El libro «La guerra contra las mujeres» reúne textos y conferencias de Rita Laura Segato de la última década (2006-2016). En su introducción, la autora expresa su asombro ante la forma en que las recientes maniobras del poder en las Américas, con un retorno conservador al discurso moral, demuestran la centralidad de la «cuestión de género» como eje fundamental de las estrategias políticas. Segato argumenta que la presión por demonizar la «ideología de género» y defender el ideal de la familia revela la importancia de esta cuestión, lejos de ser marginal.
Desde su perspectiva como antropóloga, con la escucha etnográfica como herramienta, Segato presenta un análisis del poder en su forma fundacional y permanente: el patriarcado. A través de la regularidad de sus efectos, busca descifrar el proyecto histórico del poder, identificando la violencia patriarcal (misógina y homofóbica) como un síntoma de un mundo marcado por la «dueñidad» o señorío, resultante de la concentración de riqueza. La autora cuestiona por qué el proyecto histórico de los «dueños» considera indispensable reinstalar un fanatismo patriarcal militante.
Segato plantea que el género es la forma histórica elemental de todo poder y, por lo tanto, de toda violencia, resultado de una expropiación inevitablemente violenta. Desmontar esta estructura se presenta como condición para reorientar la historia hacia una ética de la insatisfacción. La autora también aborda la violencia contra las mujeres en contextos específicos, como los feminicidios de Ciudad Juárez, sugiriendo que no son crímenes comunes de género, sino «crímenes corporativos» o del «Segundo Estado» (Estado paralelo), asemejándose a rituales que cimentan la unidad de sociedades secretas y regímenes totalitarios. Estos crímenes se interpretan como un sistema de comunicación que ostenta el dominio totalitario de la localidad.
En la sección dedicada a «Colonialidad y patriarcado moderno», se analiza la transformación del «mundo-aldea» tras la intrusión colonial y republicana, proponiendo leer esta interface a partir de las transformaciones del sistema de género. Segato sugiere que la esfera pública continúa y profundiza el proceso colonizador, enmascarando el «contrato sexual» bajo el idioma del «contrato ciudadano».
El libro también dedica espacio al «Femigenocidio como crimen en el fuero internacional de los Derechos Humanos», discutiendo la lucha por el derecho como contienda discursiva y la importancia de la «eficacia nominativa de la ley». Se analiza la dificultad de inscribir el feminicidio en las categorías jurídicas existentes y la necesidad de nuevas definiciones operativas.
Finalmente, en «Cinco debates feministas», Segato presenta divergencias encontradas en sus reflexiones, incluyendo la distinción entre feminicidio y femigenocidio y el papel asignado al Estado en la lucha contra la violencia de género. La autora aboga por reaprender a pensar por fuera de la esfera pública estatal y por la reconstrucción de los tejidos comunitarios como forma de protección. Considera que entender las formas de la violencia de género hoy es fundamental para comprender lo que atraviesa la sociedad en su conjunto.
En resumen, «La guerra contra las mujeres» se presenta como un análisis crítico y profundo de la violencia de género desde una perspectiva antropológica y descolonial, situando esta problemática en el centro de las dinámicas de poder contemporáneas y cuestionando las herramientas y enfoques tradicionales para su comprensión y erradicación. El libro invita a repensar la política y a buscar inspiración en la experiencia comunitaria y en una «política en clave femenina».