como garante de la civilización y la tolerancia de todes aquelles que se integren en su proyecto, y el mundo no-occidental como bárbaro y, sobre todo, profundamente homofóbico. Este discurso utiliza nuestras experiencias para justificar políticas fundamentalmente racistas, pero no nos dejamos engañar y nos negamos a su normalización. Nuestras identidades pueden y deben ser disidentes para lograr una transformación revolucionaria de la sociedad y, por eso, seguimos en pie en las calles y en todas las luchas emancipatorias. 

Los códigos LGBTI en el centro de la lucha
Nuestras acciones colectivas se encuentran plenamente arraigadas en los códigos y la cultura de la comunidad LGBTI, y nos las estamos reapropiando también como herramientas de lucha revolucionaria. 

Nuestras campañas en redes recurren a referencias populares de la cultura queer y pop para transmitir mensajes profundamente políticos. Nosotres hablamos el lenguaje de nuestra comunidad para hacer circular nuestras ideas, negándonos a que estos códigos sean cooptados por el capitalismo o utilizados en estrategias de pinkwashing. Por el contrario, nos apropiamos de ellos para subvertir las normas dominantes y dar vida a una cultura política queer radical. Esta fusión de estética queer y comunista forja la identidad visual propia de Les inverti·e·s y participa de la construcción de un imaginario duradero de nuestras luchas. Así pues, por ejemplo, al publicar un meme en medio del movimiento por las pensiones diciendo “Pasiva en la cama, activa en la calle” 4 quisimos vincular la cultura homosexual y la cultura de la lucha, y llegamos a un grupo de personas LGBTI que no están necesariamente inmersas en esta segunda. 

Durante las manifestaciones, la cobertura de seguridad dorada se ha convertido en un símbolo fuerte del colectivo. Nos permite orientarnos entre la multitud, marca nuestra presencia colectiva e invita a la gente a unirse a nosotres en la lucha. A su alrededor, nuestros cortejos avanzan al ritmo de consignas y música, transformando la calle en un espacio político y festivo. A medida que avanzamos, Dalia se convierte en antifa y resuenan eslóganes como “La L de LGBT significa ‘lucha’, la G de LGBT significa ‘huelguista’,la B de LGBT significa ‘bloqueo’ y la T de LGBT significa ‘quemarlo todo’” 5. Además, nuestras apariciones públicas se inscriben en una estrategia de movilización de masas y en la voluntad de reunir al mayor número de transmaribibolleres. Esta estrategia está dando sus frutos, haciéndonos crecer en número de activistes actives.

Más allá de la calle, nosotres también hacemos de la fiesta una estrategia de organización política. Partiendo del principio de que la fiesta es política, nuestras fiestas no son sólo espacios de socialización, sino también momentos de politización de masas importantes. La fiesta y el baile no son algo secundario a la lucha. Nuestras fiestas son políticas, tanto como nuestras luchas son festivas. Crear espacios de fiesta, radicales y emancipadores es una necesidad absoluta en un momento en el que las personas LGBTI a veces se ahogan ante el miedo de un fascismo que se avecina. Creamos vínculos, lugares de encuentro y camaradería. Al hacerlo, libramos también una batalla cultural e ideológica contra la propagación de ideas reaccionarias que nos asfixian. El arte es una forma de expresión esencial para construir nuestros imaginarios. Las drag de Les Inverti·e·s organizaron recientemente un cabaret drag que puso de relieve la historia de lucha de les transmaribibolleres, y una lucha que también pasa por la risa y la poesía. También en estos espacios confrontamos el LGBTI apolítico y de derechas con otras formas de ser transmaribibolleres, de mantener viva nuestra comunidad y nuestras identidades. 

Por un marxismo queer y una sociedad comunista transmaribibollo
Nuestro colectivo se basa en fundamentos marxistas. Esto significa que entendemos que la sociedad capitalista está estructurada por la lucha de clases, y que esta estructura moldea profundamente nuestras identidades. La familia heterosexual es la unidad básica del capital, aquella que permite la reproducción de la fuerza de trabajo y, a su vez, de las relaciones de clase. Es nuestra posición en relación con este modo de producción y reproducción lo que nos convierte en sujetos revolucionarios. A partir de esta constatación, afirmamos el lugar central de las personas LGBTI en la lucha, y reconocemos que las opresiones sistémicas que sufrimos se encuentran intrínsecamente ligadas a la explotación capitalista y no son meras cuestiones secundarias que distraigan de la verdadera lucha de clases. 

Es de este análisis que surgen las bases para el marxismo queer que proponemos: una perspectiva política que se niega a separar las luchas de clase de las luchas contra la opresión sexual y de género. Es más, rechazamos la segregación del movimiento obrero de las luchas LGBTI porque sabemos que el capitalismo utiliza las opresiones para dividir y debilitar a las fuerzas revolucionarias. En consecuencia, nuestras luchas son plenamente parte de la lucha de clases. 

Al afirmar esta unidad, esto nos lleva también a considerar que el antifascismo no es sólo una consigna ocasional, sino una necesidad vital para nuestras vidas. Porque la extrema derecha, ahí donde gana fuerza, tiene como primer objetivo nuestras vidas. La homofobia y la transfobia no son cuestiones auxiliares para los fascistas, más bien se encuentran en el corazón de sus obsesiones; así lo vimos hace ya 10 años en la Manifestación para todos contra el matrimonio homosexual que arrejuntó y organizó distintos sectores reaccionarios. Además, el discurso reaccionario actual, en Francia y en el resto del mundo, tiende a construir una visión social ante un enemigo exterior y un enemigo interior. Un enemigo exterior que es el migrante o supuesto migrante, todes aquelles que no sean suficientemente blanques, que no están suficientemente integrades, que mantengan lazos con su comunidad de origen, y que amenazan a la nación en su conjunto. Un enemigo interior que es la persona trans que es demasiado radical, la loca que no está suficientemente asimilada, la trabajadora sexual demasiado reivindicativa, la lesbiana demasiado subversiva. 

La retórica del enemigo interior, en los años 60, ya se utilizó para discriminar a los homosexuales. Por ello, enemigos de dentro y de fuera del proyecto nacional deben unir fuerzas para hacerlo retroceder, como demostramos cuando jóvenes racializades y LGBTI se unieron en la Plaza de la República de París tras la muerte de Jean-Marie Le Pen en un ambiente argelino–queer, utilizando las palabras de fascistas enfurecidos. Varias luchas recientes han resultado victoriosas, como las huelgas de los sindicatos de hospitales públicos y del sector de la distribución, la lucha ecologista contra la autopista A69 o las elecciones legislativas del verano pasado, en las que en pocas semanas conseguimos hacer recular el avance de la extrema derecha, cuya victoria parecía segura. Pero no nos basta con luchar contra, también debemos luchar por, proponiendo un verdadero contraproyecto de sociedad. Los nacionalistas logran convencer a la gente porque tienen un proyecto de sociedad concreto, liberal, racista y masculinista, pero concreto. Nosotres debemos reavivar el deseo comunista demostrando su interés para les LGBTI. Reivindicar un salario incondicional para todes que nos permita luchar contra la exclusión familiar, laboral o estudiantil. Reivindicar unos servicios públicos fuertes que nos permitan responder a las necesidades específicas en materia de salud o educación. Reivindicar una seguridad social integral que nos permita tomar plenamente el control de nuestros procesos de transición, de reproducción asistida, de salud sexual y mental… Nosotres tenemos que reencontrarnos con un futuro deseable y tenemos que empezar a disputarlo en el presente para conseguirlo. Al organizarnos como transmaribibollos marxistes, nosotres ponemos en práctica el vínculo entre luchas de clase, luchas comunitarias y el internacionalismo, con la convicción de que nuestra liberación solo puede darse en coordenadas revolucionarias.

Frente al capitalismo y el auge del fascismo, el objetivo de Les Inverti·e·s es construir una sociedad comunista transmaribibollo. Este modelo de sociedad no es una idea abstracta, sino una realidad que hay que construir luchando. Frente al miedo que nos produce la extrema derecha, también tenemos una gran esperanza. La esperanza de construir el mundo del mañana, un mundo deseable y libre de violencias. Un mundo que estamos empezando a construir aquí y ahora, en nuestras luchas cotidianas. Somos capaces de producir imaginarios emancipatorios, de superar los límites del género y sus códigos, de reunir a miles de transmaribibolleres que quieren acabar con el capitalismo, y esta es nuestra fuerza. Afirmamos la necesidad de construir un movimiento social fuerte, que se estructure alrededor de las reivindicaciones del proletariado en su conjunto y no sólo de su fracción blanca. Este movimiento social debe ser anticolonialista en solidaridad con los pueblos que luchan contra el imperialismo y la ocupación, antifascista para contrarrestar el auge de las fuerzas reaccionarias que atacan nuestras vidas, decididamente feminista y antirracista, y firmemente opuesto a la islamofobia sistémica fomentada por el Estado francés, contra las violencias policiales que golpean con brutalidad los barrios populares, por los derechos de les trabajadores sin distinción de sexo, raza o estatus administrativo, por un ecosocialismo cada vez más necesario.

Este movimiento también debe reavivar el deseo de comunismo en nuestras comunidades, demostrando en términos concretos que este proyecto político no sólo es compatible con la lucha LGBTI, sino que es condición. Somos muy conscientes de que el comunismo no está a la vuelta de la esquina, pero en tiempos tan oscuros, creemos que es esencial mostrar a la gente que es posible organizarse colectivamente, tener esperanza y luchar para mantenerla viva. Queremos ofrecer a la gente un marco organizativo que les permita descubrir otras formas de relacionarnos entre nosotres, con lo colectivo, que nos permita dar vida en el día a día a la sociedad que queremos construir. No podemos permitirnos ser sólo un puñado de activistas y militantes, necesitamos convencer a la gente de movilizarse, y eso significa crear espacios abiertos y deseables en los que todes podamos luchar por una vida digna. 

Les Inverti·e·s, colectivo militante de transmaribibolleres marxistas en Francia. 

5NdT: se trata de un juego de palabras que se pierde en la traducción, en francés seria “Le “L” de LGBT c’est pour la Lutte, le G de LGBT c’est pour Gréviste, le B de LGBT c’est pour Blocage et le T de LGBT c’est pour tout brûler”.

1NdT: en el texto original, escrito en francés, les autores utilizan la expresión “transpédégouines” que su traducción literal sería trans maricones y bolleres así pues, consideramos que el término transmaribibollos recoge su sentido de uso más que la enumeración de identidades por separado

2NdT: Les autores cuando hablan de la epidemia de Mpox hacen referencia a la viruela del mono, que tras la pandemia de la COVID19, fue considerada una emergencia sanitaria de alcance internacional entre julio de 2022 y mayo de 2023.

3NdT: El artículo 49.3 de la constitución francesa invoca una excepcionalidad en la soberanía parlamentaria a través de la cual el gobierno puede adoptar una ley sin el voto del Asamblea Nacional cuando carece de la mayoría necesaria. Un artículo que tras la revisión constitucional de 2008 es solo aplicable para la aprobación de presupuesto o de leyes presupuestarias de la seguridad social.

4NdT: Referencia a una publicación en Twitter en la que se adjuntaba una imagen con el lema “Passif dans le lit, actif dans la rue”. Se puede recuperar en: inverti·e·s [@inverti_e_s]. (2023, enero 21). Toutes et tous en grève contre Macron, Darmanin et leur monde ! La retraite elle est à nous ! [Tuit]. Twitter. https://x.com/inverti_e_s/status/1616880091723603971

Tags: marxismoqueerreaccionariotiempo
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